Los martenautas postizos han aguantado la prueba de resistencia física y, sobre todo, psicológica, que suponía un viaje en una cápsula que simulaba las condiciones de composición de aire, presión y nivel de ruido de la hipotética nave tripulada hacia Marte, que ha costado unos diez millones de euros. Los buenos resultados preliminares deberán ser ratificados en las próximas semanas con exámenes a los seis "héroes", como se les califica desde las agencias espaciales, que estuvieron permanentemente monitorizados por médicos y vigilados por un equipo de psicólogos.
"Hemos demostrado que el hombre puede viajar a Marte", manifestó ayer el francés Romain Charles, uno de los embarcados en la misión, junto a tres rusos, un chino y un italocolombiano. Este último, el ingeniero Diego Urbina, prefirió comparar su experiencia con otro clásico cinematográfico: 2001: Una odisea del espacio. "Tiene muchas similitudes, sobre todo por la sensación de monotonía", declaró a una televisión rusa. El sopor de compartir un "tubo" durante casi 18 meses con los mismos cinco hombres era uno de los principales retos que deberían superar.
"Estoy seguro de que no nos aburriremos", aseguró confiado Urbina el 4 de junio de 2010, antes de embarcar con las obras completas de Gabriel García Márquez bajo el brazo. Ahora, tras leerse "siete u ocho" de sus novelas, reconoce que "fue muy duro" y que tuvo "altibajos" que casi le llevan a abandonar. "Cuando tus amigos y tu familia te dejan de escribir al mismo tiempo, piensas: será que se han olvidado de mí", declaró a Efe. Sin embargo, la responsabilidad de estar implicado en un avance para la humanidad de tal calibre le ayudó a resistir. Por si acaso, la organización tenía comprometidos unos 70.000 euros de incentivo para cada uno de los seis de la Mars500.
Celos entre la tripulación
No obstante, el afecto que demostraban los suyos a estos conejillos de indias humanos pudo acabar con la estabilidad del grupo, según reveló hace dos días el director científico del programa, Alexander Suvorov al sitio Gazeta.ru. "En distintos momentos, algunos de los miembros de la tripulación recibían más noticias de sus seres queridos y otros, no tantas. Esta situación creó una ligera sensación de celos entre ellos", destacó Suvorov.
Además, según este investigador, los nervios estuvieron cerca de estallar en algún momento por una clásica fuente de broncas en toda convivencia: el reparto de tareas. "Los psicólogos asistieron a conflictos que surgían entre el equipo y los responsables de la misión porque la carga de trabajo no siempre se distribuía con igualdad", señaló Suvorov. "Algunos tenían que hacer gran parte del trabajo y otros desempeñaban un papel más pasivo". A pesar de todo, la labor de los especialistas reconfortando los egos evitó que la sangre llegara al río. "Mantuvimos un equipo unido. No hubo escisiones", defendió este responsable de la misión.
A esto se sumaron dos momentos críticos en el transcurso de esta prueba de resistencia. Primero, un fallo del sistema eléctrico que duró 24 horas; después, un corte de comunicación que duró una semana. Pero, por suerte, pudieron resolverse antes de que arruinaran el experimento.
Al margen de estos contratiempos más graves, cada cual vivió sus propios traumas dentro de la nave espacial de cartón piedra, revestida con maderas en su interior. "Echábamos de menos el contacto con las mujeres", aseguró el italocolombiano. El francés Charles hizo gala de su nacionalidad y, tras criticar el vino en polvo que tuvo que tomar dentro de la nave, aseguró que había echado de menos desayunarse a diario un buen cruasán y zamparse un pedazo de queso con una baguette. Quizá pudo haber sido más grave para el desarrollo de la misión el problema del chino Wang Yue, que sufrió episodios de flatulencia por culpa de la comida que debían consumir y que constituía, en sí mismo, uno más del centenar de experimentos a los que se sometió a estos seis hombres. Y como la confianza da asco, el chino aseguró que ahora todos son como "miembros de una familia".
Los investigadores se han llevado algunas sorpresas interesantes, como cambios en el metabolismo de la tripulación que permitirán reducir la cantidad de víveres a embarcar en la nave espacial o algunos problemas de sueño. El único trabajo español en marcha en el experimento, un sistema de realidad virtual que ayuda a mantener la estabilidad emocional, también parece haber sido un éxito. Como certifica uno de sus responsables y director del LabHuman, Mariano Alcañiz, los resultados "son positivos, ha demostrado valer para inducir estados de ánimo positivos y servir para paliar el aislamiento espacial".
El resultado del experimento Mars500 avala, por tanto, las palabras que el ruso Sukhrob Rustamovich dedicó al salir de la nave a los ingenieros aeronáuticos: "Ahora les toca a ustedes".
Además, según este investigador, los nervios estuvieron cerca de estallar en algún momento por una clásica fuente de broncas en toda convivencia: el reparto de tareas. "Los psicólogos asistieron a conflictos que surgían entre el equipo y los responsables de la misión porque la carga de trabajo no siempre se distribuía con igualdad", señaló Suvorov. "Algunos tenían que hacer gran parte del trabajo y otros desempeñaban un papel más pasivo". A pesar de todo, la labor de los especialistas reconfortando los egos evitó que la sangre llegara al río. "Mantuvimos un equipo unido. No hubo escisiones", defendió este responsable de la misión.
A esto se sumaron dos momentos críticos en el transcurso de esta prueba de resistencia. Primero, un fallo del sistema eléctrico que duró 24 horas; después, un corte de comunicación que duró una semana. Pero, por suerte, pudieron resolverse antes de que arruinaran el experimento.
Al margen de estos contratiempos más graves, cada cual vivió sus propios traumas dentro de la nave espacial de cartón piedra, revestida con maderas en su interior. "Echábamos de menos el contacto con las mujeres", aseguró el italocolombiano. El francés Charles hizo gala de su nacionalidad y, tras criticar el vino en polvo que tuvo que tomar dentro de la nave, aseguró que había echado de menos desayunarse a diario un buen cruasán y zamparse un pedazo de queso con una baguette. Quizá pudo haber sido más grave para el desarrollo de la misión el problema del chino Wang Yue, que sufrió episodios de flatulencia por culpa de la comida que debían consumir y que constituía, en sí mismo, uno más del centenar de experimentos a los que se sometió a estos seis hombres. Y como la confianza da asco, el chino aseguró que ahora todos son como "miembros de una familia".
Se dispararon virtualmente
Para hacer frente al estrés y el tedio, la tripulación optó por distintos métodos de evasión. Wang practicaba caligrafía china y enseñaba proverbios antiguos a sus compañeros, los europeos tocaban la guitarra un tema tan apropiado como Rocket Man de Elton John se convirtió en himno allí dentro y los rusos retaban a video-juegos al resto. De este modo, se consolidaron las partidas al Counter Strike, un juego en el que se disparaban los unos a los otros para liberar las tensiones de este largo viaje. Una aventura que se hizo lo más realista posible recibían los emails con un retardo de casi media hora, como en un viaje espacial real que tuvo la guinda de un amartizaje simulado con todos los detalles técnicos.Los investigadores se han llevado algunas sorpresas interesantes, como cambios en el metabolismo de la tripulación que permitirán reducir la cantidad de víveres a embarcar en la nave espacial o algunos problemas de sueño. El único trabajo español en marcha en el experimento, un sistema de realidad virtual que ayuda a mantener la estabilidad emocional, también parece haber sido un éxito. Como certifica uno de sus responsables y director del LabHuman, Mariano Alcañiz, los resultados "son positivos, ha demostrado valer para inducir estados de ánimo positivos y servir para paliar el aislamiento espacial".
El resultado del experimento Mars500 avala, por tanto, las palabras que el ruso Sukhrob Rustamovich dedicó al salir de la nave a los ingenieros aeronáuticos: "Ahora les toca a ustedes".
No hay comentarios:
Publicar un comentario