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2010/03/19

¿Quo Vadis Europa?

Fuente: BBC Mundo.

La economía estancada, el euro en crisis, un presidente de la comisión europea que nadie conoce, una responsable de Relaciones Exteriores igualmente anónima... la Unión Europea parece sumida en una crisis de identidad a más de 50 años del comienzo del proyecto paneuropeo.
En un discurso ante el parlamento alemán, la canciller Angela Merkel dijo este miércoles que los 16 países de la eurozona podían considerar la exclusión de uno de sus miembros para salvaguardar la estabilidad del euro.
Las palabras de Merkel dejan en claro las dudas que suscita la crisis griega. La eurozona no logra ponerse de acuerdo para evitar la posible cesación de pagos de Grecia y parece mirar la crisis que se perfila en el horizonte de España, Portugal e Italia con la velocidad de reflejos de un conejo encandilado por los faros de un coche en medio de una carretera.
Este lunes, en Bruselas, los 16 países hablaron de un plan de rescate, pero no precisaron cuánto dinero pondría sobre la mesa y qué canales adoptarían para la ayuda, datos esenciales para saber si Grecia cuenta con el apoyo que necesita para hacer frente a los 20.000 millones de euros que requiere de acá a mayo para evitar la cesación de pagos.

Lea: Europa apoya a Grecia pero sin firmar cheques

En el plano diplomático se advierten más dudas que certezas. Mientras en las primeras décadas el proyecto paneuropeo crecía de los 6 miembros originales del Tratado de Roma (1957) a los 12 del Tratado de Maastricht (1992) y se convertía en la primera década del siglo 21 en una fuerza de 27 naciones, hoy, en medio de la debacle económica planetaria, está mostrando una alarmante falta de iniciativa.
Piotr Kaczynsky, investigador del Centro para Estudios Europeos de Bruselas, ve dos temas de fondo en esta crisis.
"Una parte de esta crisis de identidad es institucional. Otra histórica. Europa fue durante mucho tiempo el centro del planeta. Ya no lo es, pero todavía hay muchos países como el Reino Unido, Alemania o Francia que no se dan cuenta que sólo son relevantes como parte de una unidad superior", señaló a BBC Mundo

¿Alguien a cargo?

En lo institucional los críticos hablan de arteriosclerosis de un cuerpo demasiado grande para tener la vitalidad necesaria en un mundo que gira a una velocidad demencial.
Según estos críticos un ejemplo de esta lentitud es el borrador del programa económico de los 27 miembros de la Unión Europea, Europa 2020, presentado el miércoles 3 de marzo.
"Mientras Grecia tiembla y sufre y los sospechosos habituales especulan contra el euro, a Bruselas sólo se le ocurre anunciar que fabricarán "un marco para afrontar las inminentes amenazas a la estabilidad financiera del euro", señala en una columna en "El País" de España Xavier Vidal-Floch.
El Tratado de Lisboa, que entró en vigor en diciembre, es un intento de oxigenar una mecánica institucional que ha dado claras señales de oxidación.
El Tratado otorgó más poder al Parlamento Europeo, aceleró los mecanismos de voto y creó dos nuevos puestos: presidente del Consejo Europeo y responsable de la política exterior del bloque comunitario.
El problema es que debido a las innumerables tensiones políticas que conviven en la UE (estados chicos versus grandes, norte y sur, la dupla Alemania-Francia frente al Reino Unido) no se eligieron figuras con gravitación propia sino dos virtuales desconocidos.
Ni el ex primer ministro belga Herman Van Rompuy a cargo del ejecutivo ni la laborista británica Catherine Ashton titular de relaciones exteriores de la UE tienen, según los comentaristas, peso propio como para sentarse a negociar con Barack Obama, Hilary Clinton o Wen Jiao Bin.

Es la economía, estúpido

Estos vaivenes de la UE se hacen mucho más difíciles en medio de una crisis económica.

En los albores de la actual crisis, la UE reaccionó con celeridad para aprobar paquetes de estímulo fiscal que ayudaron a evitar una debacle como la de los años 30.
Pero en la zona del euro la crisis ha puesto al descubierto falencias, limitaciones y diferencias que, para algunos comentaristas, pueden ser letales.
De la noche a la mañana se supo que Grecia tenía un déficit fiscal de 12,7% más de cuatro veces superior al techo del 3% que rige para la eurozona.
Los críticos señalan que desde el lanzamiento de la moneda única europea se hizo la vista gorda sobre la "magia contable" que había en las cuentas fiscales de Atenas.
Otros indican que el euro tenía un pecado de origen: no se puede tener una misma moneda y autoridad monetaria (el Banco Central Europeo) sin tener una política fiscal común.
"Muchos economistas se opusieron a una creación prematura del euro porque no teníamos un nivel de integración política y económica que pudiera sostener la moneda. Al euro le falta un mecanismo de cohesión entre economías muy diferentes", dijo a BBC Mundo Ansgar Belke, jefe de investigaciones del Instituto Alemán de Investigación económica y observador del Banco Central Europeo.
Por el momento la crisis griega ha mostrado crecientes divisiones entre Alemania, reticente a toda ayuda, Francia, más negociadora, y países como España, Portugal e Italia, alarmados por lo que perciben como falta de "solidaridad", un principio de la UE.

Adiós a la guerra

Los defensores del proyecto pan europeo señalan que la UE sigue funcionando como un foco de estabilidad en un mundo sin brújula.
En sus más de 50 años de existencia este proyecto, surgido de las cenizas de la segunda guerra mundial, ha superado crisis económicas, la guerra fría y el fin del comunismo sin derramamiento de sangre.
A este éxito le ha sumado la integración de economías menos desarrolladas (como España y Portugal en los 80) que dieron un gran salto gracias a su incorporación al proyecto pan europeo y a la solidaridad de los fondos de cohesión (ayuda presupuestaria para el crecimiento de los menos desarrollados)
Estos dos pilares han sido un imán para aspirantes a incorporarse a la UE. Para los atribulados países balcánicos, por ejemplo, la pertenencia al club europeo es una promesa de prosperidad y un paraguas protector a los conflictos armados que sacudieron la zona en los 90.
Pero muchos creen que la UE no está en condiciones de seguir ampliando el número de miembros.
"Hace tiempo que el dilema es entre expandirse o profundizar. Mi opinión es que llegó el momento de consolidar el actual proceso", indicó a BBC mundo Ansgar Belke.
En medio de la actual incertidumbre mundial, no cabe duda que la economía será fundamental para que la UE recupere el ímpetu de otras épocas.

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