Un equipo de ingenieros y pilotos británicos quiere hacer realidad el reto que lanzó Lord Drayson, actual ministro de Ciencia del Reino Unido, en octubre de 2008, cuando dijo que habría que establecer un nuevo récord mundial de velocidad sobre tierra para aumentar la popularidad de la ciencia y la ingeniería entre los estudiantes.
El encargado de coordinar todo el proyecto, denominado Bloodhound-SSC (SuperSonic Car, o coche supersónico), para que se haga realidad en el año 2011 es Richard Noble, quien ya batió el récord en 1997, cuando lo estableció en 1.227 kilómetros por hora (km/h). El nuevo vehículo, con una longitud de 12,8 metros y un peso de 6.422 kilos, será completamente innovador. El diseño minimiza la resistencia del aire y el sistema inteligente de suspensión le permitirá volar sobre la superficie irregular del desierto. Las ruedas traseras parecen de ciencia ficción. Se han protegido para resistir el impacto del aire y se han equipado con sistemas que reducen la pérdida de energía.
El objetivo de todo ello es que los jóvenes se acerquen a la ciencia desde una perspectiva lúdica. "Si alcanzamos los 1.609 km/h, pero no conseguimos que crezca el interés por la ciencia y la ingeniería, habremos fracasado", afirma Richard Noble, quien desvela que los estudiantes tomarán parte en la aventura y que más de 1.000 organizaciones aprovecharán el proyecto para inspirar a los jóvenes a través de un programa educativo.
Pero detrás del proyecto hay mucho más. Para lograr el récord se está diseñando un conjunto de propulsores para que generen una fuerza de unos 21.300 kilos, necesaria para alcanzar la velocidad deseada, una velocidad un 30% más alta que la conseguida jamás por ningún coche. "Tenemos tres tipos de motores en el BloodhoundSSC", confirman a Público los portavoces del proyecto. "Uno es un jet alimentado con keroseno, el mismo que utiliza el Eurojet Typhoon, que sirve para que el coche pase de 0 a 482 km/h; un cohete que lo impulse hasta los 1.609 km/h y un motor V12 de competición de 800 caballos y alimentado por gasolina que se encarga de suministrar al cohete una tonelada de peróxido de hidrógeno (HTP) para que pueda quemar el combustible sólido en su interior".
Todo este proceso se debe realizar en un tiempo de 40 segundos y en un paraje desértico. "El lugar para batir el récord de velocidad aún no se ha decidido; estamos en el proceso de selección entre desiertos de Australia, Suráfrica y Estados Unidos". De momento, como confirma Richard Noble, "la intención es superar la barrera de los 1.287 km/h en 2010 y, si el coche no da problemas, sobrepasar los 1.600 km/h en 2011".
Pero la aventura no está exenta de dificultades. Los responsables del proyecto que cuenta con la financiación del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología del Reino Unido y la participación de un equipo de la Universidad de Swansea se lamentan de que el problema de diseñar un coche así es que no existen túneles de viento capaces de simular esas velocidades. Por eso, el diseño se ha hecho por ordenador simulando la respuesta aerodinámica del vehículo.
"Es el tipo de experimento que tradicionalmente los ingenieros aeroespaciales habrían llevado a cabo en un túnel de viento, pero nosotros lo hacemos en un superordenador", comenta Ben Evans, uno de los investigadores. "Los túneles de viento presentan limitaciones importantes, y el Bloodhound es un coche, así que se desliza por el suelo y no existen túneles de viento en los que sea posible simular el desplazamiento de un vehículo por un terreno ondulado a una velocidad superior a la del sonido", añade.
Viaje a lo desconocido
Además, los ingenieros también reconocen que este proyecto es un viaje a lo desconocido, científicamente hablando, porque "nadie ha intentado superar los 1.228 km/h, por lo que ir un 30% más deprisa puede tener resultados impredecibles. De hecho, a medida que avanzamos en el proyecto, obtenemos respuestas a preguntas que desconocíamos". Evans señala que "una vez que superas la velocidad del sonido lo que sucede es que enfrente se genera un enorme muro de presión, y ese aire no se aparta de manera lenta y suave. El problema es que esta inter-acción no la explica el funcionamiento estándar de la dinámica computacional de fluidos".
El hecho es que el Bloodhound servirá en un futuro para desarrollar mejoras en los vehículos terrestres y aeronaves, así como aumentar la eficiencia de los combustibles. "No sabremos de dónde vendrán los próximos descubrimientos si no exprimimos hasta el límite la tecnología que tenemos en la actualidad. Ya estamos exprimiendo los límites de los procesos de fabricación y de los materiales composites".
De momento, el trabajo del equipo de investigadores ha servido para mejorar el diseño aerodinámico de unas innovadoras ruedas de titanio que soportan una presión de 50.000 G (nosotros soportamos 1 G), así como para perfeccionar la entrada de aire y una serie de detalles necesarios para que el espectacular morro del coche minimice el efecto de arrastre (spray drag) que producen las partículas de arena del desierto.
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