Para la compañía canadiense AptiQuant Psychometric Consulting, el navegador Internet es un indicador de la habilidad cognitiva del usuario. O mejor dicho, de su resistencia al cambio tecnológico.
La firma, que ha realizado una serie de tests online con 100.000 personas de Estados Unidos, Canadá, Australia y Nueva Zelanda durante cuatro semanas, ha comprobado que una parte significante de los usuarios con baja puntuación estaban usando el navegador de Microsoft Internet Explorer (IE). De la versión 6.0 -que según datos de junio del 2011 sigue instalada en el ordenador del 10,7% de los usuarios de Internet a escala global y que la compañía de Bill Gates también quiere desterrar-, a la 9.0.
De ahí, la consultora especialista en tests psicométricos deduce que los usuarios con un cociente intelectual (CI) menor tienen tendencia a utilizar versiones desactualizadas de los navegadores, lo que, según dice, tiene implicaciones importantes tanto para desarrolladores como para empresas de tecnología.
Comparando los resultados obtenidos con otro estudio realizado en el 2006, AptiQuant asegura además que el CI de los internautas que usaban IE en aquella época era superior al que obtienen los que lo usan en el 2011, lo que, según dice, significa que muchos han dejado IE por otros navegadores. No importa cuál en este caso. AptiQuant apunta, en este sentido, que no hay diferencias significativas entre los usuarios de Firefox, Chrome o Safari.
De ahí, que muchas publicaciones hayan resumido el informe afirmando sin pudor que los usuarios de IE son menos inteligentes que los que usan otros navegadores, incluyendo Opera o Camino -éste último de Mac-, que son menos conocidos.
En realidad, lo que AptiQuant quiere subrayar es que “los individuos con un CI menor tienen tendencia a no querer cambiar de navegador”. “Esta hipótesis se puede extender a cualquier software en general, aunque hay que investigar más sobre el tema”, insiste.
Eso sí, la empresa no pierde la oportunidad de recalcar que las versiones 6.0 a 8.0 de Internet Explorer son “incompatibles con los estándares modernos de la Web” y que adaptar las páginas supone a los desarrolladores “un esfuerzo innecesario”.
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