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2011/11/21

España pisa Marte

El hombre del tiempo de Marte será español. Cada día, investigadores de este país darán al mundo el parte meteorológico del planeta rojo. Lo harán gracias a la estación REMS, que va montada al cuello del nuevo vehículo de exploración marciana Curiosity.
Su despegue, previsto el viernes desde Cabo Cañaveral (EEUU), marca un hito histórico para la ciencia y la ingeniería españolas. Por primera vez un instrumento 100% made in Spain y dirigido por investigadores de este país pisará el planeta rojo. El dispositivo será clave para el triunfo de la misión de exploración marciana más cara y ambiciosa de la historia.
Pero antes Curiosity debe hacer un viaje de casi un año y 570 millones de kilómetros. "Ya está todo preparado, no queda más que marcharse", explica Javier Gómez-Elvira, investigador del Centro de Astrobiología de Madrid (CAB) y jefe del equipo de unas 40 personas que ha construido a este robot del tiempo español llamado REMS. Parte de su equipo sale mañana hacia EEUU, donde presenciará el despegue. Los jefes de la misión, liderada por la NASA, tienen grandes planes para sus colegas españoles.
"Espero que todo el mundo pueda consultar algún día en su móvil un parte meteorológico llegado desde Marte", comenta a este diario John Grotzinger, jefe científico de la misión. Eso es exactamente lo que recibirá en su ordenador el equipo de Gómez-Elvira. A simple vista, el dispositivo español está compuesto por dos cilindros de unos 15 centímetros y aspecto de pistola espacial. Están situados en el mástil que sujeta la cabeza del Curiosity. Cada hora medirán durante cinco minutos la velocidad y dirección del viento, la humedad y la temperatura del aire y el suelo. Otros dos sensores en la espalda del coche aportarán datos sobre la presión y la radiación, tan alta que achicharraría a cualquier criatura terrestre.
"Una cuestión importante es si la superficie de Marte hoy es habitable", comenta Grotzinger sobre las respuestas que espera obtener su equipo gracias a REMS, uno de los 11 instrumentos que lleva montados el robot de exploración. El equipo incluye varias cámaras de alta definición, un rayo láser capaz de analizar rocas a distancia e instrumentos que freirán a 400º el polvo y las arcillas marcianas en busca de componentes orgánicos que puedan evidenciar la presencia de vida.
Al igual que para sus antecesores, los rover de exploración Spirit y Opportunity, encontrar vida no está entre los objetivos oficiales del Curiosity. Es la manera que tiene la NASA de cubrirse las espaldas ante una misión que afronta grandes incertidumbres y que ha costado a sus contribuyentes unos 2.500 millones de dólares (1.900 millones de euros).
"Si dicen que se busca vida y después no lo consiguen, la misión sería considerada un fracaso", explica José Antonio Rodríguez-Manfredi, uno de los ingenieros jefes del equipo español. Sin embargo, la gran pregunta siempre está presente. "Uno nunca pierde la idea de que haya vida", confiesa el español.
El proyecto para construir REMS comenzó en 2004, cuando la NASA y el Gobierno de España firmaron el acuerdo para desarrollarlo. El CAB ya había colaborado con la NASA en misiones anteriores, como el proyecto MARTE, que en 2005 realizó la perforación más profunda en busca de vida que se había hecho en Ríotinto (Huelva), uno de los rincones de la tierra que más se parecen al planeta rojo. Los resultados fueron tan positivos que, por primera vez, la NASA confió a España la construcción y el manejo de un instrumento completo dentro de su rover y puso a Gómez-Elvira como uno de los 11 investigadores principales del proyecto. "Es una demostración de la madurez de la industria y la ciencia en España", celebra el investigador.

Del polo a los Monegros

El REMS aportará los informes del tiempo y habitabilidad marciana más detallados hasta la fecha. Uno de los fenómenos que podrá estudiar son las tormentas de polvo marcianas. Para que no se obstruyan sus sensores a la intemperie, estos están dotados de imanes que repelen las cargas eléctricas de las partículas y que han sido probados en una enorme olla a presión capaz de recrear Marte en pleno Torrejón de Ardoz (Madrid), donde está la sede del CAB.
Antes del estreno, el equipo ha probado su ingenio en los lugares más hostiles del planeta. Réplicas exactas de la estación meteorológica REMS se han batido el cobre en los lugares más inclementes del mundo, desde la Antártida hasta los Monegros (Aragón) pasando por las llanuras blancas de Chott el Djerid, el desierto de sal de Túnez que figuraba en la saga de películas de La Guerra de las Galaxias.
Terminados los días de entreno terrestre, Curisosity afronta ahora su destino final: el cráter Gale. Se trata de un boquete de 150 kilómetros de diámetro en cuyo centro se alza una imponente montaña de 5.000 metros hecha de antiguos escombros levantados por un enorme meteorito. El destino se ha elegido entre otras más de cien posibilidades por su potencial para albergar vestigios de vida.
"Gale fue un lago que se evaporó y hay varios puntos en su interior con una alto índice de habitabilidad", explica Felipe Gómez, experto en extremófilos, un tipo de microorganismos capaces de sobrevivir en los lugares más hostiles de la Tierra, desde las profundidades gélidas de la Antártida a las aguas ácidas y sin oxígeno de Riotinto. Entre los puntos más interesantes, dice este miembro del equipo de REMS, están las escorrentías, desagües aún visibles en los extremos del cráter por los que el agua fluía hace millones de años. Otro punto caliente son las pendientes, donde hay más probabilidades de que se acumulase el agua o de que incluso esté aún allí en estado líquido, como ya apuntó la nave Phoenix de la NASA en unos resultados aún controvertidos.
Gale presenta las condiciones casi perfectas, ya que "está muy cerca del ecuador de Marte, donde las temperaturas son más cálidas", comenta Rodríguez-Mafredi. El impacto hace unos 3.800 millones de años hizo aflorar materiales antiguos con los que ahora Curiosity podrá reconstruir la historia geológica del planeta. "Es como una ventana abierta al interior de Marte", resume Rodríguez-Manfredi.
Con los datos de REMS, Gómez espera crear el primer Índice de Habitabilidad, "una especie de puntuación que mostrará el potencial de albergar vida" de cada lugar que pise el rover, explica. Gómez compara su índice con la ecuación de Drake, una fórmula para calcular el número de civilizaciones extraterrestres contactables cuyas incógnitas iban desde la tasa de formación de estrellas al porcentaje de criaturas capaces de llegar a la madurez tecnológica. "Es algo muy ambicioso", comenta Gómez. "Esto permitirá detectar nichos ecológicos", señala. Aunque está diseñado para mediciones in situ, Gómez señala que su índice podría ser modificado para ponerle nota de habitabilidad también a planetas extrasolares que están aún fuera del alcance de las naves humanas.
Pero antes de que todo esto suceda quedan dos grandes obstáculos que salvar, recuerda Rodríguez-Manfredi. El primer momento crítico será el despegue de la misión, que se realizará el viernes a las 16.25 hora peninsular española.
El 8 de agosto de 2012, a las cinco de la tarde hora marciana, el Curiosity iniciará su aterrizaje, el primero que usará un nuevo sistema basado en una grúa que se detendrá planeando a 20 metros del suelo y que debe descolgar el coche sin que sufra daños. Para entonces, todo el equipo español estará de nuevo en EEUU junto al resto de participantes. "No sé si me dejarán hacer fotos, pero estoy seguro de que por lo menos la mitad se va a poner a llorar", confiesa Rodríguez-Manfredi.

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