Rupert Murdoch,
nacido en Melbourne en 1931, heredó un periódico de su padre. Hoy tiene
casi 140 en su país natal, unos 200 si se suman sus cabeceras en Asia,
Estados Unidos y Reino Unido. El magnate octogenario es un hombre de
periódicos. «Para saber lo que pienso, lean "The Sun"», explicó la semana pasada ante la comisión Leveson.
Pero
son los negocios cinematográficos y televisivos de News Corporation
(Fox TV es una máquina de dinero) los que permitieron al conglomerado
que preside -valorado en unos 50.000 millones de dólares- mejorar su beneficio un 67% el año pasado.
Un
suculento negocio para el que el viejo empresario y sus periódicos son
una rémora, según piensan cada vez más accionistas de News Corp.
Tras largas horas de humillantes confesiones en Londres de un hombre invitado a todos los cenáculos del poder británico, la declaración parlamentaria de «ineptitud» no es más que la primera andanada contra un editor acorralado.
El
regulador Ofcom deberá dictar en breve si le autoriza a hacerse con
todo Sky. El juez Leveson le situará sin citarle en el centro de la podredumbre del sistema político-mediático británico cuando entregue su informe a final de año.
Y el FBI acecha a sus más próximos asesores -y herederos- por posibles delitos de soborno. Los Murdoch controlan aún el 40% del voto en News Corporation, pero todo indica que no la presidirá un nieto de su padre.
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