Las sesiones con el psicólogo abandonan el diván y se pasan a la pantalla de ordenador, al menos a juzgar por la cantidad de portales que anuncian “ciberterapias”. Precios más económicos, mayor flexibilidad horaria y la comodidad de no tener que desplazarse son los principales motivos por los cuales este tipo de consultas van al alza. Los colegios de psicólogos y profesionales de terapias presenciales reconocen la eficacia de estos tratamientos, pero advierten de que no todos los problemas pueden ser tratados solo a través de la red.
“Las ciberterapias” viven en la actualidad su máxima eclosión, coincidiendo con la llegada masiva de internet a los hogares. La sensación de lejanía con el profesional y la posibilidad de anonimato que ofrece la computadora hacen aflorar pacientes que de otro modo nunca llamarían a la puerta del psicólogo. Por eso no es de extrañar que los problemas de sexualidad y de pareja se sitúen en los primeros lugares del ranking de las consultas más frecuentes. Otras preocupaciones que colman la lista, según los expertos, son los problemas familiares y las relaciones entre padres e hijos. “La crisis provoca más tensiones familiares”, alertan.
El perfil de los usuarios son personas que “por timidez o por el propio trastorno – como fobia social, agorafobia y depresión profunda- o bien porque viven en el extranjero” prefieren utilizar internet para tratar su malestar, explica Lorena González, psicóloga clínica y codirectora de ciberterapias.com. Vicente Mars Llopis, director de psicología-online, descarta que los pacientes con brotes psicóticos y personas con tendencia suicida sean aptos para este tipo de terapias. Mientras que el decano del Colegio Oficial de Psicólogos de Catalunya, Josep Vilajoana, excluiría en general de las consultas on line las personas que sufren “trastornos mentales graves”.
Teléfono, correo electrónico o videollamada son los tres canales que se utilizan en “las ciberterapias”. Lorena González se decanta en su plataforma, formada por un equipo de psicólogos de diversas especialidades, por contactar con sus pacientes vía Skype. “La eficacia se reduce si tienes menos canales de comunicación”, afirma. Explica que el año pasado comenzó a prestar este servicio después de conocer a emigrantes españoles “que lo estaban pasando muy mal” en el extranjero y no disponían de un psicólogo de habla hispana en la misma ciudad.
Los límites de las consultas psicológicas on line
La ciberterapia “es igual que una sesión presencial siempre y cuando la conexión sea óptima”, aclara González. En este sentido Mars Llopis, que durante cinco años pasó consulta desde el ordenador, cuenta que la primera fase en una terpia on line es de valoración –“decides si es un caso para ti o no”-; y en caso afirmativo, el siguiente paso es consensuar con el paciente “una línea de trabajo”. Si el profesional decide que el problema no se puede tratar a distancia “debe derivar, motivar y ayudar” a la persona a conseguir un psicólogo que pueda atenderle “cara a cara”.
En ocasiones el paciente exige al profesional preservar su anonimato, algo que suele ocurrir con las personas “tímidas o paranoicas”, comenta Mars Llopis. En este sentido Lorena González detalla que en cualquier caso el equipo preserva la confidencialidad del que está al otro lado de la pantalla, que ni siquiera tiene que revelar su nombre verdadero. “Hay gente que nos pide al principio no poner la cámara, pero luego en las próximas visitas acaban aceptando”, relata. Mars Llopis añade que los pacientes con timidez se refugian rápidamente en el consejo on line, pero no cree que sea lo más adecuado para estos pacientes, “que deberían romper esas barreras y hacer terapia de habilidades sociales y en grupo”.
“La indicación más acertada es aquella que contempla un mínimo de trabajo presencial”, opina el decano del Colegio Oficial de Psicólogos de Catalunya, Josep Vilajoana, que añade que el organismo contempla dar más protagonismo a la psicología on line en la reforma de los estatutos que se pretende aprobar a principios del año que viene. Vilajoana también concibe este tipo de atención como parte del seguimiento de una terapia presencial en determinados casos: por ejemplo, un paciente con un trastorno mental importante que ya ha sido estabilizado y mantiene una buena relación con el profesional del área de salud mental.
Una de las cosas que más suele preocupar a los que por primera vez se interesan por conocer la dinámica de una terapia on line es si el contacto entre paciente y profesional es más frío que en un consultorio convencional. Lorena González reconoce que es algo que se planteó en un inicio, pero que la práctica le ha demostrado que “precisamente a causa de la sensación de lejanía, la gente pierde muchas barreras en cuanto a timidez e introversión, algo que ayuda a la hora de comunicar las emociones al principio de la terapia”.
Más económico
El precio de "una ciberterapia" puede oscilar entre 15 y 40 euros la sesión. Unas tarifas más asequibles que en las consultas presenciales. Al igual que ocurre en terapias cara a cara, el número de citas necesarias depende del estado de salud mental de cada paciente. Suele concertarse una visita por semana y a poco a poco se van espaciando las citas a medida que el paciente va mejorando. Una vez finalizada la terapia, “aconsejamos volver a pedir cita a los seis meses o al año” para descartar una recaída, explica Mars Llopis.
Cuidado con el intruso
“Nos tomamos muy en serio la persecución de la línea falsamente psicológica y esotérica”, avisa el decano del Colegio Oficial de Psicólogos de Catalunya. En este sentido pide precaución a la hora de diferenciar entre el psicólogo, actividad regulada por la ley, y la psicoterapia o terapia, que no lo están. En este sentido se expresa Mars Llopis cuando afirma que “hay mucho intrusismo en el sector”, gente sin cualificación ni preparación que “se autodenomina terapeuta” solo porque ha hecho algún cursillo. “Ni siquiera con la licenciatura ni el grado están capacitados para desarrollar este trabajo”, opina, y aclara que muchos problemas mentales son materia reservada para el psicólogo clínico.
Los orígenes de la ‘ciberterapia’
“Internet al principio no genera confianza”, reconoce Lorena González. Una duda que los psicólogos que atienden on line perciben cuando “alguien pide una cita y luego no se presenta o la anulan”. Explica que en Estados Unidos existe “una fuerte corriente” a utilizar videoconferencias en los tratamientos psicológicos on line, gracias a lo cual “se ha podido estudiar su eficacia”. En general, considera que en España a la gente le cuesta ir al psicólogo, “como si tuviera una connotación negativa” ya que se ha vinculado “la psicología con la histeria o la locura”, y en ocasiones se cree erróneamente que el psicólogo es solo “un amigo que escucha”.
Mars Llopis recuerda que la psicología empezó a tomar una vertiente clínica en la Segunda Guerra Mundial en Estados Unidos, época en la que había escasez de psiquiatras para atender a la población afectada, por lo que se acabó recurriendo al psicólogo, que pasó a formar parte del gabinete de crisis. “Pero en España no tenemos tradición y, en segundo lugar, los psiquiatras y médicos no fomentan el psicólogo”, lamenta. No obstante, reconoce que en la actualidad cada vez hay más gente que recurre a este tipo de ayuda.
Pero, ¿cómo saber si se trata de una mala racha o es preciso recurrir al consejo de un profesional en salud mental? Lorena González responde que siempre que uno se sienta “perdido, triste, le cueste adaptarse a una situación de cambio, tenga una autoestima baja o sienta malestar o sufrimiento en su vida cotidiana”.
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