¿Se ha acabado salir a la calle para manifestarse? ¿Es internet el nuevo campo de batalla? ¿Está en cuestión el uso de la red por parte de las empresas si esta las hace vulnerables? El grupo Anonymous, con sus ataques a las webs de firmas importantes, como Mastercard, Visa, PayPal, Twitter, o el banco suizo Post Finance, ha demostrado que el activismo político tiene herramientas para proporcionar, cuando menos, un buen susto y algunas pérdidas a las compañías que han dado la espalda al portal Wikileaks, convertido para ellos en un icono de la libertad frente a gobiernos. La guerra se libra ahora en el ciberespacio.
Esta lucha en internet no es nueva. Durante años, no sólo los activistas políticos, sino también mafias y terroristas, han puesto su vista en la red como escenario preferente para sus movimientos. El motivo es sencillo. Como explica Luis Corrons, director técnico de PandaLabs (empresa de software de seguridad), "internet no tiene fronteras. Los delincuentes lo saben y se aprovechan de ello. La policía que investiga un delito se encuentra al final con barreras que no puede saltar, que son las fronteras físicas entre países". Las investigaciones internacionales, debido a los mecanismos burocráticos, se convierten en muchas ocasiones en un sistema "poco efectivo y muy lento" ante las actuaciones delictivas.
Así que moverse en la red también puede ser mucho más eficaz que salir a la calle detrás de una pancarta y un megáfono. Corrons señala que la diferencia entre los ataques DDoS (de denegación de servicio) a webs que se han producido en otras ocasiones y los de ahora parece estar sólo en "la motivación" y no en los instrumentos que emplean. "No hablaría de ciberguerra -objeta-, sino de ciberprotesta. Se trata de gente que voluntariamente realiza una serie de acciones tratando de defender lo que sea".
En toda la polémica de las últimas semanas, la propia Wikileaks ha sufrido ataques, pero han surgido sus "vengadores". Un grupo llamado Anonymous ha promovido ataques directos contra las webs de quienes han rechazado colaborar con el portal de Julian Assange o quienes se le han opuesto de forma frontal, como los senadores Joe Lieberman y Sarah Palin.
Un ataque DDoS consiste en provocar la caída de una página web mediante la saturación de peticiones simultáneas que sobrepasa su capacidad para atenderlas. Así han caído páginas como las de Mastercard o Visa que, al ser compañías importantes que fían parte de su actividad en internet, tenían mecanismos de defensa que, no obstante, no han podido evitarles daños.
Anonymous llama a su actuación Operación vengar a Assange. En su web aparece el siguiente mensaje: "Se ha iniciado la primera ciberguerra seria. El campo de batalla es Wikileaks. Vosotros sois las tropas". Es un mensaje en Twitter de John Perry Barlow, antiguo letrista del grupo musical Grateful Dead y vicepresidente de la Electronic Frontier Foundation, una fundación dedicada a los derechos digitales. Perry ya se ha desmarcado del uso que han hecho de su proclama, al señalar a la agencia Reuters que apoya la libertad de expresión y, por tanto, reniega de los ataques DDoS.
El presidente de la Asociación de Internautas, Víctor Domingo, opina que estas situaciones se originan por la falta de mecanismos de justicia rápidos adecuados a las características de internet. Domingo, favorable a la publicación de los documentos públicos de Wikileaks, considera que el marco legal tendría que evitar "que nadie, gobiernos o activistas, tenga la posibilidad de atajos. Todo esta sucediendo porque la justicia no es todo lo rápida que debería ser". Domingo apunta que "todos los agentes sociales están usando internet en la medida de sus posibilidades, no es ni más ni menos que un reflejo de la sociedad".
El presidente de la Asociación de Internautas cree que la gran batalla en internet está en los intentos de crear "una internet de primera y otra de segunda. Una segura y funcional, y otra en la que esté toda la basura. Es lo que se intenta mientras que muchos queremos que sea accesible, y universal. Esa es la batalla de la neutralidad".
Una posible armonización de las legislaciones de los países en materia de internet se presenta difícil, porque algunos de los comportamientos que son delito en unos países no lo son en otros, aunque la idea de algún tipo de regulador neutral en la red es algo que reclaman muchos.
El experto belga Eddy Willems, que es actualmente "evangelista" de seguridad de la compañía alemana de software de seguridad G Data, considera que "definitivamente existe la necesidad de una mayor discusión de nivel internacional para, en primer lugar, organizar mejor las leyes, puesto que hay muchas diferencias entre ellas".
También el director técnico de PandaLabs se pronuncia a favor de mecanismos de control internacionales. "Con un organismo supranacional que tuviera competencias y pudiera investigar todos los delitos en internet, a todos nos iría mucho mejor", considera Luis Corrons.
PandaLabs ha monitorizado los ataques DDos lanzados por Anonymous. La protesta se ha basado en pedir a la gente que quería colaborar con este grupo que se descargara una aplicación llamada LOIC (siglas de Low Orbit Ion Cannon -cañón de iones de baja órbita-) que permitía lanzar el ataque. Según los expertos, varios cientos de miles de personas participaron en la operación.
Este tipo de comportamiento, que se ha coordinado mediante la utilización de los micromensajes de Twitter, lleva la protesta social a una nueva frontera.
Corrons prevé que la protesta en favor de Wikileaks va a seguir: "Creen que lo que están haciendo es completamente justo. Ellos van a responder. Están defendiendo la libertad".
Pero estas acciones, que dejan indefensas a las empresas, revelan un aspecto de internet preocupante: la seguridad. Los expertos auguran que el internet del futuro, será más inseguro. "Desafortunadamente, sí -afirma Willems-, claro que es difícil predecirlo, pero internet son las calles virtuales del futuro y eso nos lleva automáticamente a más problemas criminales y de terrorismo. Los crímenes parecen moverse en esa dirección, mientras que los cibercriminales son más difíciles de seguir comparados con el mundo real".
La Vanguardia
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