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2013/11/14

El autor de la Ley Patriota USA admite ante el Parlamento Europeo que la NSA está fuera de control

La Patriot Act es uno de los principales instrumentos de que se dotaron los servicios de seguridad e inteligencia tras el 11-S para monitorizar actividades y comunicaciones que pudieran poner en peligro la integridad de los ciudadanos y la seguridad del país. El problema es que incluso a sus artífices parece habérseles escapado de las manos el control de tan poderosa herramienta, como ha admitido ante la Cámara europea Jim Sensenbrenner, autor de la controvertida ley.

En una importante variación de su tradicional postura, el miembro de la Cámara de Representantes de Estados Unidos que dio forma a la Ley Patriota ha admitido ante el Parlamento Europeo que dicho instrumento legal ha facilitado que las actividades de la NSA hayan escapado del control de las autoridades estadounidenses.

De hecho su declaración ha sonado prácticamente a una disculpa al reconocer que aunque conocían las necesidades de dotarse de instrumentos para garantizar la ciudad de sus ciudadanos, el Congreso nunca tuvo la intención de provocar que la NSA se inmiscuyera de manera indiscriminada en la vida de millones de individuos. También manifestó Sensebrenner su firme convicción de que gracias a la Ley Patriota se han salvado vidas al reforzar la actividad de las agencias de seguridad en su afán por detener posibles amenazas terroristas, aunque la funesta (y no deseada, insiste) consecuencia haya sido la ignorancia de las libertades civiles y los derechos de intimidad de millones de personas.

Afirma que la NSA se arrogó unas prerrogativas y un poder que en ningún caso le correspondían y, aún peor, envolvió sus operaciones en un manto de secretismo tal que incluso dificulta la comprobación sobre la legalidad de dichas operaciones. El representante se comprometió a una vigilancia más estricta a partir de ahora de las actividades de la NSA aunque también introdujo la nota de realismo al recordar que el Congreso USA únicamente puede ejercer su autoridad en lo que concierne a cuestiones nacionales, con lo que cualquier espionaje o vigilancia realizado sobre objetivos fuera de las fronteras estadounidense tendría que someterse a un trabajo conjunto con los servicios secretos de otros países.

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