Susi es su nombre virtual, pero en la vida real se llama Angélica. Tiene 14 años y, como buena parte de los adolescentes de todo el mundo, se ha creado un personaje virtual en una de las redes sociales de moda (Myspace). A Susi le gusta vestir de pantalón corto, zapato de tacón alto, ombligo al aire y camiseta ceñida, pero realmente Angélica nunca utiliza este tipo de vestimenta.
Una buena parte de las adolescentes enganchadas a las redes sociales de Internet escoge avatares [imagen física virtual que representa a la usuaria] provocativos. Lo que ellas no saben es que el uso de este tipo de perfil eleva el riesgo de convertirse en víctima de acoso sexual en la red, tal y como acaba de poner de manifiesto un nuevo estudio.
"Ni la candidez de Internet ni la inocencia sexual de los adolescentes elevan el riesgo de victimización en Internet. Los personajes virtuales provocativos que escogen muchas chicas sí aumentan las insinuaciones sexuales y su vulnerabilidad", comentan los autores del trabajo, publicado en 'Pediatrics'.
Dirigidos por Jennie Noll, del Hospital Central Infantil de Cincinnati (Ohio, EEUU), los investigadores reconocen que este hallazgo se suma a constataciones previas como "la de que los jóvenes con conflictos familiares o depresión son más proclives a conversar sobre sexo a través de la red con personas desconocidas y enviarles información personal. También se ha demostrado que los adolescentes que han sido víctimas de abusos físicos o sexuales en la infancia tienen más posibilidades de sufrir una revictimización, por lo que su vulnerabilidad en Internet se eleva".
Insinuaciones sexuales
Con todas estas evidencias en la mano, Noll y su equipo decidieron "llevar a cabo una investigación capaz de determinar qué factores de riesgo incrementan las posibilidades de victimización a través de Internet en las adolescentes, examinando distintas variables como las insinuaciones sexuales recibidas y los encuentros que se producían en la vida real con personas que primero habían contactado 'on line'. También queríamos saber si las chicas con historial de abusos en comparación con las que no han pasado por este trauma son o no más proclives a padecer acoso cibernauta", comentan en el trabajo.
Con la participación de 104 chicas víctimas de abusos, reclutadas de los servicios de protección infantiles, y 69 sin estos antecedentes, los autores llevaron a cabo diversos cuestionarios destinados a conocer si las participantes (todas de entre 14 y 17 años) consumían drogas o no y si tenían a sus padres en casa y las vigilaban cuando ellas estaban en el domicilio familiar.
Se indagó, además, sobre los comportamientos de riesgo de las parejas de las participantes [uso de anticonceptivos o cantidad de alcohol o marihuana consumida en el último año], así como si estaban preocupadas por el sexo [si pensaban en él con frecuencia o veían mucha pornografía]. Asimismo se averiguó si recibían insinuaciones sexuales y si habían mantenido encuentros reales con otros internautas contactados previamente en la red social.
Para poder establecer la relación del acoso con el uso de un determinado avatar, las participantes crearon en el laboratorio un perfil determinado mediante el uso de un programa informático, diseñado por los investigadores y por un equipo de bioinformáticos, que 'imitaba' a los personajes que se pueden encontrar en las redes sociales. Estos fueron tipificados en tres modelos: conservador, de rango medio y provocativo.
"Aproximadamente, el 55% de los adolescentes usuarios de Internet utiliza de forma frecuente una red social. Los datos indican que las chicas con historial de abusos son las que más confesaron haber recibido insinuaciones y encuentros con otros internautas. Asimismo acoger muchas de estas provocaciones sexuales y tener una pareja de riesgo son factores que predicen el que las adolescentes 'queden' con chicos con los que se han topado en la red", insisten los autores.
Perfiles provocativos
Hacen hincapié además en que las jóvenes que tienden a mostrarse virtualmente "como más provocativas, y no sólo por la forma de vestir sino también por su forma de comunicarse, son las más vulnerables a convertirse en víctimas en Internet. La forma en la que ellas se presentan en la red tiene implicaciones tanto en la frecuencia como en la intensidad de las proposiciones sexuales recibidas. Las que, además, están de acuerdo en celebrar un encuentro real no son completamente ajenas a la posibilidad de que esas citas tengan una naturaleza sexual", determina el trabajo.
Si se reconoce que Internet 'encierra' a un elevado número de acosadores, los padres juegan un papel fundamental a la hora de prevenir la exposición de sus hijas a las insinuaciones sexuales. Además de estar 'vigilantes', deben hablar con ellas sobre el contenido y las características de las insinuaciones sexuales y el riesgo que conllevan los encuentros con desconocidos, tal y como defienden los investigadores estadounidenses.
Y no sólo ellos. Los pediatras juegan un papel fundamental en la educación de sus pacientes y familiares sobre los riesgos que conlleva "hablar de sexo con extraños y presentarse de forma provocativa en las redes sociales. Deben concienciar a los padres de la necesidad de monitorizar el uso que los niños dan a Internet".
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