Al igual que hizo Facebook, Spotify se ha convertido en una plataforma que alberga aplicaciones de terceros. Sten Garmark, director de plataforma, considera que el verdadero valor de Spotify está en la combinación del amplio catálogo musical con estos nuevos programas que explotan al máximo las posibilidad.
La plataforma de creación, según el directivo se basa en HTML 5 y Javascript, dos de los estándares web más comunes. “Tenemos 10 millones de personas probando programas para usar nuestra base de datos como karaoke o hilo musical, según los gustos”, añade.
Garmark recomienda usar el App Finder para descubrir las ventajas de estos complementos. Soundrop, por ejemplo, permite escuchar música en ‘salas’, como si fuera una sesión compartida con otros contactos. Tunewiki, al más puro estilo SingStar, convierte el programa en un karaoke, la letra aparece sincronizada con la canción.
MoodAgent es todavía más personal, adapta las listas de canciones al estado de ánimo del usuario. Es una de las más populares con sus modos “happy quick”, que intenta alegrarnos al instante o “angry”, para desatar la furia interior. SpotOn Radio es una aplicación para iPhone, construida a partir de Spotify. Sexta en popularidad en su fuero, Suecia, sirve como cadena de radio fórmula a partir del gusto de cada cual.
El servicio de música por suscripción cuenta con más de 10 millones activos, aunque solo tres son de pago. Spotify no concreta cuáles son Premium, con acceso ilimitado por 9,95 euros mensuales, y cuáles unlimited, por la mitad de precio pero solo disponible en ordenadores. La cantidad de canciones de Spotify sigue creciendo, son 16 millones, y ya funciona en 13 países. Destaca especialmente que en Suecia, de dónde es originario este almacén musical, lo tiene un tercio de la población. En Europa es el segundo en su categoría, solo por detrás de iTunes, el escaparate de Apple.
Spotify se ganó el favor de las discográficas al presentarse como una interesante alternativa a la piratería. Desde su lanzamiento en 2008 ha pagado 250 millones de dólares a los titulares de derechos. Solo en 2011 pagaron 180 millones.
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