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2011/05/11

La sed china por el vino llega a las bodegas de Occidente

¿Podría la sed de China por el vino fino dejar vacíos las bodegas de Occidente?
Esa ha sido la pregunta que se ha empezado a formular desde que Hong Kong se convirtió en el centro mundial del comercio de vino.

De hecho, las subastas de vino en esa zona administrativa especial de China superaron las sumas de dinero que generaron las subastas en Londres o en Nueva York, el año pasado.
Ya sea que funcionarios de alta jerarquía quieran hacer alarde frente a sus amigos o que empresarios de éxito busquen invertir su dinero en la construcción de bodegas de vino para competir con sus socios comerciales, los chinos están comprando muchas de las mejores cosechas, con lo que están reduciendo las opciones de coleccionistas en otras partes del planeta.

Nuevos postores

En una reciente subasta, en uno de los hoteles más lujosos de Hong Kong, se observaban damas vestidas con Chanel y hombres, la mayoría oriundos de la China continental, que reflejaban el nuevo tipo de postores que están incursionando en el mercado.
Uno de ellos parecía haber traído a su amante, una mujer pequeña que lucía aburrida.
Antes de que se iniciara a subasta, se explicaron las normas en inglés y chino. Para algunos, se trataba de una experiencia completamente nueva.
Pronto los números empezaron a subir con rapidez. Muchas de las pujas se daban entre dos individuos.
Parecían tener los bolsillos muy hondos.

Novedad

James Tien es un empresario de Hong Kong que ha estado coleccionando vino desde hace varios años.
De acuerdo con Tien, en los últimos años, el creciente interés por el vino en China ha disparado los precios de ese producto.
Según Tien, estos postores chinos están comprando en "masa".
"La mayoría de ellos, que tratan de ser sofisticados, empieza de cero", indicó. "Para construir la bodega de vino que añoran, necesitan entre 1.000 y 2.000 botellas".

Inversión

La familia de Raymond Ting hizo su dinero en el negocio de los bienes raíces en la China continental.

Ahora, paralelamente a sus negocios, Ting ha empezado a coleccionar vino. Al lado de su escritorio, en su oficina, tiene una nevera inmensa con lo mejor de su colección vinícola.
El año pasado, invirtió alrededor de US$13 millones en su nuevo pasatiempo.
"La gente me dice que es bastante", señala con una sonrisa. "No sé cuántas botellas tengo exactamente, pero yo creo que tengo cinco, siete, ocho mil".
Para Raymond, se trata de una inversión muy sensata.
"Cada vez más gente está comprando vino", explica. "Por ejemplo, los propietarios de los hoteles más lujosos y de los mejores restaurantes de China se están dando cuenta de que la decoración no es suficiente para demostrar que están entre los primeros. Tienen que tener una bodega de vinos".
Asegura que la China continental, a diferencia de Hong Kong, todavía debe pagar un alto impuesto para importar vino.
"Si ese impuesto llegara a ser eliminado", indica, "los precios se dispararían de una forma exorbitante".

No es una moda pasajera

Por décadas, una pequeña elite en los países asiáticos ha disfrutado del vino fino, pero ahora cada vez más jóvenes están desarrollando el gusto por la uva.
Hong Kong tiene su propio centro vinicultor.
Las uvas son recogidas en el exterior, se conservan congeladas y son llevadas a las instalaciones de lo que fue una fábrica estatal y que ahora se ha transformado en una bodega.
Allí las paredes tienen alineados los barriles en los que los vinos envejecen.
Acuden grupos de Hong Kong y de países asiáticos para realizar catas periódicas.
De acuerdo con la vinicultora Lysanne Tusar, la industria del vino se está enfocando en el este. "A Asia han llegado vinos de todo el mundo y los líderes del sector también están viniendo acá", indicó Tusar.
"No es una moda. Pienso que el fenómeno que está ocurriendo podría cambiar el rostro de la industria".

Giro

Charles Curtis, director del departamento de vinos de la casa de subastas Christie's para Asia, señaló que es en ese continente donde se está produciendo "toda la acción".
"Por siglos, Londres fue el centro del comercio del vino fino y, después, a mediados de la década de los noventa, Nueva York tomó la batuta", explicó el experto.
"Por un tiempo, hubo cierta consternación por el hecho de que los estadounidenses estaban comprando todo el vino. Ahora, hay un nuevo giro. Creo, honestamente, que Hong Kong se va a mantener como el centro (del vino) por, al menos, 20 años, si es que no más".
Si China llega a reducir sus impuestos de importación al vino, el flujo de pujas por los mejores vinos del mundo podría transformarse en una oleada propia del gigante asiático.

BBC Mundo

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