Opportunity, Oppy para sus creadores, cumple hoy seis años y 117 días en activo pisando la superficie de Marte. El robot rodante de la NASA supera así en un día a la Viking 1, la misión que operó de 1976 a 1982 y que hasta ahora ostentaba el récord como la más longeva posada en suelo marciano. El logro de Oppy ya es de por sí destacable, pero se convierte casi en una gesta teniendo en cuenta que el vehículo fue diseñado para funcionar durante sólo tres meses. "No pensé que vería esto en mi vida", dijo a AP el investigador de la misión Ray Arvidson, mostrando su asombro por el tesón del pequeño rover.
Desde su llegada al planeta vecino en 2004, Oppy ha recorrido unos 20 kilómetros sobre las arenas, más amarillentas que rojizas; ha sobrevivido a cuatro inviernos marcianos y ha enviado innumerables datos científicos, entre los que despunta la primera confirmación geológica de que el agua líquida corría en otros tiempos por las cañadas de Marte.
Pero a pesar de su soledad, Oppy no es el único de su especie. A más de 9.000 kilómetros de distancia, en la cara opuesta del planeta, su gemelo Spirit descansa en el polvo. Aunque los dos hermanos jamás se encontrarán, han compartido destino y misión, pero Spirit ha corrido peor suerte. Averías en sus ruedas han bloqueado la posibilidad de orientar sus paneles de energía a la plena, aunque débil, luz solar. A finales de marzo, Spirit dejó de comunicarse con la Tierra, pero los responsables de la misión confían en que, superado el solsticio de invierno el 12 de mayo, las células fotovoltaicas del rover vayan ganando luz para inyectar energía a sus circuitos. De ocurrir esto, Oppy tendría que rendir el récord a su gemelo, ya que este llegó a Marte 21 días antes.
Mientras, Oppy sigue cumpliendo, tan tenaz que los investigadores le han encargado una última misión titánica: recorrer unos 13 kilómetros hasta el cráter Endeavour. Las cámaras de Oppy divisan el lejano borde del cráter al que tardará años en llegar. Quizá nunca lo consiga.
Desde su llegada al planeta vecino en 2004, Oppy ha recorrido unos 20 kilómetros sobre las arenas, más amarillentas que rojizas; ha sobrevivido a cuatro inviernos marcianos y ha enviado innumerables datos científicos, entre los que despunta la primera confirmación geológica de que el agua líquida corría en otros tiempos por las cañadas de Marte.
Pero a pesar de su soledad, Oppy no es el único de su especie. A más de 9.000 kilómetros de distancia, en la cara opuesta del planeta, su gemelo Spirit descansa en el polvo. Aunque los dos hermanos jamás se encontrarán, han compartido destino y misión, pero Spirit ha corrido peor suerte. Averías en sus ruedas han bloqueado la posibilidad de orientar sus paneles de energía a la plena, aunque débil, luz solar. A finales de marzo, Spirit dejó de comunicarse con la Tierra, pero los responsables de la misión confían en que, superado el solsticio de invierno el 12 de mayo, las células fotovoltaicas del rover vayan ganando luz para inyectar energía a sus circuitos. De ocurrir esto, Oppy tendría que rendir el récord a su gemelo, ya que este llegó a Marte 21 días antes.
Mientras, Oppy sigue cumpliendo, tan tenaz que los investigadores le han encargado una última misión titánica: recorrer unos 13 kilómetros hasta el cráter Endeavour. Las cámaras de Oppy divisan el lejano borde del cráter al que tardará años en llegar. Quizá nunca lo consiga.
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