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2010/03/23

¿Qué hacer para ganar?

Fuente: ABC.

En las cajas registradoras de los supermercados de EE.UU. se suelen encontrar golosinas y publicaciones más o menos sensacionalistas. La idea es dar gusto con calorías vacías al público que hace cola para pagar. De todos los tabloides de súper, el «National Enquirer» es el más notorio. Especializado en escándalos sexuales, vende un millón de ejemplares. Y para colmo, compite en la próxima edición de los Pulitzer.
Dentro de una gran polémica en el mundo periodístico americano, los responsables de los galardones han considerado que el «National Enquirer» es una publicación legítima que tiene derecho a competir por estos premios. Y además, le han permitido entrar en dos importantes categorías: periodismo de investigación y cobertura de noticias nacionales. Como mérito, el «National Enquirer» ha presentado la saga de John Edwards, ya que el tabloide llevó la voz cantante a la hora de documentar que el ex senador y candidato presidencial engañó a su esposa enferma de cáncer con una ayudante de su campaña. Relación de la que nació una niña. Una noticia bomba que el resto de la Prensa convencional optó por ignorar en virtud de prudentes consideraciones.
A partir de esas revelaciones, Edwards ha tenido que admitir gradualmente todo su enredo, reconocer a su hija ilegítima, y enfrentarse a una petición de divorcio por parte de su mujer. Por supuesto, sus perspectivas políticas han quedado convertidas en cenizas. Y de propina, la Justicia federal le investiga por pagos electorales indebidos para su amante, Rielle Hunter.
A la vieja usanza
La primera reacción del comité de los Pulitzer ante esta candidatura tóxica fue de rechazo, a tenor de la poco ética fama que tiene ese tabloide de hacer periodismo de chequera, es decir pagando a sus fuentes. Pero Barry Levine, director ejecutivo del «Enquirer» en Nueva York, ha prevalecido al argumentar que ningún informante recibió dinero por la cobertura del caso Edwards. Con insistencia en que la exclusiva se logró «gracias a reporterismo de la vieja escuela, cultivando fuentes, mirando documentos y haciendo seguimientos».
Entre la profesión periodística no han faltado críticas a la mera nominación de una publicación de este tipo para los Pulitzer. Entre reproches de que suena parecido al nombramiento de Al Capone como director del FBI.

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