Al llegar la Semana Santa, vuelven las procesiones, las películas religiosas en la televisión y las noticias sobre nuevas o viejas reliquias. El fenómeno de los amuletos sagrados, que hunde sus raíces en la biología más profunda del ser humano, fue incentivado por la Iglesia católica y ahora es aprovechado para hacer negocio.
Lo último han sido los clavos de Cristo. Con la cobertura de una revista reconocida como es Time, el documentalista canadiense de origen judío Simcha Jacobovici ha presentado hace unos días, en una rueda de prensa, un par de clavos viejos y oxidados. Las piezas han sido encontradas en la supuesta tumba de Caifás, el sacerdote que logró la condena de Jesús según la Biblia. En 1990 no fueron bien inventariadas por la Autoridad para las Antigüedades de Israel y se las quedó un profesor de la Universidad de Tel Aviv.
Ahora, en plena Semana Santa, Jacobovici las convierte en protagonistas de su documental Los clavos de la cruz. "No estamos diciendo que éstos sean los clavos. Decimos que pueden ser los clavos", declara el periodista a Time. Pero Jacobovici tiene mala prensa entre los científicos. Haciendo pareja con el director de Avatar, James Cameron, este canadiense ya realizó los documentales Éxodo, donde presentaba el relato bíblico sobre la salida de los judíos de Egipto como un hecho histórico, y La última tumba de Jesús, donde sostenía que una serie de osarios encontrados en la Tumba Talpiot podrían pertenecer a los de la familia de Jesucristo. Sin embargo, en ambas ocasiones, como ahora, la ciencia seria descalificó sus argumentos.
"Se trata de una burda maniobra para promocionar su documental", dice el divulgador científico y antiguo responsable de la Sociedad Para el Avance del Pensamiento Crítico, Javier Armentia. "Esto ocurre sistemáticamente cada año, con la cercanía de la Semana Santa", añade. Y, en efecto, los otros dos documentales fueron estrenados días antes de la Pascua. La historia se cae desde el principio: Caifás aparece en la Biblia pero su papel en la suerte de Jesús no se recoge en ningún documento histórico, ya sea romano o judío.
Por esta razón, para Armentia, lo que sí hace bien Jacobovici es explotar la atracción por las reliquias. "Todos coleccionamos cosas, en eso somos primates", opina. Como hacían nuestros ancestros y hacen los grandes simios hoy, los humanos da un valor simbólico a objetos a los que dotan de poder. En su momento, "la Iglesia católica, para evitar la proliferación de iglesias, solo permitía erigir una nueva allí donde hubiera una reliquia", recuerda Armentia. Pero esto provocó un mercadeo de amuletos que sigue hasta hoy.
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Lo último han sido los clavos de Cristo. Con la cobertura de una revista reconocida como es Time, el documentalista canadiense de origen judío Simcha Jacobovici ha presentado hace unos días, en una rueda de prensa, un par de clavos viejos y oxidados. Las piezas han sido encontradas en la supuesta tumba de Caifás, el sacerdote que logró la condena de Jesús según la Biblia. En 1990 no fueron bien inventariadas por la Autoridad para las Antigüedades de Israel y se las quedó un profesor de la Universidad de Tel Aviv.
Ahora, en plena Semana Santa, Jacobovici las convierte en protagonistas de su documental Los clavos de la cruz. "No estamos diciendo que éstos sean los clavos. Decimos que pueden ser los clavos", declara el periodista a Time. Pero Jacobovici tiene mala prensa entre los científicos. Haciendo pareja con el director de Avatar, James Cameron, este canadiense ya realizó los documentales Éxodo, donde presentaba el relato bíblico sobre la salida de los judíos de Egipto como un hecho histórico, y La última tumba de Jesús, donde sostenía que una serie de osarios encontrados en la Tumba Talpiot podrían pertenecer a los de la familia de Jesucristo. Sin embargo, en ambas ocasiones, como ahora, la ciencia seria descalificó sus argumentos.
"Se trata de una burda maniobra para promocionar su documental", dice el divulgador científico y antiguo responsable de la Sociedad Para el Avance del Pensamiento Crítico, Javier Armentia. "Esto ocurre sistemáticamente cada año, con la cercanía de la Semana Santa", añade. Y, en efecto, los otros dos documentales fueron estrenados días antes de la Pascua. La historia se cae desde el principio: Caifás aparece en la Biblia pero su papel en la suerte de Jesús no se recoge en ningún documento histórico, ya sea romano o judío.
La superchería vende
De nada sirve que la ciencia vaya desmontando uno a uno los montajes de las reliquias. Como muestra el caso de este documental, la superchería religiosa vende, aunque sea por razones biológicas. Incluso cuando es la propia Iglesia la que deroga el culto, como hizo con el dado al Santo Prepucio, del que había ejemplares en varias iglesias europeas como la de Santiago, los fieles siguen venerándolo un siglo después.Por esta razón, para Armentia, lo que sí hace bien Jacobovici es explotar la atracción por las reliquias. "Todos coleccionamos cosas, en eso somos primates", opina. Como hacían nuestros ancestros y hacen los grandes simios hoy, los humanos da un valor simbólico a objetos a los que dotan de poder. En su momento, "la Iglesia católica, para evitar la proliferación de iglesias, solo permitía erigir una nueva allí donde hubiera una reliquia", recuerda Armentia. Pero esto provocó un mercadeo de amuletos que sigue hasta hoy.
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