Hasta ahora, diversos trabajos científicos muy localizados, incluso un informe de la Organización Meteorológica Mundial, habían llamado la atención sobre el origen antropogénico de los fenómenos extremos del clima. Ayer, los 192 países representados en el Panel Intergubernamental para el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) de Naciones Unidas dieron por bueno un informe que asevera que "hay evidencia de que algunos eventos extremos han cambiado como resultado de la influencia del hombre, incluyendo el incremento de las concentraciones de gases de efecto invernadero". A menos de un mes de que se celebre la decisiva otra más cumbre de Durban (Suráfrica), este trabajo, realizado por 220 expertos de 62 nacionalidades a lo largo de los últimos tres años, no deja escapatoria a los líderes políticos: o cambiamos o nos preparamos para lo peor. Porque el informe, además de confirmar con distintos grados de fiabilidad la relación entre el ser humano y estos desastres, advierte de que irán a peor.
"Afortunadamente, sabemos más ahora que hace unos años, lo que nos permitirá una mejor gestión de los desastres", advirtió Rajendra Pachauri, responsable último del IPCC y premio Nobel de Paz, durante la presentación de estas conclusiones en Kampala, Uganda. "Es importante que los representantes políticos que acudan a Durban sepan lo que está ocurriendo", señaló Pachauri, en referencia a la importancia que tendrá esa cumbre para poner coto a los desastres que se diagnostican en el informe como síntomas de la mala gestión que se está haciendo del clima a escala global.
"Ahora estamos mucho más seguros de lo que lo estábamos antes de que el cambio climático multiplicará el número de días inusualmente cálidos y que eso, en muchas regiones, afectará a su vez a la estabilidad de las precipitaciones", defendió Thomas Stocker, experto de la Universidad de Bern y jefe de uno de los grupos de científicos del IPCC. Los días cálidos van a dispararse en el futuro. Es la conclusión que más claramente se defiende en el informe, porque es la variable de la que más evidencias estadísticas se tiene para poder aseverar que existe una relación de al menos un 99% entre el aumento de los días cálidos y la actual gestión que el ser humano hace del planeta.
"Es virtualmente cierto que durante el siglo XXI habrá un incremento de la frecuencia de los días extremadamente calurosos", expresa el documento ratificado. "Es muy probable [por encima del 90% de posibilidades] que crecerá la duración, la frecuencia y la intensidad de las olas de calor en la mayoría de las regiones", añade. Según sus estimaciones, a finales de siglo el número de días inusualmente cálidos se multiplicará por diez. Además, los días especialmente fríos se reducirán en las próximas décadas respondiendo a un patrón inversamente proporcional.
También por culpa del cambio climático, habrá episodios graves de inundaciones en la costa de algunas regiones por culpa de la crecida del nivel del mar. Los ciclones y huracanes se agravarán de continuar por la vereda actual, hasta el punto de que se considera probable (más del 66% de posibilidades) que ganen intensidad en la fiereza y efecto devastador de los vientos que desaten estos fenómenos. Los expertos también consideran probable que las lluvias torrenciales se agraven y multipliquen por todo el planeta, lo que implicará, sumado al aumento de las temperaturas, un incremento de las inundaciones. Los científicos del IPCC aventuran que los episodios de diluvios localizados se multiplicarán por cuatro.
Aunque los científicos están menos seguros, también afirman que hay evidencias de que se intensificarán las sequías en buena parte del globo, incluyendo el sur y el centro de Europa, centro y Norteamérica, Brasil y el sur de África. En este apartado se muestran menos confiados como para asegurar que será así debido a la limitada de cantidad de datos con los que se cuenta y la extraordinaria complejidad que mueve estos fenómenos. Aun así, se aporta un dato: de los 12 inviernos más secos registrados desde 1902, diez se han vivido en los últimos 20 años.
"Los eventos extremos suceden cada mucho tiempo, por lo que es más difícil cuantificar el impacto antropogénico. Poder comprobar esa relación es una cuestión de estadísticas", resume el investigador Carlos Duarte. Este experto en cambio climático explica que es más fácil establecer la relación entre la mano del hombre y el aumento de las temperaturas porque hay datos de sobra. Por contra, aunque hay evidencias que lo respaldan, las sequías se producen con tan poca regularidad que resulta mucho más difícil establecer modelos que las emparenten con la acción humana, dado que en el informe sólo se tienen en cuenta los datos obtenidos desde 1950. "Ahora tenemos una mayor resolución estadística y podemos confirmar el aumento de temperaturas sin problemas. Ya se irán obteniendo estadísticas suficientes para afirmar con la misma rotundidad otras cosas", considera Duarte.
Veranos infernales en España
Uno de los responsables del informe, el investigador del CSIC Gerardo Benito, considera que el informe sobre todo llama la atención sobre el aumento de los riesgos para las personas. "No sólo por el aumento de fenómenos extremos, sino también porque cada vez somos más vulnerables y estamos más expuestos a sus efectos", indica, en referencia a que el aumento de la población la está exponiendo como nunca a riadas e inundaciones, por ejemplo, por asentarse en lugares inadecuados.En cuanto a los riesgos inmediatos asociados a España, Benito señala las sequías y especialmente las temperaturas infernales. "Habrá muchas más olas de calor y muy pocos días fríos. Tendremos veranos muy cálidos y noches de las llamadas tropicales, con temperaturas por encima de los 20 grados", señala Benito, quien pone como ejemplo de algo que será habitual el verano de 2003, en el que murieron más de 40.000 europeos por culpa de las altas temperaturas. Un estudio publicado en Nature analizando las causas de aquella ola de calor demostró que la emisión de gases de efecto invernadero había doblado el riesgo de que algo así sucediera.
Sin embargo, el informe advierte de que los desastres naturales seguirán acabando con la vida de los habitantes en países en desarrollo. Entre 1970 y 2008, el 95% de las muertes asociadas a desastres naturales se dieron en países pobres, una proporción que aumentará en los próximos años de seguir así las cosas. Las pérdidas económicas más severas derivadas de estos desastres, en cambio, crecerán en los países avanzados. El año con mayores pérdidas globales registradas desde 1980 fue 2005: 150.000 millones de euros, en su mayor parte derivados del desastre del huracán Katrina.
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