Mientras el gobierno de Muamar Gadafi en Libia parece llegar a su fin, la pregunta de rigor es qué tan estable sería un nuevo régimen y cómo podría tener asegurada su economía.
Libia, en teoría, es un país relativamente rico. De acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), el ingreso per cápita es de US$11.300 anual, lo que la ubica en el tercio superior de la lista de países con mayor ingreso per cápita del mundo.El petróleo y otros recursos naturales energéticos representan un 25% del producto interno bruto y el 95% de los ingresos de exportación. El país posee 41.000 millones de barriles en reservas de petróleo, más que cualquier otro país de África.
Estos ingresos llevaron a la creación del fondo soberano del país, la Autoridad de Inversiones Libia (LIA, por sus siglas en inglés), cuyos activos se estiman en US$65.000 millones y abarcan un amplio espectro de negocios que incluyen una participación en el equipo de fútbol Juventus, una propiedad en el West End de Londres y otras participaciones de acciones.
Libia también tiene oro en abundancia. El FMI estima las reservas en 4,6 millones de onzas, con un valor de US$8.000 millones aproximadamente, lo que la ubica entre las participaciones más altas per cápita de la población del mundo.
Tal como lo señaló el ex director del Banco Central libio, Farhat Bengdara, "No necesitamos donantes. Libia es un país rico. Los activos estatales de la Autoridad de Inversiones Libia, el Banco Central y las reservas en oro equivalen a US$168.000 millones. Sin embargo, todo está congelado".
Respaldo de socios
Además de todo eso, otros países están interesados en las oportunidades de invertir en el país con Qatar e Italia entre los que encabezan la lista.
Qatar busca extender su influencia en la región. El reino le ha dado un enorme apoyo a la causa de los rebeldes y fue el primer estado árabe en dar su respaldo a la creación de una zona de exclusión aérea sobre Libia.
Italia, como mayor socio comercial de su antigua colonia, es el mayor socio de Libia, recibiendo el 38% de exportaciones del país africano y suministrando el 19% de las importaciones. Además, su compañía petrolera, ENI, tiene allí valiosas inversiones que necesita reactivar.
En teoría el dinero está ahí, pero hace falta mucho por hacer una vez que cesen los combates.
La investigadora del centro académico Chatham House de Londres, Jane Kininmont, resume la situación señalando que "hay tres principales preocupaciones: una es la seguridad. En ese sentido, un problema será desarmar a los jóvenes que han estado combatiendo. Tendrán que recibir incentivos, quizás un pago único, pero a largo plazo necesitarán oportunidades de trabajo".
"La segunda es la corrupción. En Irak, que también tenía mucho potencial, han ocurrido graves problemas con este tema. La otra es la distribución de la riqueza. El nuevo gobierno tendrá que conseguir un balance entre estimular la inversión y al mismo tiempo trabajar en convencer a la población libia de que tendrá una participación en el país".
La Agencia Internacional de Energía (AIE) resaltó que "la industria petrolera del país es muy dependiente de las compañías extranjeras, pero muchas tardarán en regresar hasta que la situación no esté completamente segura".
La italiana ENI no está perdiendo tiempo en volver a ocuparse de sus activos. Libia suministra un importante 13% del gas natural que Italia necesita y la empresa está interesada en ayudar al país a recuperarse.
Su director ejecutivo, Paulo Scardino, señaló que la compañía comenzará a suministrar combustible diesel a Libia tan pronto como sea posible y que eventualmente se le cancelaría con petróleo crudo.
Sin embargo, ENI indicó que tomaría de 12 a 18 meses llevar la producción petrolera al nivel previo a la revuelta, añadiendo que a corto plazo se concentrará en la extracción de gas.
Por su parte la consultora del sector energético Wood Mackenzie señaló esta semana que podrían pasar tres años antes de que la producción petrolera, actualmente en 60.000 barriles diarios, volviese alcanzar la cifra de 1.600.000 barriles previa al inicio del conflicto.
Según Mackenzie el regreso a la normalidad dependerá del rápido cese a las hostilidades y la concentración de esfuerzos del CNT y la comunidad internacional en lograr la estabilidad y la reparación de la infraestructura.
Para el jefe del equipo libio de Estabilidad del CNT, Ahmed Jehani, la reconstrucción de la infraestructura llevará por lo menos una década.
Jane Kinninmont de Chatham House subrayó que la mayor parte de la economía estaba sumida en el atraso porque el país estuvo bajo sanciones por tanto tiempo, agregando que el régimen también descuidó un recurso fundamental: la preparación de su gente.
La gran mayoría, un 59%, trabaja en empresas del estado, mientras el sector industrial emplea al 23% y la agricultura al 17%.
"La educación es un tema. Si bien el gasto en educación ha sido alto con niveles de alfabetización mayores al 70%, lo cual es alto para los niveles africanos, lo que se ha enseñado no es muy útil para conseguir empleos", indicó Kinninmont.
"Libia tiene muchos trabajadores extranjeros. Los egipcios y los tunecinos eran preferidos por las compañías extranjeras en Libia antes de la revuelta".
"Esos trabajadores abandonaron el país en medio de la insurrección y atraerlos nuevamente no será fácil", agregó.
La firma Wood Mackenzie destacó también la preocupación que persiste en términos de seguridad. "Los campos petroleros libios están localizados en el extenso y remoto desierto del Sahara, haciendo que sea imposible defenderlos de ataques".
Hay otras compañías que no efectuarán inversiones por razones distintas a las de seguridad.
Las rusas Gazprom, Gazpromneft y Tatneft entre otras, están trabajando actualmente en el país
El director del Consejo Empresarial ruso-libio, Aram Shegunts, le dijo a la agencia de noticias Reuters que su inversión se esfumará. "Hemos perdido Libia completamente. Nuestras compañías no recibirán luz verde para trabajar allá. Si alguien piensa distinto está equivocado. Nuestras compañías perderán todo porque la OTAN les impedirá que hagan negocios en Libia".
Ya el Consejo de Seguridad de la ONU acordó descongelar US$1.500 millones para necesidades humanitarias e Italia se adelantó a ese anuncio formal liberando fondos libios para el pago de trabajadores y otros gastos esenciales.
Y más dinero fresco está a la espera.
El apetito para invertir en Libia ya era fuerte antes del conflicto, apuntó Kinninmont.
"En una conferencia sobre inversión organizada el año pasado en Londres se vieron socios listos para una variedad de negocios, desde desarrollos inmobiliarios y turísticos hasta en los sectores de salud y educación".
Según Kinninmont las oportunidades para el país son inmensas.
"Tienes una economía dominada totalmente por el estado y un estado que acaba de experimentar una revolución. Es una posición bastante interesante".
Qatar busca extender su influencia en la región. El reino le ha dado un enorme apoyo a la causa de los rebeldes y fue el primer estado árabe en dar su respaldo a la creación de una zona de exclusión aérea sobre Libia.
Italia, como mayor socio comercial de su antigua colonia, es el mayor socio de Libia, recibiendo el 38% de exportaciones del país africano y suministrando el 19% de las importaciones. Además, su compañía petrolera, ENI, tiene allí valiosas inversiones que necesita reactivar.
En teoría el dinero está ahí, pero hace falta mucho por hacer una vez que cesen los combates.
La investigadora del centro académico Chatham House de Londres, Jane Kininmont, resume la situación señalando que "hay tres principales preocupaciones: una es la seguridad. En ese sentido, un problema será desarmar a los jóvenes que han estado combatiendo. Tendrán que recibir incentivos, quizás un pago único, pero a largo plazo necesitarán oportunidades de trabajo".
"La segunda es la corrupción. En Irak, que también tenía mucho potencial, han ocurrido graves problemas con este tema. La otra es la distribución de la riqueza. El nuevo gobierno tendrá que conseguir un balance entre estimular la inversión y al mismo tiempo trabajar en convencer a la población libia de que tendrá una participación en el país".
El camino hacia la reconstrucción
El petróleo y el gas están en el centro de esas preocupaciones y, de seguro, seguirán como prioridad del Consejo Nacional de Transición (CNT) y los inversores extranjeros.La Agencia Internacional de Energía (AIE) resaltó que "la industria petrolera del país es muy dependiente de las compañías extranjeras, pero muchas tardarán en regresar hasta que la situación no esté completamente segura".
La italiana ENI no está perdiendo tiempo en volver a ocuparse de sus activos. Libia suministra un importante 13% del gas natural que Italia necesita y la empresa está interesada en ayudar al país a recuperarse.
Su director ejecutivo, Paulo Scardino, señaló que la compañía comenzará a suministrar combustible diesel a Libia tan pronto como sea posible y que eventualmente se le cancelaría con petróleo crudo.
Sin embargo, ENI indicó que tomaría de 12 a 18 meses llevar la producción petrolera al nivel previo a la revuelta, añadiendo que a corto plazo se concentrará en la extracción de gas.
Por su parte la consultora del sector energético Wood Mackenzie señaló esta semana que podrían pasar tres años antes de que la producción petrolera, actualmente en 60.000 barriles diarios, volviese alcanzar la cifra de 1.600.000 barriles previa al inicio del conflicto.
Según Mackenzie el regreso a la normalidad dependerá del rápido cese a las hostilidades y la concentración de esfuerzos del CNT y la comunidad internacional en lograr la estabilidad y la reparación de la infraestructura.
Para el jefe del equipo libio de Estabilidad del CNT, Ahmed Jehani, la reconstrucción de la infraestructura llevará por lo menos una década.
Trabajadores extranjeros
Sin embargo, la reconstrucción con cemento y ladrillos representará una ayuda hasta cierto punto.Jane Kinninmont de Chatham House subrayó que la mayor parte de la economía estaba sumida en el atraso porque el país estuvo bajo sanciones por tanto tiempo, agregando que el régimen también descuidó un recurso fundamental: la preparación de su gente.
La gran mayoría, un 59%, trabaja en empresas del estado, mientras el sector industrial emplea al 23% y la agricultura al 17%.
"La educación es un tema. Si bien el gasto en educación ha sido alto con niveles de alfabetización mayores al 70%, lo cual es alto para los niveles africanos, lo que se ha enseñado no es muy útil para conseguir empleos", indicó Kinninmont.
"Libia tiene muchos trabajadores extranjeros. Los egipcios y los tunecinos eran preferidos por las compañías extranjeras en Libia antes de la revuelta".
"Esos trabajadores abandonaron el país en medio de la insurrección y atraerlos nuevamente no será fácil", agregó.
La firma Wood Mackenzie destacó también la preocupación que persiste en términos de seguridad. "Los campos petroleros libios están localizados en el extenso y remoto desierto del Sahara, haciendo que sea imposible defenderlos de ataques".
Hay otras compañías que no efectuarán inversiones por razones distintas a las de seguridad.
Las rusas Gazprom, Gazpromneft y Tatneft entre otras, están trabajando actualmente en el país
El director del Consejo Empresarial ruso-libio, Aram Shegunts, le dijo a la agencia de noticias Reuters que su inversión se esfumará. "Hemos perdido Libia completamente. Nuestras compañías no recibirán luz verde para trabajar allá. Si alguien piensa distinto está equivocado. Nuestras compañías perderán todo porque la OTAN les impedirá que hagan negocios en Libia".
Activos congelados
Independientemente de si Rusia se retira o no, Libia posee, por supuesto, un colchón de activos enorme en su fondo soberano que, si bien está congelado por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, tiene un rol importante en allanar el camino hacia la estabilidad.Ya el Consejo de Seguridad de la ONU acordó descongelar US$1.500 millones para necesidades humanitarias e Italia se adelantó a ese anuncio formal liberando fondos libios para el pago de trabajadores y otros gastos esenciales.
Y más dinero fresco está a la espera.
El apetito para invertir en Libia ya era fuerte antes del conflicto, apuntó Kinninmont.
"En una conferencia sobre inversión organizada el año pasado en Londres se vieron socios listos para una variedad de negocios, desde desarrollos inmobiliarios y turísticos hasta en los sectores de salud y educación".
Según Kinninmont las oportunidades para el país son inmensas.
"Tienes una economía dominada totalmente por el estado y un estado que acaba de experimentar una revolución. Es una posición bastante interesante".
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