La Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) ha presentado ese lunes en su sede de Roma el informe Insectos comestibles: perspectivas de futuro para la seguridad alimentaria y alimentación para el ganado, en el que afirma que los insectos son en la actualidad una fuente de proteínas que forma parte de la dieta de al menos 2.000 millones de personas y que tiene un gran potencial por explotar ya no solo como alimento, sino también como pienso.
Según el estudio, realizado en colaboración con la Universidad de Wageningen (Países Bajos), los insectos son una fuente importante y fácilmente accesible de alimentos nutritivos y ricos en proteínas que se encuentra en los bosques. Así, por ejemplo, la relación entre ácidos grasos Omega-3 y Omega-6 en los gusanos de la harina es similar a la del pescado, considerada ideal, y mucho mejor que la de la carne, además de que su contenido en proteínas, vitaminas y minerales es muy similar a los de carne y pescado.
La FAO cree que al ritmo con que crece la población, el mundo no podrá alimentar a 9.000 millones de personas con la dieta habitual y no cree que se deba aumentar la superficie agrícola ni contempla, naturalmente, que la tecnología sea capaz de mejorar el rendimiento de la tierra como ha hecho en las últimas décadas. Así que su solución parecen ser los insectos, ya que al ser animales de sangre fría necesitan menos alimentos que mamíferos o aves para producir una cantidad similar de carne.
En un intento de disimular lo que están aconsejando, una de las coautoras del informe –Eva Muller, directora de la División de Economía, Políticas y Productos Forestales de la FAO– asegura que "no estamos diciendo que la gente deba comer bichos, sino que los insectos son solo uno de los recursos que brindan los bosques, y que se encuentra prácticamente por explotar su potencial como alimento, y sobre todo, como pienso". De modo que según ella decir que su potencial como alimento no está explotado no es decir que se deban comer más que ahora.
El informe afirma que existen grandes oportunidades, especialmente en los países pobres, para crear industrias alimentarias basadas en los insectos, y que los gobiernos deben hacer esfuerzos de comunicación para popularizar esta alternativa.
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