Hay una posibilidad aún más terrible que la existencia de extraterrestres y es que esos seres de otros planetas hayan comprobado desde hace décadas cómo es nuestra programación televisiva.
Parece una idea descabellada, pero, después de ver cómo son los testimonios de avistamientos de ovnis, es una hipótesis que merece la pena considerar, según David Clarke, profesor de la universidad de Sheffield Hallam. “Creo que o los extraterrestres ven nuestra televisión y adaptan sus naves en función de lo que encuentran en ella o la gente ve estos ejemplos de la cultura popular y los adapta a su propia imaginación”.
Es una de las conclusiones que se pueden obtener de la lectura de los 6.000 expedientes desclasificados por el Ministerio británico de Defensa sobre avistamientos de ovnis entre 1994 y 2000, así como documentos de épocas anteriores.El Ministerio tenía un pequeño departamento (nombre oficial: Air Secretariat 2A1) dedicado a recopilar estos fenómenos y lo clausuró el año pasado por ser un discutible uso del dinero de los contribuyentes. Desde entonces, ha ido haciendo públicos los informes recopilados hasta la fecha.
Resulta curioso ver cómo la forma de las naves estelares ha ido cambiando desde los años 40 y 50 hasta ahora. Clarke explica que lo que en principio eran cilindros pasaron después a ser discos, de ahí lo de platillos voladores, para llegar ya en nuestros tiempos a los triángulos luminosos, más habituales en series como Expediente X.
Una nave con forma de Toblerone
Las dimensiones cambian, pero no la intensidad y la frecuencia de los fenómenos. Sólo en 2009 se produjeron 650, la mayor cifra en 30 años. Algunos de los videntes se animaban a incluir bocetos de las naves en sus denuncias. Es lo que hizo un electricista que dijo haber visto una nave “con forma de Toblerone” sobre un campo de cultivo.
Algunos aparecían con pruebas. Un hombre de Birmingham llegó a casa a las 4 de la madrugada (se supone que sobrio) y vio un objeto triangular azul sobre su jardín que desprendió una sustancia parecida a la harina sobre los árboles. Las muestras recogidas no sirvieron de mucho.
Sólo se investigaban cuando los avistamientos se multiplicaban en zonas de intenso tráfico aéreo. O cuando seis personas dijeron en 1997 haber visto algo sobre la casa del entonces ministro de Interior, Michael Howard. La investigación concluyó que no se había producido ninguna “incursión no autorizada en el espacio aéreo británico en esa fecha”.
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