Si 2009 fue el año de la gran resaca que siguió a la fiesta inolvidable de la especulación, 2010 ha sido el de la acidez estomacal y dolor de cabeza, pero ya levantados de la cama.
En 2009, la economía mundial cayó un 0,6.%, según el Fondo Monetario Internacional (FMI).El organismo multilateral de crédito calcula que, en 2010, el crecimiento fue de un 4,6% con un panorama desparejo entre países desarrollados y emergentes.
En medio de este complejo paisaje, cinco temas marcaron la agenda del año y extenderán su sombra por mucho tiempo:
Crisis del euro
A 11 años de su nacimiento, el euro vivió su peor año.
En enero, el estado real de las cuentas de Grecia reveló que, por primera vez, uno de los 16 países que conforman la eurozona podía incurrir en una cesación de pagos.
La crisis puso en entredicho la unidad de la zona del euro y avivó el fantasma del contagio a otras naciones con dificultades fiscales, conocidas con la sigla inglesa PIIGS (Portugal, Italia, Irlanda, Grecia y España).
En mayo, la Unión Europea (UE) y el FMI acordaron un rescate de 110.000 millones de euros (US$145.800 millones) para el gobierno de Giorgos Papandreou, el cual lentamente calmó las aguas.
Pero en noviembre las aguas volvieron a agitarse con el derrumbe de la República de Irlanda, que debió ser rescatada -otra vez- por la UE y el FMI, perfilados ya en un nuevo papel de "bomberos" regionales.
El contagio insinuó una epidemia.
Esta vez, además de los PIIGS, apareció Bélgica en la línea de fuego.
En diciembre, el director ejecutivo de la Bolsa de Valores de Londres, Xavier Rolet, fue un paso más allá al aventurar que uno de los pesos pesados de la eurozona, Francia, podría ser el próximo candidato si no solucionaba sus problemas fiscales.
Ajuste fiscal
La crisis del euro va de la mano de otro rasgo saliente de 2010: la seguidilla de ajustes fiscales en los países desarrollados.De Alemania a Japón, del Reino Unido a los PIIGS, se multiplicaron los planes de austeridad para calmar a los mercados financieros.
En muchos casos, tras las primeras medidas de ajuste aparecieron segundos y terceros planes al quedar claro que nada convencía a los mercados, preocupados primero por la solvencia de los Estados para pagar sus deudas y luego por la falta de crecimiento -única herramienta para generar esa solvencia- profundizado por los mismos recortes fiscales.
Con cuatro planes de ajuste en dos años, la República de Irlanda lidera la tabla de la austeridad.
La recesión con deflación que padece hoy es un temible espejo en el que las economías desarrolladas preferirían no mirarse en 2011.
Guerra de divisas
Con las economías saliendo como podían de la recesión de 2009, la cotización de las divisas tarde o temprano iba a saltar a la palestra.Estados Unidos venía quejándose desde los años de George W. Bush de que China mantenía artificialmente baja su moneda para abaratar sus exportaciones, encarecer las importaciones y mantener su imponente superávit comercial.
Mientras la economía crecía, las diferencias no pasaban de las escaramuzas verbales.
Pero con la crisis se pasó a los hechos, rápidamente bautizados como "guerra de divisas", en las que medio planeta parecía abocado a ganar ventajas competitivas para sus productos mediante la manipulación de sus monedas.
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Si para Estados Unidos el corazón del problema radicaba en la estrategia económica china, para las naciones emergentes la dificultad era que los inversionistas internacionales estaban buscando en sus plazas financieras la rentabilidad a corto plazo que faltaba en las economías desarrolladas debido a la bajísima tasa de interés y la falta de crecimiento.
La cumbre del G20 en noviembre no solucionó el problema, aunque bajó un poco la algidez retórica con un comunicado lleno de vagas promesas.
China
El estallido financiero de 2008 y la recesión mundial de 2009 confirmaron uno de los cambios más importantes de la última década: el surgimiento de China como potencia global.En 2010, ese país desplazó a Japón como segunda economía mundial y se afianzó como primer exportador del planeta.
La tensión bilateral con Estados Unidos recuerda a la que existía en la década de los años 80 por motivos similares con otro país asiático emergente que muchos consideraban una amenaza a la hegemonía estadounidense: Japón.
En el acuerdo del Hotel Plaza de 1985, Japón aceptó revaluar su moneda para corregir los desequilibrios comerciales con Estados Unidos, lo que contribuyó decisivamente a la burbuja especulativa de fines de la década y al estancamiento económico de los 90.
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Esta experiencia ha puesto en guardia a China y es esclarecedora respecto a los peligros de la "futurología".
Nadie piensa hoy que Japón pueda convertirse en primera potencia.
En el caso de China, pese a su asombroso crecimiento y transformación, continúa siendo un gigante que sólo el tiempo dirá si tiene cimentos sólidos o pies de barro.
Economías emergentes
Mientras en la década de los años 30 o en la crisis menor de los 80 los problemas de los países centrales golpearon duramente a los periféricos, hoy la recesión o el anémico crecimiento de Estados Unidos, la UE y Japón no han afectado el crecimiento de las naciones en desarrollo.China, Turquía, Argentina se encuentran entre los países que crecieron en 2010 a un ritmo de entre el 8% y el 12% sin que se vieran afectados por la crisis del euro, los problemas japoneses o los vaivenes estadounidenses.
Según el FMI, los mercados emergentes tendrán un crecimiento del 7,1% de promedio frente al 2,7% de los países desarrollados. En las cifras provisorias de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), Latinoamérica crecerá un 6%.
En gran medida esto se debe a la demanda de China e India y a una dinámica Sur-Sur que ha generado una relativa independencia de lo que sucede en el Norte.
China es hoy el primer socio comercial de Brasil y está por encima de Estados Unidos en el comercio bilateral de Argentina.
India tiene una presencia cada vez más importante en América Latina, y el precio de materias primas ha registrado aumentos históricos, revirtiendo lo que parecía una ley inquebrantable de la economía mundial: la caída de los valores de una producción primaria frente a la manufacturera.
En la presentación de su informe semestral "Perspectivas Económicas Mundiales", el director gerente del FMI, Dominique Strauss-Khan, expresó su esperanza de que la pujanza de los países emergentes ayude a los centrales a salir de su estancamiento, algo inédito en la historia de la organización.
Lo que no quiere decir que el desacoplamiento sea absoluto: una recesión generalizada de las naciones desarrolladas o una crisis financiera como la desatada por la caída del Lehman Brothers golpearía a los países emergentes, tal como prueba el estallido financiero de 2008.
BBC Mundo
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