En ocasiones, los fármacos más necesarios pueden convertirse en los más temidos. Algo así está pasando en EEUU con los opiáceos, los derivados del opio que constituyen la mejor alternativa terapéutica para el tratamiento de algunos tipos de dolor agudo.
En dicho país, las muertes por este tipo de medicamentos como la de Michael Jackson hace poco más de dos años superan en la actualidad a los fallecimientos por sida, mieloma múltiple (un tipo de cáncer sanguíneo de muy mal pronóstico) y enfermedad hepática asociada al alcoholismo, según un estudio publicado en la última edición del British Medical Journal (BMJ), que llama a controlar este tipo de drogas para reducir la mortalidad asociada a su consumo.
Según explica el autor principal del estudio, el médico del Hospital St. Michael de Toronto (Canadá) Irfan Dhalla, el problema se refiere, sobre todo, al dolor crónico no asociado al cáncer. "Creo que muchos de los facultativos que recetan opiáceos para este tipo de problemas no son conscientes de que no hay ensayos aleatorios y controlados que apoyen su utilización a largo plazo".
El jefe de la Unidad de Toxicología del Hospital Clínic de Barcelona, Santiago Nogué, subraya que "es innegable" que el uso de opiáceos es una "fuente de problemas" pero ve diferencias entre la situación en España y la descrita por Dhalla. "Aquí la prescripción de opiáceos está muy regulada, tanto en oncología como en otras especialidades", subraya. Para Nogué, el problema es que el paciente "puede no hacer buen uso de estos fármacos, que son potentes". Esta situación hace que, según Nogué, la llegada al servicio de Urgencias de su hospital por intoxicación de opiáceos sea "un fenómeno que sí se observa".
El problema del futuro
Para Rafael Maldonado, catedrático de Farmacología de la Universidad Pompeu Fabra, la situación descrita en el BMJ "no se puede dar en España" en este momento, pero sí es un peligro a largo plazo.
"Aquí pecamos más de falta de prescripción que de exceso", señala Maldonado, que cree no obstante "que hay que ser precavidos, para cuando estas sustancias se empiecen a usar todo lo que se debería, como en EEUU". El especialista cree que en la Europa mediterránea "aún hay prejuicios para el uso de opiáceos como tratamiento del dolor". En el país norteamericano, en cambio, se ha pasado del defecto al exceso, "excendiéndose la prescripción en determinadas poblaciones".
Maldonado comenta que en EEUU no es raro que se receten opiáceos para dolores banales como los odontológicos. "Muchos médicos no saben que existen alternativas igual de eficaces para dolores no tan agudos", apunta Dhalla.
Maldonado predice que la prescripción de estos fármacos en España aumentará. "Es una situación que va a llegar y, entonces, habrá que evitar que se sobreprescriban", apunta. El control exhaustivo, sobre todo si la receta es a largo plazo, será entonces imprescindible. "Jamás se puede recetar un opiáceo y mandar al paciente a casa", advierte.
"Aquí pecamos más de falta de prescripción que de exceso", señala Maldonado, que cree no obstante "que hay que ser precavidos, para cuando estas sustancias se empiecen a usar todo lo que se debería, como en EEUU". El especialista cree que en la Europa mediterránea "aún hay prejuicios para el uso de opiáceos como tratamiento del dolor". En el país norteamericano, en cambio, se ha pasado del defecto al exceso, "excendiéndose la prescripción en determinadas poblaciones".
Maldonado comenta que en EEUU no es raro que se receten opiáceos para dolores banales como los odontológicos. "Muchos médicos no saben que existen alternativas igual de eficaces para dolores no tan agudos", apunta Dhalla.
Maldonado predice que la prescripción de estos fármacos en España aumentará. "Es una situación que va a llegar y, entonces, habrá que evitar que se sobreprescriban", apunta. El control exhaustivo, sobre todo si la receta es a largo plazo, será entonces imprescindible. "Jamás se puede recetar un opiáceo y mandar al paciente a casa", advierte.
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