Tras cada incidente o tragedia protagonizada por jóvenes mentalmente inestables, o no tan jóvenes, es cada vez más habitual que se culpe a los videojuegos acusándolos de deformar sus mentes. El último caso se deriva de la tragedia de Oslo, donde el terrorista confeso Andres Behring Breivik admitía en su tristemente famoso manifiesto que el juego Call of Duty: Modern Warfare 2 era una de sus herramientas de entrenamiento y simulación.
Sin embargo, el psicólogo clínico Christopher Ferguson, de la Universidad internacional de Texas A&M, y especializado en el estudio de asesinatos en masa, considera que quienes intentan vincular esas acciones con los videojuegos se equivocan de pleno y considera que podrían estar filtrando a través de esos prejuicios cuestiones racistas.
"Sé que es algo controvertido decir esto, pero hay cierto tipo de racismo en estos asesinatos... Cuando los disparos tienen lugar en una ciudad del interior con escuelas llenas de minorías nunca se habla de videojuegos, pero cuando estas cosas pasan en escuelas de mayoría blanca y en buenos barrios, la gente empieza a asustarse y los videojuegos son culpados irremediablemente. Creo que hay cierto elemento de racismo o ignorancia en ello."
"La gente quiere saber a qué hombre del saco le podemos echar el muerto y los videojuegos son la opción número uno cuando se trata de este tipo de tragedias", añade.
En el caso concreto de la matanza de Oslo, con 76 muertos, Ferguson cree que pese al manifiesto de Breivik no se ha culpado a los videojuegos con intensidad en los medios debido principalmente a que ha sucedido fuera de EE.UU. y no ha habido tampoco víctimas estadounidenses, recordando que en su país "hay grupos que van a culpar a los videojuegos de cualquier cosa."
"Científicamente, la idea de que la violencia en videojuegos, películas o la televisión contribuye a los homicidios en masa está desestimada pues no hay base real para ella", concluye.
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