Al valenciano Federico Vidal le cayó un golpe de suerte mientras conducía su coche y escuchaba el sorteo del Gordo de Navidad, la lotería más importante de España y una de las más millonarias del mundo.
"El 28150", coreaban los niños que cada año cantan los números ganadores mientras Federico tocaba como loco la bocina de su coche en medio de una avenida. La falla El Cudol, asociación cultural que presidía, había ganado US$210 millones."Fue una felicidad muy grande. Nuestra falla llevaba 42 años jugando el mismo número. Repartimos más de 12.000 participaciones con lo cual el premio se repartió por todo el barrio. La gente saldó deudas, compró apartamentos, coches", detalla a BBC Mundo mientras subraya que este año también jugarán el mismo número.
Este 22 de diciembre los niños del colegio de San Ildefonso volverán a cantar los ganadores del Gordo de Navidad, una lotería con casi dos siglos de tradición y que representa el 1% del Producto Interno Bruto español: más de US$2.800 millones en premios.
El desempleo y la crisis económica que afectan a España han provocado que las colas para comprar los billetes se multipliquen y rodeen manzanas enteras en expendios tradicionales como Doña Manolita en Madrid.
"Hace cinco años nos ganamos el segundo premio más grande del Gordo, este año vamos por el primero", bromea Vidal ante la crisis que también ha tocado a las puertas de los ganadores. Hubo gente que invirtió mejor o peor su dinero. En su caso, guarda en su mesa de noche fajos de décimos de distintas loterías que llevan el mismo número: 28150.
De la suerte...
En la falla de El Cudol hubo un antes y un después del premio que se ganaron en 2005. Ubicada en un barrio obrero de Valencia, todos sus miembros recuerdan el día que les cayó un rayo de suerte."Se puso una pizarra en la entrada del Casal (sede de la falla) con el número ganador. La gente lo miraba y luego se ponían nerviosos. ¿Y entonces hemos ganado? Decían y luego salían corriendo a buscar las participaciones", recuerda María Teresa Climent, esposa de Federico.
De repente el barrio se llenó de cámaras de televisión y de representantes de entidades bancarias. "Querían que les vendiésemos los billetes de lotería para justificar sus cuentas. Al final logramos un trato, depositamos el dinero a cambio de que nos financiaran la remodelación de nuestra sede", agrega Vidal.
La suerte había caído al barrio pero no faltó el que destrozó sin querer su billete en la lavadora o el que simplemente no lo compró.
"Como el bar Fortuna. Es el sitio donde siempre nos reunimos todos los falleros pero ese año no compraron el número", explica e inmediatamente agrega: "pero a los tres meses se ganaron otra lotería".
... a la crisis
Eran años en los que la suerte parecía flotar en el barrio como ahora la crisis."Hay una creencia en España de que cuando ocurre una catástrofe es porque te vas a ganar la lotería y al revés. Cuando hay crisis la gente compra más lotería. No creo mucho en eso ni en la suerte. Nunca compro lotería y, sin embargo, me tocó", comenta María Teresa.
Una inmigrante, empleada de la limpieza, también ganó y ni siquiera compró el billete. "Una chica le ofreció el número pero le dijo que no podía comprarlo, que el dinero lo tenía contado para sus hijos. El día que ganamos la chica regresó, le entregó una de sus participaciones y le dijo: me debes tres euros, que era lo que valía el tiquete ganador", recuerda María Teresa.
Como todos los 22 de diciembre, este miércoles encenderá el televisor para escuchar a los niños que cantan los números ganadores del "Gordo".
No cree en la suerte pero sí en los rostros de felicidad.
BBC Mundo
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