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2010/07/21

Para The New York Times , se debería fiscalizar el algoritmo de Google

Fuente: La Nacion.

La siguiente nota es una editorial del diario The New York Times sobre el funcionamiento de los métodos de búsqueda web de Google.
El algoritmo de Google
Google maneja casi dos tercios de las búsquedas a través de Internet en todo el mundo. Los analistas reconocen que la mayoría de los sitio en la Red se apoyan en el motor de búsqueda para la mitad de su tráfico. Cuando ingenieros de Google ajustan su algoritmo supersecreto, como lo hacen cientos de veces al año, pueden tronar el negocio de un sitio en Internet que es empujado a descender en las tablas de clasificación.
Cuando Google era sólo un motor de búsqueda, era fácil parecer agnóstico con respecto a los resultados de búsqueda, sin razón para darle preferencia a uno u otro sitio en la Red. Pero a medida que la compañía se ha diversificado desde servicios en línea de mapas y videos hasta comparativos de compras, ha adquirido incentivos pecuniarios para favorecer a los propios por encima de los de sus rivales.
Desde Google argumentan que su conducta es controlada por competidores como Yahoo! o Bing. Sin embargo, el buscador web se ha convertido en la opción predeterminada para muchos usuarios de la Red. Los competidores están a un clic de distancia, pero se está formando un argumento a favor de algún tipo de vigilancia del portero de Internet.
En los últimos meses, Google ha sido objeto de una investigación por parte de reguladores antimonopolios en Europa. Sus rivales han acusado a Google de colocar los sitios web de afiliados como Google Maps o YouTube hasta arriba en las búsquedas de Internet y relegando a competidores a las posiciones más bajas de la lista de resultados. En Estados Unidos, la compañía aguarda que los reguladores antimonopolios escruten su adquisición por 700 millones de dólares de la empresa ITA , dedicada a software de información de vuelos, con la cual planea entrar al mercado de búsquedas de viajes on line, que en la actualidad operan Expedia, Orbitz, Bing y otros.
Las acusaciones en Europa pudieran o no tener méritos. Google dice que solamente ajusta su algoritmo para mejorar sus búsquedas. Algunos sitios de Internet que han acusado a Google de colocación injusta son meramente colecciones de enlaces con prácticamente nada de su propio contenido original, precisamente el tipo de sitios que el algoritmo de búsqueda de Google filtra para responder mejor a indagaciones.
Ante este panorama, los reguladores antimonopolios en Estados Unidos podrían sin problema alguno permitir que Google adquiera a ITA, porque actualmente no suministra servicios de viaje en línea.
De cualquier forma, el impacto potencial del algoritmo de Google sobre la economía de Internet es tan grande que vale la pena explorar formas de garantizar que la política editorial que guía los ajustes de la compañía solamente tiene el propósito de mejorar la calidad de los resultados, y no ayudarles a los otros negocios de Google.
Algunas de las primeras sugerencias para cómo lograr lo anterior incluyen que Google explique con cierto nivel específico de detalle la política editorial que rige sus ajustes. Otra sería darle a alguna comisión del gobierno la facultad de estudiar esos ajustes.
Google proporciona un servicio increíblemente valioso, y el gobierno debe tener cuidado de no frustrar su habilidad para innovar. Obligarla a publicar el algoritmo o el método que usa para evaluarlo permitiría que cada sitio en la Red jugara con las reglas para lograr ascender en la tabla de clasificación: destruyendo su valor como motor de búsqueda. Requerir que cada ajuste al algoritmo sea aprobado por reguladores podría reducir drásticamente sus mejorías. Prohibirle a Google que favorezca sus propios servicios -como cuando ofrece un Google Maps ante preguntas sobre direcciones- pudiera reducir el valor de sus búsquedas.
Con estas restricciones en mente, si Google va a seguir siendo el principal mapa a la carretera de la información, a todos nos concierne que nos conduzca con equidad a donde deseemos ir.

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