En los años 80, Amgen, una compañía que hoy emplea a unas 17.000 personas, comenzó su camino hacia el éxito produciendo EPO. Esa hormona controla la producción de glóbulos rojos que reparten el oxígeno por el organismo y sirve para tratar la anemia producida por la quimioterapia con que se trata el cáncer o por unos riñones que no funcionan bien. Años después, el producto se hizo famoso por el uso fraudulento que hicieron del fármaco deportistas de élite como Lance Armstrong.
Este fin de semana, un equipo dirigido desde el Instituto Pasteur de Lille (Francia) ha anunciado un descubrimiento que puede tener usos de gran interés para la medicina, pero también para los deportistas amantes de los atajos. En primer lugar, en experimentos realizados en ratones, el equipo de Lille mostró el papel de la proteína Rev-erb-α en la capacidad de los músculos para consumir oxígeno y producir energía. Además, observaron que su falta en los músculos produce una reducción en la cantidad de mitocondrias, las máquinas que transforman los alimentos que ingerimos en gasolina para las células, limita la capacidad para utilizar el oxígeno y produce una sobrerregulación de la autofagia, un sistema de limpieza del organismo que, cuando se desmadra y empieza a reciclar elementos que no debe, causa enfermedades. Como resultado más visible, los ratones con esta deficiencia corrían menos.
Por otro lado, los investigadores, que han publicado sus resultados en la revista Nature Medicine, comprobaron que un aumento en la expresión de Rev-erb-α elevaba el número de mitocondrias y la capacidad respiratoria de la célula. Además, la activación de la proteína en ratones incrementó en un 50% tanto el tiempo como la distancia que los animales podían recorrer. El compuesto empleado para azuzar la actividad del Rev-erb-α, el SR9009, fue desarrollado en el Instituto de Investigación Scripps por el equipo de Thomas Burris. Este candidato a fármaco ya había mostrado su capacidad para reducir la obesidad en modelos animales. En esta nueva prueba, los músculos de los ratones que tomaron la droga crecieron como los de un atleta que hubiese estado entrenando. Los autores del artículo creen que la proteína Rev-erb-α mejora la capacidad de los músculos produciendo nuevas mitocondrias, responsables de la generación de energía para las células, y eliminando las que están defectuosas.
Diabetes, obesidad y enfermedades raras
Según Burris, los usos más evidentes para este fármaco, que aún requerirá de largos y costosos ensayos clínicos si algún día se quiere aplicar en humanos, son el "tratamiento de la obesidad y la diabetes tipo 2, cuando puede existir una capacidad limitada para hacer ejercicio". Además, el investigador asegura que "en estos momentos" están "evaluando los usos potenciales para tratar varias enfermedades mitocondriales".
Respecto a la posibilidad de que haya atletas que utilicen fármacos para elevar la expresión del Rev-erb-α, Burris reconoce que "ciertamente es una posibilidad", aunque aclara que no es su objetivo. "El compuesto incrementa la capacidad oxidativa en los músculos esqueléticos de una manera parecida a la que vemos en el entrenamiento de resistencia. Sin embargo, la mejora glucolítica del músculo, como la que se ve en los velocistas, no se mejoró", explica. Como sucede con la EPO, si alguien utiliza este tipo de fármacos como forma de dopaje, serán ciclistas o corredores de larga distancia y no competidores de distancias cortas o personas que busquen construir grandes músculos por motivos estéticos.
Burris y su equipo ya trabajan para tratar de recorrer el largo camino que va desde el éxito en modelos animales a la aplicación de un fármaco en humanos. "Hemos diseñado compuestos considerablemente mejores que el SR9009 con el propósito de comenzar los ensayos clínicos en humanos una vez que encontremos un socio para hacer frente a los costes de desarrollo del fármaco potencial", resume el investigador de Scripps.
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