Austeridad, rescates bancarios, recesión, deudas,
desempleo, déficit. Todas son palabras que se vinculan a diario con la
Unión Europea (UE), que busca cómo sobrevivir a una de las peores crisis
en su historia.
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Lea también: Claves del acuerdo que podría cambiar de rumbo la crisisEn medio de ese panorama negro hay ocho países que esperan en fila y tratan de cumplir una larga lista de requisitos para convertirse en miembros del atribulado grupo de naciones.
Esta semana, la UE acordó abrir las negociaciones para la adhesión de Montenegro. Hace unos meses Serbia fue oficializado como candidato y en enero Croacia votó en un referendo a favor de su ingreso.
A ellos se suman Islandia, Turquía, Albania, Macedonia y Bosnia y Herzegovina. Todos, a diferente ritmo y con diferentes grados de oposición, quieren que en sus países ondee la bandera azul con estrellas amarillas (ver recuadro).
Y todos saben que con el ingreso viene la eventual adopción del euro, una moneda en peligro.
¿Qué los lleva a querer unirse a un club del que otros pueden terminar saliendo?
"Triángulo mágico"
Dejando de lado algunas motivaciones únicas de los aspirantes, la UE
resulta atractiva por lo que Olaf Böhnke, del Consejo Europeo de
Relaciones Exteriores, califica como "un triángulo mágico".
"El primer ángulo es la seguridad, el segundo es la dimensión cultural y de identidad y el tercero es el interés económico", le dice a BBC Mundo desde Berlín.
El tema de la seguridad varía entre los aspirantes. En Islandia no es vista como prioridad, en Turquía es importante por su ubicación geográfica (a medio camino entre Europa y el mundo árabe) y en países como Serbia y Croacia es clave por su pasado.
En estos dos países de los Balcanes, los promotores de la adhesión -y varios funcionarios europeos- ven el ingreso como una forma de asegurar que no se repitan los años de guerra que desmembraron a Yugoslavia. En pocas palabras, se trata de ingresar a un grupo para cerrar las heridas que causó la salida de otro.
Esto está vinculado al segundo concepto: la identidad. Los candidatos quieren sentirse miembros del club, quieren ratificar que son europeos.
Este aspecto es particularmente importante para quienes rechazan el ingreso de Turquía. "En el centro de las dificultades hay una ambivalencia europea sobre qué es Turquía y dónde está", escribió hace algunos meses el corresponsal de la BBC Kevin Connolly.
El tercer elemento, el económico, es el que interesa con más claridad a todos los candidatos.
Con su ingreso, los nuevos miembros no sólo reciben fondos europeos, sino que tienen acceso al mayor mercado común del mundo con sus cuatro pilares: el libre movimiento de capital, bienes, servicios y mano de obra.
Pero hoy también es el más controversial, en especial por los problemas financieros que aquejan a la eurozona.
Agrega que la crisis económica no ayuda pues "la UE se vuelve más introvertida, se preocupa más por sus propios problemas internos y fortalece su determinación sobre el alto listón para los aspirantes".
Esto puede reforzar la idea de que hay una UE central y otra periférica, lo que a su vez puede sembrar dudas entre quienes abogan por la identidad común y la pertenencia al club.
Oficialmente, las aspiraciones de los candidatos siguen en pie a pesar de la crisis. Revertir abruptamente la tendencia, después de años buscando la adhesión, sería un costo político alto.
En algunos sectores, sin embargo, sí han crecido las dudas.
En Islandia, donde las aspiraciones europeas son un resultado directo de la crisis económica mundial, que afectó al país particularmente, el prospecto de la membresía fue en un comienzo una esperanza de estabilidad financiera.
En cambio, recientemente la oposición ha sido mayoritaria, hasta el punto que un grupo de economistas y políticos se reunió para discutir no la adopción del euro, sino las posibilidades para que el país adopte el dólar canadiense.
En los Balcanes las aspiraciones siguen fuertes en términos generales, incluso durante la crisis. Montenegro celebró la apertura de las negociaciones, mientras Serbia eligió hace poco al nacionalista Tomislav Nikolic como presidente. Pero, como señaló el mandatario, el nuevo rumbo no afectará el camino europeo del país.
Aleksandar Fatic, director del Centro de Estudios de Seguridad en Belgrado, también cree que el rumbo de su país está definido.
"No creo que la crisis económica europea haya reducido significativamente la atracción de la UE en Serbia", le dijo a BBC Mundo.
Böhnke también es enfático cuando afirma que el poder de atracción de la UE permanece fuerte y que la identidad cultural sigue siendo muy poderosa, aunque admite que el ángulo económico es un "flanco abierto".
En últimas, de cómo se solucione ese flanco depende en gran medida la expansión de la UE. Los ocho candidatos están a la espera.
"El primer ángulo es la seguridad, el segundo es la dimensión cultural y de identidad y el tercero es el interés económico", le dice a BBC Mundo desde Berlín.
El tema de la seguridad varía entre los aspirantes. En Islandia no es vista como prioridad, en Turquía es importante por su ubicación geográfica (a medio camino entre Europa y el mundo árabe) y en países como Serbia y Croacia es clave por su pasado.
En estos dos países de los Balcanes, los promotores de la adhesión -y varios funcionarios europeos- ven el ingreso como una forma de asegurar que no se repitan los años de guerra que desmembraron a Yugoslavia. En pocas palabras, se trata de ingresar a un grupo para cerrar las heridas que causó la salida de otro.
Esto está vinculado al segundo concepto: la identidad. Los candidatos quieren sentirse miembros del club, quieren ratificar que son europeos.
Este aspecto es particularmente importante para quienes rechazan el ingreso de Turquía. "En el centro de las dificultades hay una ambivalencia europea sobre qué es Turquía y dónde está", escribió hace algunos meses el corresponsal de la BBC Kevin Connolly.
El tercer elemento, el económico, es el que interesa con más claridad a todos los candidatos.
Con su ingreso, los nuevos miembros no sólo reciben fondos europeos, sino que tienen acceso al mayor mercado común del mundo con sus cuatro pilares: el libre movimiento de capital, bienes, servicios y mano de obra.
Pero hoy también es el más controversial, en especial por los problemas financieros que aquejan a la eurozona.
¿Poder de atracción en crisis?
Corina Stratulat, analista del Centro de Políticas Europeas, en Bruselas, le dice a BBC Mundo que "los problemas económicos y las divisiones políticas pueden desafiar el poder de atracción de la UE".Agrega que la crisis económica no ayuda pues "la UE se vuelve más introvertida, se preocupa más por sus propios problemas internos y fortalece su determinación sobre el alto listón para los aspirantes".
Esto puede reforzar la idea de que hay una UE central y otra periférica, lo que a su vez puede sembrar dudas entre quienes abogan por la identidad común y la pertenencia al club.
Oficialmente, las aspiraciones de los candidatos siguen en pie a pesar de la crisis. Revertir abruptamente la tendencia, después de años buscando la adhesión, sería un costo político alto.
En algunos sectores, sin embargo, sí han crecido las dudas.
En Islandia, donde las aspiraciones europeas son un resultado directo de la crisis económica mundial, que afectó al país particularmente, el prospecto de la membresía fue en un comienzo una esperanza de estabilidad financiera.
En cambio, recientemente la oposición ha sido mayoritaria, hasta el punto que un grupo de economistas y políticos se reunió para discutir no la adopción del euro, sino las posibilidades para que el país adopte el dólar canadiense.
En los Balcanes las aspiraciones siguen fuertes en términos generales, incluso durante la crisis. Montenegro celebró la apertura de las negociaciones, mientras Serbia eligió hace poco al nacionalista Tomislav Nikolic como presidente. Pero, como señaló el mandatario, el nuevo rumbo no afectará el camino europeo del país.
Aleksandar Fatic, director del Centro de Estudios de Seguridad en Belgrado, también cree que el rumbo de su país está definido.
"No creo que la crisis económica europea haya reducido significativamente la atracción de la UE en Serbia", le dijo a BBC Mundo.
Böhnke también es enfático cuando afirma que el poder de atracción de la UE permanece fuerte y que la identidad cultural sigue siendo muy poderosa, aunque admite que el ángulo económico es un "flanco abierto".
En últimas, de cómo se solucione ese flanco depende en gran medida la expansión de la UE. Los ocho candidatos están a la espera.
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