Un interesante artículo en Business Week, “Health 2.0: Patients as Partners“ me recuerda que llevaba unos días queriendo escribir sobre el tema, sobre todo a raíz de una serie de interesantes interacciones al respecto en uno de mis grupos del electivo de “Web 2.0 y Empresa”.
Un tema que empieza con una reflexión de simple lógica: ante la perspectiva de un problema de salud y de las incertidumbres que provoca, todo paciente con acceso a la red buscará respuestas en la misma, con mayor o menor acierto. Ello le llevará a encontrar o creer encontrar respuestas en fuentes que irán desde lo más riguroso hasta lo más inexacto, y a interpretarlas con reacciones que irán desde lo más prudente hasta la más exagerada de las hipocondrías. Pero el tema no se queda aquí: continúa con ramificaciones que van desde la preparación y actualización de los facultativos y la autoridad que los pacientes les atribuyen, hasta cuestiones como el marketing de las empresas farmacéuticas o la información y mentalización del paciente acerca de su condición más allá de la visita al médico.
¿Cómo enfocar un tema como el marketing de las farmacéuticas, hasta el momento restringido a productos OTC que pueden obtenerse sin rescripción facultativa, cuando los pacientes de un tratamiento determinado se dedican a crear foros en los que comentan el resultado de sus tratamientos y sus posibles efectos secundarios? El artículo incide en el caso de sitios como PatientsLikeMe, SugarStats, Disaboom o Trusera, que se convierten en referencia para pacientes en busca de información, pero también en potenciales problemas para médicos que ven, en muchos casos, su autoridad cuestionada: ¿cómo comportarte, por ejemplo, cuando la información que te da tu médico no concuerda con la que obtienes a través de la red, cuando al tratamiento prescrito se le atribuyen el la red importantes efectos secundarios, o cuando se conoce a través de la red un tratamiento posiblemente más puntero y con mejores resultados potenciales? ¿Hasta qué punto puede implicarse una farmacéutica en un foro de pacientes que discuten un tratamiento concreto con un producto de la compañía? ¿Puede promoverlo? ¿Apoyarlo? ¿Anunciarse?
¿Cómo debe reaccionar el profesional de la salud ante esta súbita proliferación de información de todo tipo en la red, información cuya disponibilidad anteriormente estaba restringida al especialista, y que era siempre interpretada por quienes tenían los conocimientos adecuados para ello? Mientras algunos profesionales intentan recriminar a sus pacientes el recurso a este tipo de fuentes de información y desacreditan su rigor y utilidad, otros los refieren a sitios como los promovidos por la American Heart Association: HeartHub posee información sobre todo tipo de condiciones cardíacas, destinada sobre todo a obtener una concienciación del paciente y una resolución de dudas posterior a la visita facultativa, aunque también tiene partes orientadas al facultativo. ¿Llevar al paciente a la red, o intentar - generalmente, de forma infructuosa - que no busque en ella? Como a todas las actividades humanas, la medicina está empezando a buscar su redefinición en los tiempos de la red.
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