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2012/04/02

Luces y sombras de Twitter


  Es cierto que mucha gente es feliz sin conocerlo. También es verdad que hay quien lo conoce y huye despavorido después de un breve escarceo.
Pero somos muchos los que le hemos declarado nuestro amor eterno o, por lo menos, hasta que Internet nos separe. Se trata de Twitter. Nunca 140 caracteres dieron para tanto. En un ejercicio de concreción a veces estresante, los tuiteros disparamos nuestras opiniones a diestro y siniestro, aderezadas con hashtags y arrobas, en lo que se ha convertido ya casi en un meta lenguaje. Tuits, retuits, follows y DM sin parar, con un único objetivo, comunicarnos.
Escribimos a la tuitesfera sin saber quién nos va a leer, pero con la seguridad de que alguien lo hará. Puede que incluso alguien nos conteste y que la cosa más insulsa se convierta en un debate interesante. O incluso, se me cae la baba al decirlo, en un trending topic, el sueño dorado de cualquier tuitero de pro.
Las conferencias ya no son las mismas desde que existe Twitter, los ponentes tienen que competir, no ya con el aburrimiento, sino con los asistentes que tuitean. Los programas de televisión elaboran moscas con hashtags personalizados para que generemos ruido en Twitter con sus contenidos. Y los trending topics se convierten en noticia.
Nada como esta red social para tomarle el pulso al momento. También es cuna de incorrecciones y de falsedades. La rapidez y el calor el momento hace que se cuenten muchas mentiras o verdades a medias. Queremos contar las cosas antes que nadie y eso a veces nos hace darle al ?enter? antes de tiempo.
Hemos matado a personas, cerrado empresas y puesto en palabras de otro lo que no dijo, todo por ser los primeros en contarlo. Nos crece el ombligo pensando que tenemos muchos seguidores y que nuestro mensaje llegará a muchísima gente. Y no nos damos cuenta de que Twitter termina convirtiéndose en un asunto endogámico, en el que los que escriben son siempre los mismos y los que nos leen también. Pero la sensación es momentánea y de nuevo nos invade la necesidad de contarlo todo. De hecho, ahora que lo pienso, a ver cómo resumo yo todo esto en un tuit.

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