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2013/03/30

Toda la gama de las emociones humanas, en lenguaje ‘online’

El emoji es un colorido alfabeto de símbolos que contiene casi 1.000 imágenes de animales bonitos, alimentos y expresivas caras sonrientes para transmitir lo que las palabras no pueden.

Utilizar emoji, emoticonos y GIF—breves clips animados en bucle— en una conversación por mensaje de texto puede marcar instantáneamente la diferencia entre una afirmación sincera y una broma o sarcasmo. Y conlleva menos esfuerzo. Puede ser más sencillo aplacar los sentimientos heridos con una cara de gato pícaro que teclear atropelladamente una larga y retorcida explicación sobre por qué llegamos 20 minutos tarde a una cena, o comunicar a una amiga que le mandamos nuestro cariño con un GIF animado de dos pandas abrazándose.

Normalmente, esas funciones de los teléfonos móviles no han supuesto grandes negocios en Estados Unidos. Pero algunas empresas jóvenes del país, entre ellas un servicio privado de redes sociales llamado Path, y servicios de mensajería como Tango y MessageMe, han lanzado unosemoticonos denominados stickers [pegatinas] que pueden insertarse en los mensajes. En comparación con el emoji, los stickers son creaciones elaboradas y artísticas. En Path, por ejemplo, el que denota malestar muestra una cara con el ceño fruncido rodeada de una nube de tormenta y relámpagos.

Los emprendedores avezados y los capitalistas de riesgo están ansiosos por sacar partido de esto. “Como categoría, la mensajería se va a orientar hacia el comercio”, pronostica Chi-Hua Chien, socio de Kleiner Perkins Caufield Byers, una de las empresas de capital riesgo más prósperas de Silicon Valley, que ha invertido en Path y otras aplicaciones de mensajería.

La descarga de aplicaciones de stickers es gratuita. Pero, por unos pocos dólares, los usuarios pueden comprar paquetes adicionales que incluyen elementos más alaborados, como caricaturas de comida dibujadas a mano: por ejemplo una porción de pizza bailando.

Line, una aplicación que permite enviar stickers, dibujos y mensajes, ha sido un éxito en Corea del Sur y Japón. Está desarrollada por la empresa surcoreana Naver, que asegura que cuenta con más de 100 millones de usuarios. La compañía ha abierto una oficina en San Francisco.

La popularidad de Line fue uno de los motivos por los que Lango y MessageMe llevaron sus versiones de mensajería de tipo sticker a EE UU. David Lee, uno de los fundadores de la empresa de capital riesgo SV Angel, ha invertido en MessageMe, pero se pregunta si “el comportamiento de los usuarios y las normas culturales en Asia y otros países son tan distintos que puede que no lleguen a adaptarse a Estados Unidos”.

Mimi Ito, antropóloga cultural de la Universidad de California en Irvine, dice que quizá sea demasiado tarde para que los stickers visuales calen entre los estadounidenses. “Muchos usuarios de este país”, recuerda, “se perdieron las prácticas de la telefonía móvil que caracterizaron la cultura temprana de la mensajería”.

A diferencia de los emoji, las aplicaciones de stickers no funcionan con el programa de texto por defecto, lo cual dificulta su utilización. Y averiguar cómo satisfacer al consumidor estadounidense de móviles ha frustrado a empresas como Zynga y Facebook, que se han esforzado por reproducir el éxito de Internet en el móvil.

Con todo, Lee opina que las aplicaciones encajan bien en lo que considera el futuro de las redes sociales, donde se crean grupos de amigos en torno a agendas telefónicas y mensajes, y no de una página web.

En Estados Unidos se están poniendo de moda otras formas de comunicación visual. Servicios de chat por vídeo como Skype, además de Instagram, una página para compartir fotos, y Snapchat, una herramienta que permite enviar imágenes y vídeos que se autodestruyen a los pocos segundos, ya han atraído a un público numeroso. “Sin duda, EE UU se ha subido al carro de la comunicación móvil visual”, señala Ito. “Pero de una forma que difiere con la orientación que dieron a los emoji los primeros que los utilizaron”.

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