"Tenemos que ser independientes y guiarnos por la evidencia científica. Hay que mantener distancia con la industria tabaquera, pero también frente a cualquier otra que pueda tener intereses comerciales", afirmó Peruga. "Las tabaqueras ya empiezan con el chascarrillo de que estamos vendidos a la industria farmacéutica", añadió. Para Peruga, los límites a la colaboración son nítidos. "La OMS trabaja con las farmacéuticas en la implementación de políticas, pero los diseños de estas competen sólo a los organismos de salud pública. El tema de los fármacos es un elemento más y hay que ponerlo en perspectiva", concluyó.
Según el CNPT, los tratamientos farmacológicos disponibles (terapia sustitutiva con nicotina, el bupropión, un antidepresivo con propiedades estimulantes, y la vareniclina, que bloquea la satisfacciónque produce fumar) podrían duplicar o triplicar las posibilidades de dejar de fumar. No obstante, ninguno ha demostrado efectividad tras el primer año de tratamiento.
Durante el debate sobre la nueva ley frente al tabaquismo, el Comité Nacional de Prevención del Tabaquismo (CNPT) y partidos como el PP y CIU solicitaron sin éxito su financiación pública. Actualmente, sólo Navarra y La Rioja los pagan. Rodrigo Córdoba, portavoz del CNPT, reconoce que las farmacéuticas han presionado para que se demande esa financiación de forma "más agresiva". Pese a que patrocinan ciertos eventos, Córdoba asegura que no reciben fondos directamente. "Hemos tratado por todos los medios de mantener la independencia", recalca. No obstante, aclara que alguna de las sociedades del CNPT mantiene vínculos más intensos con la industria. "Es posible que haya casos puntuales de conflicto de intereses. Es evidente que ha pasado y seguirá ocurriendo en alguna medida", apunta.
Muchos de los profesionales consultados señalan, por ejemplo, que la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR), que tiene como patronos de su fundación a Pfizer, GlaxoSmithKline, o Novartis, entre otros, mantiene una excesiva vinculación con ellos, especialmente con Pfizer, fabricante de la vareniclina (Champix). Pese a que Pfizer y la SEPAR aseguran que sus relaciones están enmarcadas "dentro del código deontológico", ninguno aclara en qué consiste esta relación. El coordinador de tabaquismo de la SEPAR, Carlos Jiménez, un firme defensor de la terapia farmacológica, afirma: "Ninguna relación que mantengamos con esos laboratorios obliga a nada"
Pero otros profesionales no lo tienen tan claro. "Quien paga, marca la agenda", asegura Ermengol Sempere, coordinador del Grupo de trabajo de uso racional del Medicamento de la Sociedad Valenciana de Medicina Familiar y Comunitaria, e integrante de la plataforma No Gracias, crítica con la relaciones con la industria. "Es evidente que este tema está lleno de "humo contaminante", no de los cigarrillos, sino de las farmacéuticas, especialmente Pfizer". "La industria financia consultas monográficas para abandono del tabaco", recuerda. Como ejemplo, pone el de la Unidad de Tabaquismo de Paterna, en Valencia, pagada "a medias" por el Ayuntamiento y este laboratorio. Según Sempere, el cartel de la unidad (dentro del centro de salud), es "el anagrama de la publicidad de Champix, pero sin mencionar el producto", el más prescrito en ella pese a que las alternativas son de eficacia similar.
Jiménez, como muchos expertos, sostiene que una persona que trata de dejar de fumar sin ayuda tiene alrededor de un 5% de posibilidades de conseguirlo. La cifra es la que refleja gran parte de la literatura científica, incluida la realizada por la rigurosa Colaboración Cochrane, una organización sin ánimo de lucro con más de 28.000 colaboradores que elaboran revisiones sobre intervenciones en salud. Pero numerosos profesionales han comenzado a cuestionar estos datos por sesgos.
Simon Chapman y Ross Mackenzie, autoridades en tabaquismo de la Universidad de Sidney, critican esa medicalización y sus "obvios beneficios para las farmacéuticas" en una revisión de centenares de estudios publicada en 2010 en Plos Medicine. Según aseguran, la mayor parte de la investigación para dejar de fumar, en su mayoría financiada por la industria, estudia cesación asistida con tratamiento farmacológico, aunque entre dos tercios y tres cuartos de las personas lo hacen sin ayuda. Citan, además, otro trabajo de la Cochrane que refleja que, mientras que el 51% de los ensayos financiados por la industria demostraron efectos significativos de la medicación, sólo el 22% de los independientes lo hicieron.
Y la distorsión podría extenderse a la percepción de la dificultad que entraña dejar de fumar. Una encuesta a exfumadores, incluida en la revisión, asegura que el 53% consideró que dejar de fumar "no fue en absoluto difícil".
Chapman definió en The Lancet esta distorsión como la "ley del impacto inverso aplicada a la cesación del tabaquismo", que dice que el esfuerzo para investigar el abandono asistido es inversamente proporcional al dedicado a examinar cómo la mayoría de los fumadores deja de fumar.
Pero como explica Córdoba, los datos no son contradictorios. Unos tres millones de personas en España tratan de dejar de fumar una vez al año. "Es cierto que sólo un 5% de los que lo intentan sin ayuda, lo logran [unas 150.000 personas], pero de todos los que dejan de fumar, cerca del 90% lo hace sin terapia", porque el porcentaje de personas que las recibe gira en torno al 10%. Aunque considera que "lo conseguirían más personas" si se financiaran las terapias, Córdoba estima en un informe para el CNPT que "los tratamientos farmacológicos, los consejos y los tratamientos psicológicos intensivos pueden ser una ayuda eficaz, pero no son imprescindibles". "Es necesario tener en cuenta factores sociales, culturales y ambientales [...] y no depositar excesivas expectativas en unos tratamientos que no dejan de ser una vía para medicalizar un problema que es más complejo", concluye.
Mi Vida sin Ti, una plataforma de internet independiente formada fundamentalmente por blogueros sanitarios, también rechaza el mensaje de "vea a su médico si quiere dejar de fumar". Según Rafael Cofiño, jefe del Servicio de Salud Poblacional de Asturias y uno de sus promotores, "debemos insistir en medidas que afectan a la población. Por eso consideramos la nueva ley [frente al tabaquismo] como muy positiva". La evidencia es aplastante en este sentido. Muy por encima de la financiación de las terapias, las medidas que se han mostrado más eficaces son el incremento de los impuestos al tabaco, la ampliación de los espacios libres de humo o las campañas divulgativas.
No obstante, otras causas contribuyen al debate. Como explica Juan Ramón Villalví, médico de la Agencia de Salut Pública de Barcelona, la diferente perspectiva de especialistas de salud pública y profesionales de atención primaria, partidarios de un abordaje más integral, y médicos especialistas, como los neumólogos, defensores de un enfoque con unidades específicas de tabaquismo y más medicalizado, forma parte de diferentes formas de entender la medicina. "No es una historia de buenos y malos, sino de visiones diversas. Lo que pasa es que cuando hay intereses de parte, se pueden desenfocar un poco las cosas", concluye.
Medicamentos con resultados limitados
Según el CNPT, las terapias podrían duplicar o triplicar las posibilidades de dejar de fumar, y, de financiarse, podrían aumentar los intentos entre un 5% y un 25%. Ninguna ha demostrado ser efectiva al año de tratamiento.En España sólo Navarra y La Rioja las financian. Según el CNPT, en ninguna de ellas se ha observado un impacto significativo. En Europa, sólo lo hace Reino Unido, desde 2007, con un impacto del 0,13% anual. Francia aporta 50 euros anuales por cada fumador que haga un intento.
Las medidas más eficaces son el aumento del precio del tabaco, la ampliación de los espacios libres de humo y las campañas de sensibilización.
Publico
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