Un viejo amor de los franceses parece sentir el desgaste del tiempo: la tradicional pasión de esta sociedad por el vino como un elemento distintivo de su cultura está en pleno declive, afirma un nuevo estudio.
El cambio se constata tanto en el marcado descenso del consumo de vino en Francia como en una actitud más distante de los jóvenes hacia esa bebida, según el trabajo de expertos del Grupo Escuela Superior de Comercio de Pau (ESC Pau) y la Universidad de Toulouse 1 Capitole.
"De manera global, el consumo de vino en Francia a lo largo de las generaciones está experimentando una merma", dijo Pascal Poutet, coautor del estudio, en diálogo con BBC Mundo.
"Lo que es muy extraño es que Francia está considerado como el país de gran consumo de vino", agregó.
Cambia, todo cambia
Los expertos se basaron en investigaciones previas según las cuales el consumo de vino en Francia descendió de 50 millones de hectolitros en 1980 a 32 millones en 2008.
En promedio, se estima que un francés adulto bebe como máximo una botella de vino por semana.
Una de las razones de esta caída, explicó el estudio, es la disminución en la cantidad de franceses que beben vino regularmente, que una proyección ubica en 16,5%.
Pero también se ha registrado un aumento en la cantidad de franceses que directamente evitan consumir vino, que se duplicó entre 1980 y 2005 para llegar a 38% del total.
Esto, sumado al crecimiento de los consumidores ocasionales, ha llevado a expertos a preguntarse qué está ocurriendo en el país donde beber vino era una suerte de ritual sagrado hasta hace poco tiempo.
Cuestión generacional
Para entender el fenómeno, los autores del estudio dividieron a la población francesa en distintos grupos de edad y concluyeron que los mayores de 65 años son los más proclives al consumo diario de vino.
Entre quienes tienen de 30 a 40 años, denominados "Generación X", el consumo se vuelve algo más "ocasional y festivo", asociado en parte a reuniones con amigos o recepciones laborales, explicó el trabajo.
Y para los menores de 30 años, "el consumo de vino está fuertemente asociado con momentos excepcionales como reuniones familiares a fin de año o cumpleaños (y) aniversarios de bodas", agregó.
"Entre los jóvenes, el vino es algo que va perdiendo valor" y "no tiene tanta nobleza en su representación simbólica", comentó Poutet, que realizó el estudio junto a Thierry Lorey.
Según Poutet, una razón del cambio es que "la mayoría de los jóvenes no han sido educados dentro de algunos principios tradicionales de herencia de un patrimonio que se transmite de una generación a otra".
"No hay más vino"
Los expertos apuntan además a otro tipo de explicaciones, desde las campañas y controles para evitar que los conductores de vehículos beban alcohol hasta una variación en el ritmo de vida de los franceses.
Se trata de todo un "cambio cultural", según el psiquiatra Alain Rigaud, presidente de la Asociación Nacional francesa de Prevención en Alcohología y Adictología (ANPAA).
"Soy casi sexagenario y cuando era niño la población francesa que trabajaba paraba al mediodía y retomaba a las 14 horas", dijo Rigaud a BBC Mundo. "El vino estaba en la mesa y era parte del menú de mediodía y noche".
Pero apuntó que, en las últimas tres décadas, la organización del trabajo y la vida en Francia ha tomado costumbres anglosajonas y eso también ha cambiado el vínculo de la gente con Baco.
"La jornada (laboral) sigue, almorzamos rápidamente un sándwich o una comida rápida", dijo. "No hay más vino".
Rigaud sostuvo que esto representa un "cambio muy positivo" para la salud pública de Francia, aunque el país continúe a la cabeza de los mayores productores y consumidores de vino del mundo.
"Evolución"
Tampoco los expertos vinculados a la producción y comercialización de vino se muestran demasiado inquietos por esta transformación francesa.
Marie-Christine Tarby, presidenta de Vino & Sociedad, un grupo que agrupa a los actores de la industria vitivinícola en Francia, sostuvo que "no necesariamente" se trata de algo negativo.
"Pasamos de un consumo energético en los años ’50 hacia un consumo cualitativo y de apreciación", comentó Tarby en diálogo con BBC Mundo.
A su entender, eso se debe a una "evolución" del vino en Francia, donde actualmente la mayoría de la producción tiene una apelación de origen controlada y la calidad de los caldos ha mejorado con el tiempo.
Algunos especialistas creen que este fenómeno, junto al creciente apetito de China y otros mercados externos por el vino francés, provocó un aumento en el precio, volviéndolo menos accesible a los jóvenes.
Pero Tarby rechazó esta idea: aunque admitió que hay botellas de "alta gama" que son caras, también dijo que "hay una cantidad de vinos muy accesibles que justifican el tiempo de apreciarlos".
Pero comentó que el cambio generacional plantea dudas sobre la vigencia de la unión del vino con la gastronomía francesa, que el año pasado fue declarada patrimonio inmaterial de la humanidad por la UNESCO.
"¿Será capaz Francia de mantener ese modelo?", preguntó. "¿Somos capaces en la vida actual de mantener el matrimonio entre un vaso de vino y un plato preparado?".
BBC Mundo