El pasado marzo, Arthur Hickman, jefe del servicio de mapas del Geological Survey of Western Australia, estaba buscando en Internet yacimientos de hierro en la ciudad minera de Newman cuando descubrió algo extraño. "Me di cuenta de la presencia de un agujero muy diferente al que se suele dar en la región de Pilbara", cuenta. "Hice zoom y vi que tenía las características físicas típicas de los cráteres de meteoritos, es decir, era un círculo perfecto con fondo plano", continúa. Hickamn decidió entonces visitar la zona junto al experto en impactos de meteoritos Andrew Glikson y ambos comprobaron que, en los alrededores del ya apodado cráter de Hickman, había impactos más pequeños, lo que probaba, sin duda, que se produjo una inmensa explosión en la zona central del cráter.
Hickman había utilizado Google Earth, la aplicación web que permite observar la Tierra desde el espacio, y con todo detalle, y que se ha convertido en una herramienta imprescindible para la ciencia. Desde hace cuatro años, cuando Google lanzó este servicio, se han hecho multitud de descubrimientos geológicos, arqueológicos e, incluso, de comportamiento animal: científicos alemanes y checos han descubierto, gracias al programa, que las vacas y los ciervos prefieren orientarse de norte a sur, o viceversa, es decir, que se orientan según los polos magnéticos de la Tierra.
"Google Earth es una plataforma que resulta de gran utilidad a astrónomos, exploradores o arquitectos y, en realidad, a cualquier tipo de usuario, independientemente de sus conocimientos", afirma Isabel Salazar, responsable de marketing de Google en España. De hecho, ha permitido hacer descubrimientos científicos a personas que no lo son, como Luca Mori, un experto italiano en informática que descubrió una antigua villa romana.
También el pasado abril, el experto en ballenas de la Universidad de Michigan Philip Gingerich, descubrió gracias a Google Earth un yacimiento en Egipto en el que halló dientes y huesos fosilizados de murciélagos y de pequeños mamíferos que vivieron en el Mioceno, hace unos 20 millones de años. Se cree que son una muestra de los mamíferos que migraron desde Asia hasta África, y que posiblemente fueron el principio de la vida salvaje en el continente. "Aún es demasiado pronto para decir eso", dice Gras Gunnell, uno de los miembros del equipo de Michigan, "pero seguro que de estos restos sacamos respuestas sobre la relación entre Asia y África e, incluso, entre el norte de África y el resto del continente".
Intercambio de información
Precisamente, la aplicación de Google es una herramienta muy útil para arqueólogos, ya que permite intercambiar información paleontológica sin necesidad de utilizar herramientas informáticas más sofisticadas y caras. También para los geólogos. Richard Teeuw, uno de los participantes en la investigación del volcán Devils Peak, en la isla caribeña de Martinica (véase apoyo), asegura: "Sin la ayuda de Google Earth, y su habilidad para mostrar imágenes en 3D y vuelos virtuales, nunca hubiéramos detectado este potencial y catastrófico deslizamiento de tierra en la costa norte de Dominica y el correspondiente tsunami". También sirve a los conservacionistas. El experto australiano en corales Chris Simpson, gracias a Google Earth, descubrió en 2005 una extraña formación coralina en la costa oeste de Australia, en un lugar inaccesible por la enorme cantidad de cocodrilos. Tan importante fue el hallazgo que el australiano no dudó en exclamar: "¡Me siento como el maldito Charles Darwin descubriendo estos nuevos arrecifes de coral!".
En todo caso, los expertos aún ven algunas sombras en el programa, como el hecho de que siempre haya que estar conectado a Internet lo que reduce su uso a pie de obra y que la versión gratis de Earth tiene poca resolución. También dudan de la manera en que el Google trata esta información, muchas veces confidencial.
Juan Acosta, geólogo marino e investigador del Instituto Español de Oceanografía, se lamenta de que existan errores en las uniones de diferentes tipos de datos, cuando las mallas que conforman las imágenes del programa no están bien equilibradas o tienen menos resolución. Eugenia Pérez, profesora de Geografía Física y Teledetección de la Universidad Complutense de Madrid, opina que, si bien Google Earth sirve para hacer seguimientos de procesos naturales en el tiempo las imágenes se actualizan cada 16 días si no hay problemas meteorológicos, como nubes, "no se saben las fechas de esas imágenes".
Sin embargo, a pesar de los errores, Acosta no duda de la utilidad de Google Earth, y de Ocean, su equivalente en el estudio de los océanos, que vio la luz hace cuatro meses. "El nivel general de detalle es perfecto y significa tener a mano información general de los fondos marinos a disposición de cualquiera", dice. Además, revela que Ocean resultó muy útil en la investigación del accidente del vuelo de Air France sobre el Atlántico, el pasado junio. "En esta tragedia, la única información disponible sobre los fondos marinos se encontraba en Google Ocean, donde se observa la localización y profundidad de las fosas", revela.
En Google Earth colaboran instituciones como "la NASA, la Agencia Espacial Europea (ESA), National Geographic, Unicef, Greenpeace", dice Salazar. "Se nutre de imágenes del satélite Landsat, con cobertura desde 1982. Su resolución para sitios no urbanos es de 30x30 metros y, para ciudades, en las que se usan otro tipo de satélites, de hasta 60 centímetros". El Land-sat está controlado por la NASA, y las imágenes que envía son procesadas por la Agencia Geológica de los estados Unidos (USGS). En Google Ocean, por su parte, la información se recoge de multitud de organismos relacionados con el océano y los mares que han facilitados sus datos al gigante informático.
En el caso de zonas en donde se carece de datos de organizaciones de investigación, como el área en la que cayó el avión de Air France, se recurre a bases de datos mundiales, como la canadiense Etopo, de donde se descargan ficheros que pueden convertirse en imágenes 3D con los programas adecuados. "Todos los datos de diferentes procedencias se integran en una malla compuesta por recuadros de una milla de lado, y en cada vértice hay un dato fiable", explica Acosta.
En todo caso, y desde hace un año, Google ya cuenta con su propio ojo sobre la Tierra, el GeoEye-1, que proporciona imágenes a todo color con una gran resolución. En él se invirtieron cuatro años de trabajo. A pesar de que orbita alrededor de la Tierra a 26.000 kilómetros por hora y a 680 kilómetros de altura, es capaz de discriminar objetos de tan sólo 41 centímetros de ancho.
Las alternativas
Pero Google ya no está sola. El World Wind de la NASA, quizá el organismo que más imágenes tiene de la Tierra vista desde el espacio, es un software con el que se obtienen vistas de cualquier punto del planeta, e incluso se puede hacer zoom y rotaciones, así como superponer capas con topónimos, fronteras u otros datos geográficos (worldwind.arc.nasa.gov/3). La diferencia entre ambas plataformas es que la de la NASA es de código abierto, y cualquier programador puede agregar las funciones que desee. Por su parte, Microsoft, con su Virtual Earth también ha entrado en este mercado.
El sistema más popular, en todo caso, sigue siendo Google Earth. Eugenia Pérez explica que utiliza esta tecnología también en sus clases universitarias, para acceder a sitios inaccesibles y comparar determinados fenómenos en diferentes lugares del mundo de manera instantánea. "Seguimos la evolución de humedales, lagunas interiores, albuferas podemos ver si retroceden o se contaminan". Lo han hecho con la laguna de Gallocanta (Zaragoza), en la que han podido observar cómo ha recuperado este año su nivel normal de agua y se ha llenado de nuevo de aves. "Google Earth se usa para ahorrar trabajo de campo, pero eso no significa que luego haya que ir para verlo en directo", sonríe.
En todo caso, las aplicaciones de Google Earth no son sólo útiles para la ciencia: en enero de este mismo año, y gracias a la aplicación, la policía suiza descubrió en el cantón de Thurgau, al noreste del país, una enorme plantación oculta de marihuana. En la operación se detuvieron a 16 personas y se decomisaron 1,2 toneladas de esta sustancia, así como dinero en efectivo por valor de 780.000 dólares.
¿La Atlántida, al fin?
El pasado febrero Google Earth ‘descubrió' la Atlántida. Mientras realizaba un trabajo rutinario, el ingeniero aeronáutico británico Bernie Bamford halló unas curiosas formas en mitad del mar, a unas 600 millas marinas de la costa oeste de África y a unas 3,5 millas de profundidad. El descubrimiento -que se publicó en exclusiva por el diario sensacionalista británico ‘The Sun'- llevó a muchos a pensar que podría tratarse de aquella legendaria isla que, según escribió Platón en ‘Timeo' y ‘Critias', se hundió en el Océano Atlántico.
Sin casi dar tiempo a los soñadores para saborear el hallazgo, dos oceanógrafos estadounidenses dieron una explicación más realista del asunto: las extrañas líneas eran huellas de ‘echosounding', una técnica que se vale del sonido para medir la profundidad marina y que se realiza mientras los barcos están en movimiento, de ahí las extrañas estelas que se detectaron.
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