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2011/11/28

'Curiosity' ya vuela en busca de vida en Marte

A Marte, ese frío y árido hermano rojo de la Tierra, no le gustan las visitas. Durante décadas se las ha apañado para darle calabazas a los pretendientes más decididos y audaces. Muchos intentaron desnudar sus secretos, pero la mayoría se quedó por el camino. Que se lo digan a los rusos, todavía desorientados tras la bofetada que supuso perder el control de la Phobos-Grunt, lanzada hace más de dos semanas con la intención de palpar una de sus lunas. Ayer partió a su encuentro el galán más ambicioso, la misión Mars Science Laboratory (MSL), que tratará de conquistar Marte a lomos de un corcel blanco de seis patas: el Curiosity, el vehículo más sofisticado y capaz de todos los desarrollados por la NASA.
Este rover de nueva generación, que se despidió de la Tierra poco después de las 16.00, hora peninsular de España, es el "mayor y más complejo equipo de investigación que se haya llevado nunca a la superficie de otro planeta", según el director de la NASA para la exploración de Marte, Doug McCuistuion. "Para un científico que estudia Marte, esta es la máquina de sus sueños", declaró Ashwin Vasavada, responsable adjunto de la misión, poco antes del lanzamiento del vehículo desde Cabo Cañaveral, en Florida (EEUU). Tiene por delante ocho meses y medio de viaje, impulsado por el cohete Atlas V. Unos minutos después del despegue, se recibieron las primeras señales de contacto con la astronave y con el rover: suspiros de alivio. Dentro de dos semanas se corregirá por primera vez el rumbo del cohete para orientarlo hacia la meta que alcanzará el 6 de agosto, tras un viaje de 567 millones de kilómetros.

Lo que convierte este rover en un artilugio prodigioso es que cuenta con numerosas funciones que le permitirán, una vez asentado en el cráter Gale, dar con vestigios de vida marciana, si existen. La NASA, necesitada de un triunfo en este proyecto, se ha movido en una ambigüedad casi esquizofrénica en su definición de los objetivos de la misión. Como ejemplo, las palabras que McCuistuion expresó en la presentación: "No vamos a buscar vida, sino a la búsqueda de signos de vida". El matiz puede ser importante cuando se trata con Marte, un planeta tan celoso de sus secretos que incluso se empeña, con sus complicadas condiciones físicas, en borrar las pistas que ahora buscará la MSL. Ni las sondas Viking que aterrizaron en el año 1976, ni la Phoenix del 2008, ni los rover gemelos aterrizados en 2004, Spirit y Opportunity (todavía operativo), han podido dar con algún rastro orgánico.
Sin embargo, Curiosity tiene muchas ventajas sobre los que le precedieron. Del tamaño de una furgoneta, tiene en su interior el más avanzado laboratorio para el análisis de la superficie marciana. Como si del Gadgetomóvil se tratara, Curiosity es capaz de desplegarse como una navaja suiza con toda las funciones necesarias para convertir su exploración en un éxito. Lleva a bordo un total de diez sofisticadas herramientas para conseguir determinar si se dan las condiciones necesarias para la vida.

España a bordo

Una de ellas, REMS, desarrollada por investigadores españoles del CSIC, servirá para determinar las condiciones medioambientales. SAM es un instrumento que estudiará las muestras tomadas por el brazo mecánico del rover. Su análisis determinará la existencia de moléculas orgánicas y la presencia de carbono, ingrediente imprescindible para la vida como la conocemos. Curiosity va armado con tecnología láser, y es capaz de disparar un rayo con un alcance de siete metros hacia rocas o materiales que los investigadores quieran despedazar. Al hacerlo, el laboratorio rodante analizará el espectro de luz reflejado por el vapor liberado al reducir a añicos las piedras. Cuenta con precisas cámaras y un sistema que permite a Curiosity convertirse en un vehículo casi inteligente que evita meterse en líos en sus paseos por la superficie marciana.
El aparato está equipado con un medidor de radiación para preparar una futurible visita humana al planeta. Y junto a un refinado microscopio para desentrañar los secretos de rocas, polvo o hielo, el rover carga con DAN, un detector de neutrones de hidrógeno que permite localizar agua del subsuelo, hasta un metro de profundidad, sin necesidad de pico y pala.
Porque una de las razones más importantes para mandar Curiosity al cráter Gale y no a cualquier otro punto es que se encuentra en uno de los lugares más propicios de Marte para contar con un pasado acuático, un lago de agua que se habría formado en el hueco de 150 kilómetros de largo dejado por el violento choque de un meteorito. El vehículo pasará al menos un año marciano (686 días terrestres), hasta 20 kilómetos de recorrido, escrutando esa explanada, en cuyo centro se eleva una montaña de 5.000 metros. Es muy probable que pueda prolongar su servicio, como hizo el Opportunity, que ya ha multiplicado por 30 su expectativa de vida útil de 90 días.
Mientras la autonomía de los anteriores rovers se medía en días de sol, Curiosity se ha convertido en el primer vehículo que apuesta por la tecnología nuclear para su funcionamiento. Una batería de cinco kilos de plutonio-238 impulsará las seis ruedas para que muevan el aparato a una velocidad similar a la del caminar humano.
Todo ese instrumental supone que Curiosity pese casi una tonelada, cinco veces más que sus predecesores. Por ello, la NASA ha tenido que desarrollar un sistema de aterrizaje ayudado de retropropulsores (ver gráfico), ya que su peso habría reventado los balones de aire que amortiguaban la caída de otros rovers. Además, ese sistema multiplica por cuatro la precisión del amartizaje, fundamental para evitar terrenos peligrosos.
"La misión nos ofrecerá datos fundamentales que necesitamos saber sobre Marte y, mientras avanza en su estudio científico, estaremos trabajando en las posibilidades de una misión humana al planeta rojo y otros destinos donde no hemos estado nunca", aseguró ayer el jefe de la NASA, Charles Bolden. La MSL es una misión decisiva para el futuro de la exploración del universo. La agencia espacial de EEUU se la juega; no puede permitirse que esta misión acabe perdiéndose en "el triángulo de las Bermudas del Sistema Solar, el planeta de la muerte", como lo definió, no sin cierto tono agorero, la ejecutiva de la agencia espacial Colleen Hartman.
Este proyecto es fundamental porque, en un momento en el que la Casa Blanca mira con lupa cada inversión, un fracaso de este calibre pasaría factura. La inversión inicial era de 1.200 millones de euros, una cifra que se disparó hasta los casi 1.900 millones definitivos a partir de 2009, año en el que estaba previsto que despegara el Curiosity. Pero la agencia prefirió retrasar dos años el lanzamiento y gastar cientos de millones más en mejorar los engranajes motorizados que mueven las ruedas del vehículo y su brazo robótico. Lo que sea para conquistar Marte con éxito. 

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