Finlandia se está convirtiendo en un poderoso mercado del videojuego.
No sólo por ser la cuna de Rovio y sus Angry Birds. Finlandia es la sede de otra importante industria, que puesta en común con la de videojuegos, la convertirá en un importante actor del sector.
Se trata de la neurociencia.
La combinación de las dos ciencias da como resultado el denominado neurogaming, que esconde innumerables oportunidades.
Según recoge The Wall Street Journal, los neurocientíficos consideran que en el caso de Angry Birds la música y los colores afectan directamente a los jugadores. El hecho de que no se contemplen castigos en caso de fallar, es un punto a favor. Esto da como resultado que el juego provoque una mayor adicción a los usuarios.
Medir las ondas cerebrales mientras se interactúa con un juego da pistas sobre diseñar un juego para que la experiencia del usuario sea óptima, y más aún, para que cree esas ganas irrefrenables de jugar.
Profundizar en estos casos permitirá a las compañías de un futuro inmediato probar un producto antes de lanzarlo al mercado y pulirlo de tal forma que su estreno sea un éxito seguro.
Este es el paso previo para que en un futuro, adelantan los expertos, los usuarios puedan jugar a videojuegos controlados por su mente.
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