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2011/11/14

Los chinos se rebelan contra la polución

Es habitual que Pekín amanezca con el cielo totalmente gris y que el Buró de Protección Medioambiental (BPM) califique la calidad del aire como "buena" o "ligeramente contaminada", esta última concesión sólo aplicable a los días en los que la visibilidad es pésima, y el aire irrita ojos y fosas nasales. Según datos oficiales, este año Pekín ha gozado de buena calidad del aire un 77% de los días, a pesar de ser la séptima capital más contaminada del mundo según un estudio reciente de la Organización Mundial de la Salud.
Sin embargo, cada vez son más los pekineses que miran con sospecha los 27 medidores de polución que el BPM tiene repartidos por toda la ciudad. Sobre todo después de saber que la embajada de Estados Unidos también cuenta con un aparato propio, cuyos resultados son mucho más alarmantes de lo que reflejan los medidores oficiales. La embajada ofrece actualizaciones cada hora a través de Twitter, con calificaciones de aire que suelen oscilar entre "muy insalubre" y "peligroso".

El vaso de la paciencia de miles de chinos finalmente se derramó este domingo. Mientras 200 vuelos eran retrasados o cancelados, seis autopistas cerradas por falta de visibilidad y el medidor de la embajada de EEUU se ponía al rojo vivo, el BPM calificaba la polución de "moderada". Una contradicción que llevó a Pan Shiyi, un magnate inmobiliario, a postear en su cuenta Weibo (el Twitter chino) el siguiente mensaje: "¿Se equivocan los chinos y la embajada americana por querer conocer la realidad?". Pan sugirió a las autoridades adoptar el mismo método de medición de la embajada y lo sometió a votación en la red. Hasta la fecha, casi 40.000 personas se han postulado a favor de un cambio en las mediciones, entre ellos varios famosos e intelectuales.

Diferencias entre partículas

La explicación al baile de datos no radica en que Pekín manipule sus aparatos, sino en que sus lectores sólo miden las "partículas ásperas", conocidas como PM10 porque miden entre 2.5 y 10 micrómetros (humo, polvo, residuos de las fábricas). En cambio, la embajada de EEUU también mide las "partículas finas", llamadas PM2.5, cuyo diámetro es ínfimo (30 veces menor que un cabello humano) y constituyen un enorme riesgo para la salud porque entran en la corriente sanguínea y se instalan en los pulmones. El monóxido de carbono expulsado por los coches es uno de sus principales causantes.

Esta presión social ha elevado por primera vez el debate sobre si los chinos deberían conocer también los niveles de concentración de partículas PM2.5. Según un estudio elaborado entre 2001 y 2006 por la NASA, el noreste de China es el lugar del mundo con mayor concentración de partículas PM2.5 (ver gráfico).
El Gobierno no es ajeno a este problema. Un estudio publicado hace apenas unos días por el Ministerio de Protección Medioambiental indica que el 40% de las ciudades más grandes de China (113 en total) superan el límite nacional de contaminación atmosférica. En Pekín y en otras 44 ciudades la situación alcanza el nivel de "alarmante".
"Tiene mucho sentido que las autoridades comiencen a hacer públicos los niveles de partículas PM2.5, ya que afectan directamente a la salud pública", indica Pan Xiaochuan, vicedirector de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Pekín, a este diario. Un mes antes de que la falta de transparencia saltara a la arena pública, el Gobierno empezó a debatir sobre la posibilidad de incluir la medición PM2.5 en la próxima revisión de los estándares nacionales de calidad del aire. Pero como en China todo va despacio, la inclusión de las mediciones podría retrasarse entre uno y cinco años.
El BPM ha reaccionado a la campaña ciudadana abriendo al público su centro de control del aire, aunque sólo en visitas semanales para un máximo de 40 personas. "El nivel de vida crece, y los residentes de Pekín se muestran más preocupados por el medioambiente. Espero que esta iniciativa aplaque sus miedos", afirmó Hua Lei, vicedirector del BPM.
"En diez años hemos pasado de tener un millón de coches en Pekín a tener cuatro. Si no monitorizamos los niveles de PM2.5, es muy sencillo para las autoridades concluir que la calidad del aire está mejorando, ya que hoy en la ciudad hay menos fábricas y construcción y por lo tanto menos partículas PM10. Seguir ignorando los niveles de PM2.5 no es realista", indicó el diario oficial China Daily con una dureza poco usual. "Una tarea crucial de la autoridad medioambiental es advertir a la población sobre la polución para que pueda tomar precauciones", prosiguió.
Para Pan Xiaochun, reducir los niveles de PM2.5 en China pasa por "limitar la compra de coches privados y desarrollar una industria menos contaminante". Sin embargo, este experto advierte que el problema es "muy difícil de resolver" debido al constante "desarrollo social e industrial del país".
Pero la lacra de la polución ya ha empezado a pasar factura social. En una encuesta elaborada por el Banco de China, la pobre calidad del aire es una de las principales razones que esgrimen los multimillonarios chinos para querer emigrar a otro país.

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