El agua embotellada es una industria que en la actualidad mueve miles de millones de dólares. Su demanda, en las últimas décadas, se incrementó de forma exponencial (en América del Sur, por ejemplo, el consumo llegó a triplicarse entre 1997 y 2004, según una estadística publicada por el periódico británico The Guardian).
Para algunos, se trata de una cuestión de marketing, de una estrategia que ha logrado vender con éxito un elemento de la naturaleza que puede conseguirse -en los lugares donde hay disponibilidad de agua- abriendo el grifo y a bajo costo. Otros, en cambio, aseguran que prefieren el agua embotellada porque sienten que es más segura, pero, sobre todo, porque su sabor es mejor.Ahora, un proyecto en España parece haber encontrado una solución para quienes prefieren el agua de botella. Se trata de un proceso de nanofiltración que hace que el agua potable tenga el mismo sabor -o incluso mejor- que el del agua embotellada.
"Nos llevamos una gran sorpresa cuando hicimos las catas a ciegas, porque el 95% de la gente prefirió nuestra agua", le dijo a BBC Mundo Juan Antonio López, investigador de la Universidad de Cádiz y líder del proyecto piloto llevado a cabo para la Agencia Andaluza del Agua.
Agua mezclada
La iniciativa es pionera en el país y en el mundo porque se realiza con tecnologías limpias, sin producir “ni una molécula de CO2”, explicó el investigador.Para su funcionamiento, la planta piloto de filtración de agua que los científicos montaron en Cádiz, en el suroeste de España, "utiliza energía eólica y fotovoltaica: viento y sol, dos recursos que tenemos en Andalucía", dijo López.
"Lo que nosotros hacemos es utilizar la nanofiltración, una tecnología de membranas que tiene la capacidad de separar los iones del agua. Le quitamos las sales, la dureza y todos los restos que pueda tener y luego la mezclamos con el agua del grifo", señaló el científico.
El agua mejorada, lista para beber, es el resultado del agua que se obtiene mediante la nanofiltración, mezclada con agua potable. Sola, explica el investigador, no sería recomendable por la falta de sales.
Este proceso de "ablandamiento" hace que el agua que se obtiene tenga un gusto similar al del agua embotellada, sin las desventajas ambientales que genera esta última. El agua en botella representa un problema para el medio ambiente por la cantidad de botellas plásticas o de vidrio que se necesitan para almacenarla y por el costo -en término de emisiones de gases con efecto invernadero- que supone su traslado de la fuente original hasta el consumidor.
Ahorro energético
Otra de las ventajas que ofrece el agua tratada en la estación de El Montañés, en Cádiz, es que preserva la vida útil de los electrodomésticos, como la tetera, el lavarropas o el lavavajillas.Por un lado, al reducir la dureza del agua, los aparatos se averían menos a causa de la incrustación de sales y por otro lado, estos gastan menos energía cuando calientan agua, porque "la cal es una barrera a la transferencia de calor.
"La idea es reducir el contenido de la dureza hasta un punto óptimo, de tal manera que los hogares emitan menos CO2", dice López.
"Según nuestros cálculos, cada domicilio podría llegar a emitir entre un 5% y un 7% menos de CO2", añadió el investigador.
Por ahora, la nanofiltración se utiliza como un tratamiento adicional al que de por sí se hace para potabilizar el agua. En un futuro, los investigadores intentarán determinar si las plantas de nanofiltración son capaces de sustituir el proceso tradicional en vez de complementarlo.
BBC Mundo
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