Para Rolando, 56 años, obrero, Internet es cosa de ciencia ficción. Rolando nunca ha navegado por la autopista de la información, y cree que es pura fábula que una persona sentada desde su casa pueda leer un diario o una revista, ver programas de la tele o escuchar una emisora de radio.
Laureano, 61 años, tabaquero jubilado, me mira con asombro y mueve la cabeza a un lado y otro, como si no lo creyese: que por internet, uno puede reservar un boleto de avión o sacar entradas para el Mundial de Fútbol en Sudáfrica.
Muchos cubanos sólo han visto internet en los filmes que pasa la televisión cubana los sábados por la noche. Han descubierto su magia e inmediatez. Una manera fabulosa de conseguir cualquier dato o información desde el teclado de un ordenador personal.
Internet es visto en Cuba como el arte de lo imposible. Cuando alguien quiere dársela de bien informado, suele decir "lo leí en internet". En la isla, se ha vuelto costumbre pasar de mano en mano textos sobre temas cubanos bajados de periódicos, blogs y sitios digitales.
Como menos del 0.8% de habitantes en el verde caimán poseen conexión desde sus casas a la red mundial, la gente se apaña como puede. En oficinas de la empresa de telecomunicaciones (Etecsa), hoteles, hospitales, aeropuertos, ministerios y redacciones de los principales medios nacionales, entre otros centros laborales, los empleados pueden acceder a internet.
Pero la gente que tiene la suerte de poder entrar a internet, está siempre en el ojo de un huracán. Porque sirve para muchas cosas. Para poder tener un correo electrónico por Yahoo o Gmail y estar en contacto con parientes y amigos en el exterior. O para leer a hurtadillas el último post de Yoani Sánchez en su blog Generación Y o artículos en El Nuevo Herald o ELMUNDO.es, los preferidos cuando de contrastar noticias se trata.
También la red es utilizada para enterarse de chismes (cotilleos) sobre la vida de famosos, intentar hacer amigos extranjeros y por qué no, si el jefe no controla demasiado, como herramienta de negocio.
Sí. Algunas personas que en sus puestos laborales tienen internet tratan de sacarle plata. No mucha. Pero sirve para cubrir gastos diarios.
Luisa, 29 años, empleada de un hotel, todas las mañanas llega con una memoria flash (USB), repleta de mensajes que vecinos de su barrio le entregan para enviar a familiares, novias o amigos residentes en el extranjero.
"Cobro 10 pesos (0.50 centavos de dólar) por pasar un email. Si la conexión lo permite, copio películas o telenovelas que luego “quemo” en DVD y los alquilo a 5 pesos (0.25 centavos de dólar) cada uno. No es mucho, pero me alcanza para merendar y coger taxis particulares " explica la joven cubana.
Otros, como Mariano, 43 años, con vastos conocimientos informáticos, le saca una cantidad apreciable de moneda dura. Él se dedica a diseñar páginas web para personas que alquilan habitaciones para turistas, propietarios de paladares (restaurantes privados) o jineteras (prostitutas) que se ofertan en la red. Y también copia filmes, culebrones y programas televisivos de Miami, sobre todo cuando entrevistan a desertores cercanos a los Castro o reportajes críticos sobre Cuba.
"Las películas, telenovelas y reportajes se los vendo a dueños de 'bancos' (locales ilegales) dedicados al alquiler de vídeos. Por diseñar una web cobro 50 pesos cubanos convertibles (40 dólares). A quienes alquilan habitaciones, les cobro una comisión de 5 pesos cubanos convertibles (4 dólares) por cada turista que se aloje en su casa. Un día bueno me reporta entre 60 y 100 pesos cubanos convertibles (50 y 80 dólares).
A sabiendas de que la gente se informa y lucra con las conexiones a internet desde sus puestos de trabajo, el gobierno de los hermanos Castro ha intentado poner un cerrojo a la red de redes. Y lo vigila con lupa.
En el organismo donde labora, a Nora, 43 años, le hicieron firmar un código de ética, donde se compromete a no “entrar en páginas contrarrevolucionarias, tendenciosas o que tergiversen la realidad cubana.” Ese código le prohíbe tener una cuenta de correos.
La conexión a internet más barata cuesta 5 pesos cubanos convertibles o 125 pesos en moneda nacional, equivalente a la mitad del salario mínimo mensual en Cuba. Además de caras, las conexiones son excesivamente lentas. Las más veloces no sobrepasan los 50 KB y se encuentran en hoteles de lujo como el Meliá Cohíba o el Saratoga.
Subir fotos o vídeos es casi imposible. Ya pensar en tener legalmente internet en casa es una fantasía. En el mercado negro se venden contraseñas (password) de internet en un abanico de precios que van desde los 50 pesos cubanos convertibles hasta los 120 (entre 40 y 100 dólares) las conexiones más rápidas y seguras.
Pero si te pillan, las multas son de escándalo. Hasta 20 mil pesos (4 mil dólares). Y si eres reincidente, puedes ir a la cárcel. Muchos cubanos como el obrero Rolando o el jubilado Laureano, no creen posible que un día puedan sentarse desde su hogar frente a un ordenador y descubrir que internet no es magia ni fábula.
Mientras llega ese momento, se contentan con saber de internet por sus hijos y nietos. O en los filmes de los sábados en la noche.
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