La idea es muy sencilla. En vez de que cada ciudad cree su propia
aplicación para móviles sobre el tiempo que falta para que llegue el
próximo autobús a una parada, se abren los datos para que los
desarrolladores fabriquen la app en cuestión, que servirá para todas las
urbes que quieran usarla. Esto es lo que promueven dos programas, Open
Cities y Commons for Europe, ambos liderados por Barcelona.
"El
nivel de servicios que se quiere dar desde las ciudades es cada vez
mayor, pero los presupuestos públicos, por la crisis, disminuyen; por
eso hay que hacer que sean los desarrolladores los que hagan el esfuerzo
y no los gobiernos", explica Esteve Almirall, profesor asociado de
Sistemas de la Información de Esade y coordinador de ambos proyectos.
"Así -prosigue- se fomenta el ahorro público y se generan nuevos
negocios privados". En otro plano, más lento, "también se trata de que
las administraciones, al abrir sus datos, sean más transparentes".
Entre
las aplicaciones previstas -algunas ya funcionan, aunque la mayoría son
de cada ciudad, no compartidas- están la de la búsqueda de
aparcamiento, el aviso de desperfectos en la vía pública o la indicación
de los mejores recorridos en silla de ruedas. En estas iniciativas
participan, entre otras ciudades, además de Barcelona, Helsinki, Berlín.
Amsterdam, Roma, Bolonia, Manchester, Londres o París, a través de los
gobiernos locales, universidades y centros de investigación. Una de las
acciones que llevarán a cabo es el concurso Open Cities App Challenge,
en el que podrán presentarse aplicaciones abiertas de todo tipo de
servicios para cualquier ciudad. Barcelona convoca esta misma semana su
propia competición, Apps4bcn, organizada por el Ayuntamiento y desde la que se puede acceder a la europea.
Buena
parte de lo que se pretende impulsar en Europa con estas iniciativas ya
se está haciendo en Estados Unidos. Jacob Nigel, codirector de la
oficina de Nueva Mecánica Urbana del alcalde de Boston, impulsor de la
asociación de ciudades Code for America, va más allá. Con su
experiencia, considera que se ha demostrado que "poner de acuerdo a
administraciones y desarrolladores para que creen aplicaciones que
solucionen problemas de los ciudadanos y que estos también tengan un
papel activo es un modo eficiente de trabajar por el bienestar de la
comunidad". Y pone varios ejemplos. Una app para webs sirve para que los
ciudadanos apadrinen bocas de incendios y se ocupen de que, en
invierno, no queden tapadas por la nieve. Otra, para móviles, registra
recorridos en coche y detecta, gracias al GPS y al acelerómetro, los
baches, que quedan registrados y se envían al Ayuntamiento. En el ámbito
educativo, un servicio informa de las características y los resultados
de las escuelas públicas, muy útil para los padres a la hora de elegir
la que desean para sus hijos.
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