¿Es la clic crisis de la Eurozona el equivalente internacional de una corrida bancaria, de un pánico irracional en los mercados? ¿O hay algo más fundamental detrás, como el momento de la verdad para los países que se han endeudado demasiado durante mucho tiempo?
Esta es la pregunta básica pendiente para los políticos europeos en tanto intentan construir una respuesta común para las turbulencias económicas por las que pasa el bloque.El problema es que la respuesta alemana es muy diferente de la de los otros.
Como muchos de los líderes políticos del continente, la canciller alemana, Angela Merkel, está convencida de que la presión de los mercados sobre clic Italia y España, e incluso Francia, está en parte justificada.
Es por eso que no deja de decir que los países son los dueños de su destino. Simplemente tienen que intentarlo más.
O visto de otra manera, puede que estemos ante un contagio, pero si los problemas están efectivamente extendiéndose, eso sólo hace que sea más importante, en la visión alemana, que los gobiernos tomen la medicina adecuada.
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No obstante, cada vez más, otros líderes políticos de dentro y fuera de la Eurozona se están sumando a una corriente diferente.
Ante los crecientes costes de emitir deuda, países como Francia y, especialmente, Holanda y Austria (cuyas economías en cualquier caso son más fuertes que la alemana) ya ven un pánico en los mercados que tiene que ver cada vez menos con los fundamentos de la economía.
Por supuesto, incluso el pánico puede ser racional. Si se piensa que la mera existencia de la Eurozona está en cuestión, entonces están más que justificadas las bases de la presión que se ve en Europa, no sólo en los gobiernos sino hasta en bancos y grandes compañías. De hecho, parece hasta lo prudente.
Riesgos también para Alemania
Pero la canciller alemana, se supone que no cree que la existencia del euro esté en cuestión. Es más, en el núcleo de su estrategia ante la crisis, política y económicamente, la moneda única no sólo debe salir intacta, sino con todos sus miembros comprometidos a comportarse macroeconómicamente a la alemana.
Incluso el futuro germano dentro del euro podría no ser viable si el caos en los mercados de las últimas semanas acaba con un desplome del crédito, como muchos temen. Eso haría imposible para Italia y España encaminar sus economías, o crecer en medio de un endeudamiento masivo.
Y, no se puede dejar de recordar que una prolongada crisis financieras también tendrá efectos devastadores para Alemania.
Los analistas se centran naturalmente en la creciente diferencia entre los costes de la deuda alemana, los bonos de referencia, y la de otros países. Pero es también chocante que los propios títulos germanos han comenzado a resentirse en las últimas semanas. Algo que no es de esperar si de verdad fuera un lugar seguro.
Los inversores sabe que incluso Berlín, con una deuda pública del 80% del Producto Interno Bruto y una dependencia masiva de sus exportaciones al resto de Europa, no será un puerto seguro cuando empeore la tormenta de la crisis.
Lo que nos lleva de regreso a la cuestión inicial, ¿estamos ante una corrida bancaria o el momento de la verdad?
La respuesta es que ambas cosas. Y los políticos europeos lo saben. Por eso Merkel necesita decidir rápido si va a dejar que el elemento del pánico bancario se haga con el centro de la crisis y que los mercados sigan adelante con la idea de que el euro está a punto de desmoronarse.
Si no quiere que eso pase, hace falta que lo diga ya. Y es necesario que pida a sus funcionarios que busquen una salida para que el Banco Central Europeo salga al rescate del euro sin poner su credibilidad ni su independencia más en riesgo de lo que ya está.
Incluso el futuro germano dentro del euro podría no ser viable si el caos en los mercados de las últimas semanas acaba con un desplome del crédito, como muchos temen. Eso haría imposible para Italia y España encaminar sus economías, o crecer en medio de un endeudamiento masivo.
Y, no se puede dejar de recordar que una prolongada crisis financieras también tendrá efectos devastadores para Alemania.
Los analistas se centran naturalmente en la creciente diferencia entre los costes de la deuda alemana, los bonos de referencia, y la de otros países. Pero es también chocante que los propios títulos germanos han comenzado a resentirse en las últimas semanas. Algo que no es de esperar si de verdad fuera un lugar seguro.
Los inversores sabe que incluso Berlín, con una deuda pública del 80% del Producto Interno Bruto y una dependencia masiva de sus exportaciones al resto de Europa, no será un puerto seguro cuando empeore la tormenta de la crisis.
Lo que nos lleva de regreso a la cuestión inicial, ¿estamos ante una corrida bancaria o el momento de la verdad?
La respuesta es que ambas cosas. Y los políticos europeos lo saben. Por eso Merkel necesita decidir rápido si va a dejar que el elemento del pánico bancario se haga con el centro de la crisis y que los mercados sigan adelante con la idea de que el euro está a punto de desmoronarse.
Si no quiere que eso pase, hace falta que lo diga ya. Y es necesario que pida a sus funcionarios que busquen una salida para que el Banco Central Europeo salga al rescate del euro sin poner su credibilidad ni su independencia más en riesgo de lo que ya está.
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