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2011/05/23

Los viajes espaciales privados: ¿un sueño hecho realidad?

En un hall de entrada blanco brillante, con muebles curiosamente deformados que recuerdan a "Viaje a las estrellas", unos veinteañeros en pantalones cortos y camisetas pasan sin prisa, como si estuvieran yendo a ver a una banda de rock.
Aparcado fuera, bajo el sol brillante del sur de California, hay un coche deportivo Tesla con motor eléctrico.

Y hasta la dirección es estilizada: Número 1, Rocket Road, Los Ángeles.
Se trata de SpaceX, exponente de una nueva generación de empresas privadas que promete revolucionar los vuelos espaciales, y también redefinir los aspectos positivos del espacio.
Mientras entro, dos pensamientos acuden a mi mente:
En primer lugar, que los jóvenes son el equivalente moderno de la generación legendaria que puso al hombre en la Luna. Las corbatas de la era del Apolo y las reglas de cálculo han sido reemplazados por jeans y iPads.
En segundo lugar, es perfectamente posible que alguien nacido en 1958, como quien les habla, sea la persona más vieja en este edificio.

Nueva generación

Lo comprobé: hay algunos vejetes de la era espacial, pero la edad promedio es de apenas 28. Ni siquiera el jefe ha pasado la barrera de los 40 años.
Elon Musk, director de SpaceX, luce igual que muchos miembros de su equipo: camiseta negra y barba de tres días. Hizo su fortuna en internet, ¿dónde más? Fue uno de los fundadores del servicio de pagos en línea PayPal.
Ahora está ocupado no sólo con su negocio de autos eléctricos Tesla, sino también dirigiendo una de las más avanzadas empresas de vuelos espaciales comerciales.
El momento escogido no podía ser mejor: la agencia espacial estadounidense NASA está ansiosa de que sean firmas privadas las que se encarguen de lanzar transbordadores, hacer vuelos de carga y enviar astronautas a la Estación Espacial Internacional.
¿Pero por qué el espacio? ¿Qué es esto?

"Esto se remonta a cuando yo estaba en la universidad y pensaba en las cosas que más afectarían al futuro de la humanidad", señala Musk.
"Las tres que se me ocurrieron fueron internet, la transición a la energía sostenible y lograr que la vida fuera multiplanetaria.
"No esperaba estar involucrado en el tema espacial dado que parecía un dominio exclusivo de los gobiernos de las grandes potencias. Pero, gracias al capital obtenido por la actividad en internet, tuve la oportunidad de participar en la industria de los cohetes", explica.
Musk habla rápido, con pausas ocasionales durante las cuales su mirada se vuelve distante, mientras elabora un nuevo pensamiento. Da la impresión de tener una inteligencia feroz e impaciente, combinada con ingenio juvenil.
Nacido en Sudáfrica, Musk es licenciado en física y en economía de la Universidad de Pensilvania. Pero él sabe cuáles son sus prioridades.
"Yo pienso en mí realmente más como un ingeniero que como hombre de negocios. Si no fuera por esta empresa, no podría poner en práctica la ingeniería que quiero", dice.
El logro más espectacular de la compañía fue en diciembre pasado cuando uno de sus cohetes Falcon 9 puso en órbita la cápsula Dragon: fue la primera vez que una empresa privada realizaba una tarea de este tipo.

Queso a bordo

¿Quién iba bordo? Un gran pedazo de queso gruyere. Encerrado en una cápsula lo suficientemente grande como para albergar a siete astronautas, le dio la vuelta a la Tierra dos veces antes de zambullirse en el Pacífico.

¿Por qué? Elon Musk parece un poco avergonzado. Es porque le gusta la serie Monty Python. El vuelo del queso fue un homenaje al famoso sketch de la tienda de quesos de ese programa de humor británico.
"Tienes que tener sentido del humor", dice. Me pregunto si él piensa que no soy lo suficientemente divertido.
Aquí se cruzan fácilmente la ciencia ficción y la ciencia real, y los entusiastas de los videojuegos encuentran una salida comercial en los viajes espaciales reales.
La cápsula espacial que transportará carga y personas se llama Dragon y el plan de Musk es que logre aterrizar con la energía de su propio cohete - "que aterrice sobre una capa de fuego, como un dragón real", dice.
Sus motores se denominan Draco, como minidragones. Los motores de los cohetes Falcon se llaman Merlín, en parte por el mítico mago y en parte por el motor de los cazas británicos Spitfire.

Ambición a largo plazo

Y detrás de todo esto, hay una ambición ardiente: la visión a largo plazo, dice Musk, es Marte y la necesidad humana de ser "multiplanetarios".
"En última instancia queremos un sistema que permita transportar a un gran número de personas y de carga a Marte y crear una civilización autosustentable".
¿En serio?
"Esto es más una aspiración que una predicción", admite.

"Ser autosuficientes puede llevar 50 años, o un siglo. Pero espero vivir para ver al hombre por primera vez en Marte y los inicios de la civilización".
Esto me lleva a preguntarle -muy cortésmente, por supuesto- si no se arriesga a tratar de correr antes de poder caminar. En el momento de la entrevista, SpaceX aún no ha llevado a ningún ser humano a la órbita terrestre, y mucho menos a otro mundo.
"No estamos tratando de llegar a Marte mañana. Tenemos un enfoque en varias fases que contempla mejoras graduales en la tecnología".
Terminamos con lo que creo es la pregunta clave al inicio de esta nueva era de operadores privados en el espacio: ¿serán seguros?
Elon Musk es enfático.
"Estoy convencido de que el sistema que diseñemos será más seguro que cualquier otro sistema previo. Como entidad comercial, no es muy rentable matar a tus clientes".
Se ríe. De hecho, se rió bastante durante nuestra entrevista. Al estar más acostumbrado al tradicionalismo monocorde de la NASA o la ESA o la agencia espacial rusa, creo que a mí también me toma algún tiempo acostumbrarme a esto.
Pero la apertura de espacio a los operadores privados es una especie de revolución. Y eso supone nuevas actitudes y nuevos estilos.
Mientras me voy, me imagino su mente zumbando sobre los retos tecnológicos que se avecinan: la forma de garantizar no sólo que el próximo vuelo sea exitoso sino también que su carga sea tan divertida como un queso gruyere.

BBC Mundo

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