La semana pasada, el Congreso de EEUU vivió un debate con resonancias de Guerra Fría. Un párrafo introducido a última hora en los presupuestos aprobados en aquel país prohíbe que la NASA y otros organismos públicos mantengan reuniones con China. La norma fue introducida por un grupo de republicanos liderado por Frank Wolf.
"EEUU no debe cooperar para que el Ejército de Liberación del Pueblo [el Ejército de China] desarrolle su programa espacial", dijo la semana pasada Wolf ante un comité del Congreso en el que se investigaba si el Gobierno de Obama había violado la ley al reunirse con representantes del programa espacial chino.
Los dos principales implicados, John Holdren, asesor científico de Barack Obama, y Charles Bolden, jefe de la NASA, admitieron sus contactos con China, defendieron sus beneficios y aseguraron que el Departamento de Justicia les había permitido llevarlos a cabo.
El debate muestra la brecha entre la política de la Casa Blanca, que quiere incrementar la colaboración con otros países en el espacio para paliar la falta de fondos, y los sectores más conservadores, muy críticos con China debido a la falta de derechos humanos y sus posibles actos de espionaje. En 2008 Wolf denunció que varios ordenadores de su oficina en el Capitolio habían sido atacados por hackers chinos.
La norma ha sentado muy mal en el país asiático y ha generado situaciones surrealistas. "He visto cómo gente de la NASA ponía su tarjeta encima de la mesa para que un chino copiase sus datos ya que, según la norma, no podía dársela directamente", explican fuentes del sector espacial español.
"EEUU no debe cooperar para que el Ejército de Liberación del Pueblo [el Ejército de China] desarrolle su programa espacial", dijo la semana pasada Wolf ante un comité del Congreso en el que se investigaba si el Gobierno de Obama había violado la ley al reunirse con representantes del programa espacial chino.
Los dos principales implicados, John Holdren, asesor científico de Barack Obama, y Charles Bolden, jefe de la NASA, admitieron sus contactos con China, defendieron sus beneficios y aseguraron que el Departamento de Justicia les había permitido llevarlos a cabo.
El debate muestra la brecha entre la política de la Casa Blanca, que quiere incrementar la colaboración con otros países en el espacio para paliar la falta de fondos, y los sectores más conservadores, muy críticos con China debido a la falta de derechos humanos y sus posibles actos de espionaje. En 2008 Wolf denunció que varios ordenadores de su oficina en el Capitolio habían sido atacados por hackers chinos.
La norma ha sentado muy mal en el país asiático y ha generado situaciones surrealistas. "He visto cómo gente de la NASA ponía su tarjeta encima de la mesa para que un chino copiase sus datos ya que, según la norma, no podía dársela directamente", explican fuentes del sector espacial español.
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