Los seguidores de esta forma de consumo celebran este viernes el Día sin compras, una iniciativa promovida por ONG's y colectivos de consumidores y ecologistas, que se celebra desde hace veinte años e invita a reflexionar sobre el despilfarro y la sobreexplotación de recursos naturales. Una fecha nada arbitraria: coincide con la celebración del Black Friday, o el comienzo de las rebajas en Estados Unidos.
El perfil del consumidor responsable es el de un titulado universitario, sobre todo de profesiones liberales o vinculadas a la filosofía y a las ciencias ambientales, con valores ligados al bien común, según un informe elaborado por el Ministerio de Trabajo e Inmigración.
A algunos les guía la búsqueda de un estilo de vida más coherente, otros promueven la transformación social o buscan reducir su "huella ecológica", es decir, el impacto que sus decisiones tienen sobre el medio ambiente, pero para la mayoría, optar por este tipo de consumo supone un proceso de crecimiento personal.
Toni Lodeiro, autor del libro Consumir menos, vivir mejor (Editorial Txalaparta), ha explicado que, desde pequeño, sentía cierto rechazo hacia la publicidad y la presión de las marcas, a lo que se sumó, ya en la adolescencia, la percepción de que las personas de su entorno trabajaban muchas horas para comprarse cosas que quizá no necesitaban.
El consumidor se plantea así cuáles son sus necesidades verdaderas, analiza el efecto que la publicidad tiene sobre sus decisiones de compra y opta por reducir su volumen de consumo, lo que le permite a su vez disminuir su dependencia económica y optar, por ejemplo, por trabajar menos horas.
Sin embargo, no todo fue sencillo en su transición hacia el consumo responsable. "Lo peor es el sentimiento de soledad, incomprensión y el rechazo social que genera ir a contracorriente. Hace años era difícil encontrar personas con las que compartir ese proceso porque era una opción de vida más minoritaria", ha relatado Lodeiro, quien considera que la estructura económica y social tampoco facilita el cambio.
"Existe una cultura de consumo muy arraigada, una maquinaria económica y publicitaria con un poder tremendo y una estructura que dificulta que, por ejemplo, podamos pedir una reducción de jornada. Tras un período histórico de escasez vinieron varias décadas en las que más consumo ha significado más calidad de vida, pero desde hace unos años, comprar más cosas produce el efecto contrario", ha añadido.
La transición hacia el consumo consciente
Aunque los consumidores responsables pueden ser de muchos tipos, el informe del Ministerio cita algunas de las acciones por las que optan: reducir el consumo de carne y de pescado de piscifactoría, primar a las empresas más sostenibles y elegir productos de temporada, artesanales, con envases biodegradables o elaborados lo más cerca de su domicilio.Algunos de ellos adoptan, además, una actitud activa en su relación con las marcas; así, participan en campañas reivindicativas, envían correos de protesta, organizan boicots contra empresas que llevan a cabo malas prácticas y evitan las multinacionales.
Otras opciones son comprar en tiendas pequeñas o de comercio justo, abrirse una cuenta en una entidad de banca ética, usar transporte público y evitar los productos con mucho embalaje.
En los últimos años, Internet y las redes sociales han ayudado a que los consumidores responsables encontrasen grupos afines e información, y se han convertido en una plataforma de presión a las marcas. Es el caso de 25.000 personas que, en 24 horas, han añadido su firma a un manifiesto para pedir a Suchard que produzca sus turrones de navidad con chocolate de comercio justo y certifique que en su elaboración no se ha empleado mano de obra infantil o forzada.
A ello se une una mayor reflexión de los ciudadanos sobre sus hábitos de consumo con motivo de la crisis, lo que se ha notado sobre todo, en un crecimiento del ahorro recogido por la banca ética (un 23% más en 2010) y de grupos como los de consumo ecológico (un conjunto de personas que compran alimentos ecológicos directamente a sus productores).
Para Lodeiro, la transición hacia el consumo consciente "pide y exige" cambios personales que al principio pueden vivirse con cierto esfuerzo, como renunciar a las escaleras mecánicas o al ascensor o dejar de fumar.
Por ello, Lodeiro aconseja experimentar el cambio como un "proceso de liberación, que nos va a permitir ganar tiempo para lo importante: la familia, la pareja, los amigos, la salud, dormir ocho horas o comer sano y que nos ayuda a poner en primer lugar lo que consideramos prioritario. Le compro menos cosas a mi hija pero paso más tiempo con ella. Es un camino a la coherencia".
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