Cuando Elizabeth Emanuel y su esposo David fueron elegidos para diseñar el vestido de novia para el matrimonio de Lady Diana Spencer con el príncipe Carlos en 1981, tuvieron que pensar que su negocio estaba asegurado.
Pero al igual que el matrimonio real, los jóvenes diseñadores no tuvieron un final feliz.Con la próxima boda real prevista para el 29 de abril, el proceso para elaborar el vestido que Kate Middleton vestirá cuando camine por el pasillo de la Abadía de Westminster para casarse con el príncipe William ya está en marcha.
"Quienquiera que diseñe el vestido de Kate será inundado de ofertas", afirma Elizabeth Emanuel, en conversación con la BBC.
"Pero es un arma de doble filo, pues es la única cosa con la que la gente te asociará siempre", advierte.
"Tienes que seguir repitiendo que haces más que vestidos de bodas reales".
Llamada a las armas
Los jóvenes diseñadores habían salido de la universidad hacía sólo un año cuando recibieron la llamada que cambiaría sus vidas."Fue increíble. Teníamos la esperanza de conseguir el encargo pero realmente no lo creíamos porque competíamos contra diseñadores muy experimentados”, comenta Elizabeth Emanuel.
Su marido recuerda: "No hay que olvidar que todos los diseñadores del mundo querían tener en sus manos a Diana, y fue una simple llamada telefónica de la propia Diana quien nos preguntó si le hacíamos su traje de novia".
Cuando llegó el momento de elegir el diseño, fue una combinación de ideas.
"Escuchas lo que dicen, qué piensan, qué sienten, pero como diseñador aportas tus propias ideas creativas también", le explica David a la BBC.
Les dieron tres meses para hacer el vestido de boda de Lady Diana y estuvieron trabajando en ello hasta la noche anterior a la ceremonia.
"Fue muy estresante, pero por fortuna no tuvimos ni tiempo para pensar en eso", dice Elizabeth.
Y David agrega: "Había una gran expectativa y formalidad, ella entraba como Lady Diana Spencer y salía como la princesa de Gales".
El brillo se desvanece
Una vez que adquirieron el derecho a la etiqueta de “proveedor real”, todo cambió para los diseñadores.Elizabeth Emanuel señala que después de la boda fueron inundados de propuestas, pero en ese momento era considerado de mal gusto hacer cualquier cosa que pareciera que se estaba sacando provecho de la boda real.
"Tuvimos ofertas para diseñar ropa de cama y prêt-à-porter", declara.
"Eso nos molestó un poco pues habíamos estudiado muy duro en el Royal College of Art".
Después de que la euforia de estar en el centro de la atención se calmara, todavía tenían un negocio que atender.
Por desgracia, sus asuntos privados y de negocios empezaron a tener problemas, lo que culminó en el divorcio de David y Elizabeth en 1990 y la creación de empresas por separado.
En picada
Mientras su ex marido creó su propio negocio, David Emanuel Couture, ella se asoció con Hamlet Internacional.Para poder licenciar nuevos productos y expandirse, ella les asignó su negocio y todos sus activos. Juntos formaron una empresa llamada Elizabeth Emanuel (EE Plc), registrada en 1997.
Sin embargo, la empresa fue declarada insolvente pocos meses después. El negocio y la marca registrada fueron a parar a Frostprint, que inmediatamente cambió su nombre por Elizabeth Emanuel Internacional.
La compañía contrató a Elizabeth Emanuel, pero ella renunció un mes después. Entonces, la marca registrada fue vendida a Oakridge Trading.
En el espacio de pocos meses, había perdido los derechos de su nombre.
Llevó el asunto ante el Tribunal Europeo de Justicia, donde señaló que alguien podría sentirse engañado si un producto no llevaba su seña en absoluto, pero el tribunal rechazó su apelación.
"Los consumidores son conscientes, sobre todo en el campo de la moda, que un nombre comercial se vincula a los productos o servicios", afirmaba un comunicado del tribunal.
"Tenía grandes problemas. Perdí mi marca, mi etiqueta, incluso el uso de mi propio nombre", lamenta la diseñadora.
El resurgir de su carrera
Elizabeth Emanuel se sentía como si estuviera comenzando de nuevo como un total desconocido.Se las arregló para sobrevivir diseñando el vestuario de películas, anuncios de perfume de Estée Lauder con Liz Hurley y de los participantes de los programas ingleses X Factor y Next Top Model.
En 2006 creó su nueva marca llamado Art of Being (el arte de ser) y las cosas empezaron a mejorar para ella.
"Estuve en la semana de la moda de Londres en 2010. Fue muy emocionante", le comenta a la BBC.
"Hago principalmente trajes de noche y glamour para la alfombra roja", dice. "Pero, como toda empresa, se necesita experiencia e inversión para despegar".
Además, señala que los estadounidenses están mostrando un renovado interés en su ropa y que ha habido 350.000 visitas a su página web desde el anuncio de la próxima boda real.
La inminencia de la boda entre Kate Middleton y el príncipe William ha llevado a que Emanuel vuelva a estar, una vez más, en el centro de la atención.
"No puedo creer el número de peticiones que he tenido para hablar con los medios de comunicación. Es casi como la primera vez, con la diferencia de que ahora sí puedo hablar con ellos, mientras que cuando estuve diseñando el vestido de Diana no tuve tiempo", comenta.
"Una gran atención mediática proviene del extranjero. No creo que el Reino Unido aprecie la familia real como debería... la gente está fascinada por la ceremonia de la boda", sostiene.
A la pregunta de cómo piensa que será el aspecto del nuevo vestido de boda, David Emanuel responde: "Hay sólo una cosa de la que se puede estar seguro: la tela así como su manufactura serán probablemente tradicionales. Británico hasta el final".
BBC Mundo
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