Hoy, 4 de mayo, se celebra en todo el mundo el Día Mundial contra el
DRM (Digital Rights Management), una jornada en la que los activistas
contra este sistema de control de copias quieren concienciar a todos los
usuarios sobre sus inconvenientes.
Bajo el eslogan "no a las esposas digitales, a los contratos restrictivos, a la vigilancia" se está difundiendo el manifiesto firmado por Richard Stallman, en el que se alerta sobre los riesgos de control que las empresas vendedoras pueden tener sobre el acceso a los libros.
Así, las grandes cadenas de distribución de 'e-books' exigen que el usuario se identifique con su nombre al hacerse con el libro, limita el préstamo o la copia y puede mantener el derecho a eliminar textos del 'e-reader' del usuario, según acusa el manifiesto.
El Día Mundial contra el DRM tiene detrás a Defective by Design, una campaña de la Free Software Foundation (FSF), una entidad mundial sin ánimo de lucro que busca la defensa del 'software' libre fundada por el propio Richard Stallman.
Aunque ellos esgrimen razones más relacionadas con los derechos de los usuarios (como su derecho a la privacidad o a la libertad de hacer con lo que les pertenece lo que quieran), no son los únicos que se muestran contrarios al uso del DRM en el mundo del libro electrónico.
Algunas editoriales, como el sello B de Books, la división 'e-book' de Ediciones B, han decidido despojarse de él. Como explican en su web oficial, "B de Books es el primer sello que no requiere encriptación DRM por defecto", apuntan.
"Facilitamos de esta manera el acceso a nuestros contenidos, haciéndolo tan fácil como la compra online de un libro impreso". El DRM hace que la adquisición de un libro electrónico se convierta en un proceso complejo y nada sencillo.
Aunque existen lectores que permiten liquidar la transferencia entre dispositivos dejando todo el proceso 'in-house' y bajo control, como es el caso de Amazon, la familia Kindle y la transferencia de archivos Whispernet, otros muchos obligan al lector a pasar su libro por un programa de Adobe antes de transferirlo al terminal, lo que hace que llenar el ereader con ebooks piratas sea mucho más sencillo que hacerlo con 'e-books' adquiridos de forma legal.
Los usuarios reclaman la desaparición del DRM para hacer el proceso mucho más simple y sencillo, aunque su existencia tampoco tiene que ser plato de buen gusto para las editoriales. Como recoge el blog especializado Dos Doce, algunos programas de DRM le cuestan mucho dinero a las editoriales, impide que plataformas de venta y lectores sean compatibles o hace más complicado el acceso al libro electrónico de los lectores noveles.
Bajo el eslogan "no a las esposas digitales, a los contratos restrictivos, a la vigilancia" se está difundiendo el manifiesto firmado por Richard Stallman, en el que se alerta sobre los riesgos de control que las empresas vendedoras pueden tener sobre el acceso a los libros.
Así, las grandes cadenas de distribución de 'e-books' exigen que el usuario se identifique con su nombre al hacerse con el libro, limita el préstamo o la copia y puede mantener el derecho a eliminar textos del 'e-reader' del usuario, según acusa el manifiesto.
El Día Mundial contra el DRM tiene detrás a Defective by Design, una campaña de la Free Software Foundation (FSF), una entidad mundial sin ánimo de lucro que busca la defensa del 'software' libre fundada por el propio Richard Stallman.
Aunque ellos esgrimen razones más relacionadas con los derechos de los usuarios (como su derecho a la privacidad o a la libertad de hacer con lo que les pertenece lo que quieran), no son los únicos que se muestran contrarios al uso del DRM en el mundo del libro electrónico.
Algunas editoriales, como el sello B de Books, la división 'e-book' de Ediciones B, han decidido despojarse de él. Como explican en su web oficial, "B de Books es el primer sello que no requiere encriptación DRM por defecto", apuntan.
"Facilitamos de esta manera el acceso a nuestros contenidos, haciéndolo tan fácil como la compra online de un libro impreso". El DRM hace que la adquisición de un libro electrónico se convierta en un proceso complejo y nada sencillo.
Aunque existen lectores que permiten liquidar la transferencia entre dispositivos dejando todo el proceso 'in-house' y bajo control, como es el caso de Amazon, la familia Kindle y la transferencia de archivos Whispernet, otros muchos obligan al lector a pasar su libro por un programa de Adobe antes de transferirlo al terminal, lo que hace que llenar el ereader con ebooks piratas sea mucho más sencillo que hacerlo con 'e-books' adquiridos de forma legal.
Los usuarios reclaman la desaparición del DRM para hacer el proceso mucho más simple y sencillo, aunque su existencia tampoco tiene que ser plato de buen gusto para las editoriales. Como recoge el blog especializado Dos Doce, algunos programas de DRM le cuestan mucho dinero a las editoriales, impide que plataformas de venta y lectores sean compatibles o hace más complicado el acceso al libro electrónico de los lectores noveles.
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