Es imposible separar Microsoft de su producto estrella, el sistema operativo Windows. El gigante de Redmond está presente en una docena de mercados diferentes, desde el entretenimiento hasta el negocio de los servidores, pero este sistema operativo, lanzado por primera vez en 1985 y presente en la mayoría de los ordenadores personales, supone aún la cuarta parte de los ingresos de la corporación. Sin Windows y sin Office (dos productos simbióticos) Microsoft no existiría tal y como la conocemos.
Tal es la importancia que cabría esperar al presidente de la compañía, Steve Ballmer, presentando la nueva versión del sistema operativo, Windows 8, prevista para finales de este año. Sin embargo, en las dos ocasiones en las que Microsoft ha hablado del Windows 8, la cara de la compañía ha sido la de Steven Sinofsky, el responsable de la división de Windows. Fue el conductor de la presentación del sistema operativo para los desarrolladores el pasado mes de septiembre en Annaheim, California y hace una semana, en Barcelona, hizo lo propio con la primera versión beta disponible para consumidores finales. Steve Ballmer, famoso por su personalidad intensa, ha mantenido mientras tanto un perfil discreto. Subió al escenario del CES de Las Vegas (la mayor feria de electrónica de consumo) en enero pero por última vez, ya que Microsoft no tiene pensado volver a dar la conferencia inaugural de la feria.
Un relevo en el mando podría contentar a algunos grandes accionistas como David Einhorn, fundador del fondo de inversión Greenlight Capital, o Eric Jackson, de Ironfire Capital, que han protestado por la gestión de Ballmer al frente de la compañía en numerosas ocasiones. Microsoft se encuentra en un proceso de transformación por la perdida de relevancia de los ordenadores tradicionales, donde tiene una posición dominante, y el ascenso de las plataformas móviles y las tabletas, donde Windows no ha conseguido aún aterrizar con fuerza.
Windows 8 es precisamente la apuesta más completa de la compañía hasta el momento para estas nuevas categorías de producto. Es un cambio completo del sistema operativo para tratar de facilitar el uso de dispositivos móviles y táctiles. Los usuarios tendrán la opción de usar el escritorio de Windows convencional pero Microsoft dará más importancia a la nueva interfaz Metro, más atractiva y optimizada para su uso con pantallas táctiles, donde conceptos como el puntero del ratón o las ventanas no tienen tanta importancia.
Su responsabilidad en Windows Vista (una de las versiones de Windows peor valoradas por los usuarios) fue limitada y en cambio ha dirigido proyectos de bastante éxito en la compañía, como el actual Windows 7, instalado en casi 500 millones de ordenadores, y la tercera versión de los servicios online Windows Live. Su estilo de dirección, meticuloso y puntual, se ha exportado a otras divisiones de la compañía.
Tal es la importancia que cabría esperar al presidente de la compañía, Steve Ballmer, presentando la nueva versión del sistema operativo, Windows 8, prevista para finales de este año. Sin embargo, en las dos ocasiones en las que Microsoft ha hablado del Windows 8, la cara de la compañía ha sido la de Steven Sinofsky, el responsable de la división de Windows. Fue el conductor de la presentación del sistema operativo para los desarrolladores el pasado mes de septiembre en Annaheim, California y hace una semana, en Barcelona, hizo lo propio con la primera versión beta disponible para consumidores finales. Steve Ballmer, famoso por su personalidad intensa, ha mantenido mientras tanto un perfil discreto. Subió al escenario del CES de Las Vegas (la mayor feria de electrónica de consumo) en enero pero por última vez, ya que Microsoft no tiene pensado volver a dar la conferencia inaugural de la feria.
El relevo
El cambio de cara no ha pasado desapercibido entre los blogs y publicaciones tecnológicas, que especulan desde hace semanas con la posibilidad de que Ballmer ceda pronto el cargo de presidente a Sinofsky, el hombre que tiene las llaves no sólo de Windows, sino también de los servicios Windows Live y el desarrollo del navegador Internet Explorer.Un relevo en el mando podría contentar a algunos grandes accionistas como David Einhorn, fundador del fondo de inversión Greenlight Capital, o Eric Jackson, de Ironfire Capital, que han protestado por la gestión de Ballmer al frente de la compañía en numerosas ocasiones. Microsoft se encuentra en un proceso de transformación por la perdida de relevancia de los ordenadores tradicionales, donde tiene una posición dominante, y el ascenso de las plataformas móviles y las tabletas, donde Windows no ha conseguido aún aterrizar con fuerza.
Windows 8 es precisamente la apuesta más completa de la compañía hasta el momento para estas nuevas categorías de producto. Es un cambio completo del sistema operativo para tratar de facilitar el uso de dispositivos móviles y táctiles. Los usuarios tendrán la opción de usar el escritorio de Windows convencional pero Microsoft dará más importancia a la nueva interfaz Metro, más atractiva y optimizada para su uso con pantallas táctiles, donde conceptos como el puntero del ratón o las ventanas no tienen tanta importancia.
Un veterano
Sinofsky es un ingeniero veterano en Microsoft, a la que ha dedicado toda su vida profesional. Se unió a la compañía en 1989 nada más terminar su carrera universitaria como diseñador de software y fue uno de los primeros responsables de Office cuando se creó la división de esta suite ofimática en 1994. Ocupa el cargo de responsable de división de Windows desde el año 2009.Su responsabilidad en Windows Vista (una de las versiones de Windows peor valoradas por los usuarios) fue limitada y en cambio ha dirigido proyectos de bastante éxito en la compañía, como el actual Windows 7, instalado en casi 500 millones de ordenadores, y la tercera versión de los servicios online Windows Live. Su estilo de dirección, meticuloso y puntual, se ha exportado a otras divisiones de la compañía.
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