Las capturas de ballena jorobada (Megaptera novaeangliae), una especie amenazada, están prohibidas desde 1985, cuando la Comisión Ballenera Internacional (IWC) prohibió esta práctica debido al descenso poblacional que sufrió este cetáceo a causa de la sobreexplotación. Sin embargo, este veto puede ser levantado, según revela el último informe de la IWC, que sugiere volver a permitir la caza de esta especie.
El documento analiza las poblaciones existentes de ballenas para establecer nuevas cuotas de caza permitidas para Japón, Noruega e Islandia. Actualmente la IWC permite que se capture un total de 221 ejemplares de cetáceos de tres especies diferentes, el rorcual aliblanco (Balaenoptera acutorostrata), el rorcual común (B. physalus) y la ballena de Groenlandia (Balaena mysticetus). El estudio propone reducir el número total de cetáceos capturados a 209, pero dentro de esta cifra incluye 10 ejemplares de ballena jorobada.
Esta propuesta ya la puso sobre la mesa la Comisión danesa en 2006 y fue debatida en 2007. El resultado de la votación fue de 29 votos en contra, cinco a favor y dos abstenciones. Sin embargo, Dinamarca ha seguido reclamando que se levante este veto. La IWC argumenta que esta concesión en las capturas se debe a que "algunas poblaciones de cetáceos se han recuperado debido a la prohibición de la caza que fue impuesta en 1985". Sin embargo, las asociaciones conservacionistas han dado la voz de alarma ante esta posible decisión. "Las ballenas están en grave peligro de extinción y tardan mucho en reproducirse. La cuota que debería establecer la IWC no es 200, ni 100; debe ser cero", manifiesta la responsable de Océanos de Greenpeace, Celia Ojeda.
Vacío legal
Otra de las novedades que incorpora el texto está relacionada con la pesca con fines científicos, una práctica que no tiene cuota máxima de capturas. La IWC propone un seguimiento mediante satélites y análisis de ADN de los ejemplares capturados con estos fines. Sin embargo, esta opción supone la legitimación de esta práctica que actualmente se efectúa gracias a un vacío legal de la normativa existente.
Los tres países con licencia pesquera capturan unos 1.500 ejemplares de ballena al año bajo estos supuestos fines científicos. "Toda la comunidad internacional sabe que estos cetáceos se destinan al consumo y acaban en el mercado", denuncia Ojeda. Además, Japón efectúa parte de sus capturas en el Santuario de Ballenas del Océano del Sur, un espacio protegido donde esta práctica está prohibida. "Si hay un sólo lugar del mundo donde las ballenas deberían estar totalmente protegidas es el Océano del Sur", explica la responsable de Especies de WWF, Wendy Elliot. "Eso significa eliminar el comercio internacional de ballenas de Japón, débilmente disfrazado de investigación científica", añade la experta.
La decisión final sobre el informe se tomará en la próxima reunión anual de la IWC que tendrá lugar en Marruecos en junio.
Japón pide diez años de cárcel para dos activistas
El pasado 15 de febrero comenzó en Japón el juicio contra Junichi y Toru, dos miembros de Greenpeace denunciados por el Gobierno nipón a causa de un presunto delito de robo de carne de ballena. Los activistas interceptaron un cargamento de carne de cetáceos que se iba a destinar al mercado negro y lo presentaron como prueba ante la fiscalía. Sin embargo, el ministerio público decidió que la acción era ilegal y presentó cargos. El Gobierno pide 10 años de cárcel para los activistas, mientras la ONG insiste en que se juzgue a quien caza ballenas, no a quien las defiende.
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