Uno de los mayores retos de la paleoantropología es encontrar al abuelo que compartieron humanos modernos y neandertales, identificar el ancestro común más cercano del Homo sapiens y el Homo neanderthalensis. Un linaje que podría llevar a ambas especies hasta una pequeña localidad al sur de Roma, Ceprano, donde en 1994 se encontró la parte superior del cráneo de un individuo adulto, entonces el resto europeo más antiguo recuperado hasta la fecha. Ahora, un grupo de investigadores de la Universidad de Roma y de la Unidad de Antropología Biocultural de la Universidad del Mediterráneo (Marsella, Francia) asegura que las características de ese cráneo lo emparentan tanto con sapiens como con neandertales.
Según el trabajo de estos investigadores, que ha publicado la revista PLoS ONE, el cráneo de Ceprano tendría en torno a 400.000 años y no los más de 800.000 años que se le llegaron a asignar inicialmente. Además, a partir de un detallado análisis comparativo junto con otros ejemplares pertenecientes al género Homo, el grupo francoitaliano ha optado por clasificar este cráneo dentro de la especie Homo heidelbergensis.
Hasta ahora, se había especulado largamente con la catalogación de este cráneo, muy difícil de atribuir. Distintos equipos lo han datado con fechas dispares, y una de las últimas investigaciones lo ubicaba como Homo antecessor, el Hombre de Atapuerca. Tal es la confusión que rodea al cráneo romano que se llegó a hablar de Homo cepranensis, definiendo a este hominino como perteneciente a una especie propia diferente a todas las demás.
Sin embargo, según el grupo de Aurélien Mounier y Giorgio Manzi, este robusto cráneo sin mandíbula pertenece a los heidelbergensis, una especie muy controvertida por la cantidad de fósiles con características muy dispares hallados por medio mundo.
"Parece que una maldición persigue a este pobre cráneo. El problema es que es muy difícil de datar, ya que se encontró en una cuneta, fuera de su contexto", lamenta el codirector de Atapuerca , que la semana pasada presentó los resultados de un estudio que dejan en el limbo de las especies al primer europeo, una mandíbula de 1,2 millones de años que originalmente se catalogó como antecessor. Bermúdez de Castro considera que el trabajo publicado en PLoS ONE va en la misma línea que el suyo: "Estos hallazgos nos están obligando a reinterpretar el escenario de las especies".
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Según el trabajo de estos investigadores, que ha publicado la revista PLoS ONE, el cráneo de Ceprano tendría en torno a 400.000 años y no los más de 800.000 años que se le llegaron a asignar inicialmente. Además, a partir de un detallado análisis comparativo junto con otros ejemplares pertenecientes al género Homo, el grupo francoitaliano ha optado por clasificar este cráneo dentro de la especie Homo heidelbergensis.
Hasta ahora, se había especulado largamente con la catalogación de este cráneo, muy difícil de atribuir. Distintos equipos lo han datado con fechas dispares, y una de las últimas investigaciones lo ubicaba como Homo antecessor, el Hombre de Atapuerca. Tal es la confusión que rodea al cráneo romano que se llegó a hablar de Homo cepranensis, definiendo a este hominino como perteneciente a una especie propia diferente a todas las demás.
Sin embargo, según el grupo de Aurélien Mounier y Giorgio Manzi, este robusto cráneo sin mandíbula pertenece a los heidelbergensis, una especie muy controvertida por la cantidad de fósiles con características muy dispares hallados por medio mundo.
El problema es el nombre
Es precisamente esta catalogación la que le chirría al codirector de las excavaciones de Atapuerca, José María Bermúdez de Castro. "La idea que propone este trabajo es muy interesante, no es para nada descabellada. El problema es el nombre, que no termina de convencer", afirma Bermúdez de Castro, que sin embargo no duda de la teoría de que el fósil italiano sea ancestro común de sapiens y neandertales."Parece que una maldición persigue a este pobre cráneo. El problema es que es muy difícil de datar, ya que se encontró en una cuneta, fuera de su contexto", lamenta el codirector de Atapuerca , que la semana pasada presentó los resultados de un estudio que dejan en el limbo de las especies al primer europeo, una mandíbula de 1,2 millones de años que originalmente se catalogó como antecessor. Bermúdez de Castro considera que el trabajo publicado en PLoS ONE va en la misma línea que el suyo: "Estos hallazgos nos están obligando a reinterpretar el escenario de las especies".
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