La venganza se sirve en plato frío. Así reza el dicho. Y, aunque suene exagerado, quizás a más de un directivo de IBM se le ha pasado la idea por la cabeza tras comprobar este lunes que su compañía superaba a Microsoft en capitalización bursátil. Lo hacía por primera vez en 15 años. Ese día, el valor en Bolsa del gigante azul se elevó hasta los 205.270 millones de dólares frente a los 203.750 millones que valía la compañía de Redmond.
Pero, ¿por qué hablar de venganza? Porque, pese a que es cierto que esos valores fluctúan ligeramente arriba y abajo, y a favor de una u otra, según el día, e incluso la hora, seguramente a IBM no se le ha olvidado todavía que Microsoft llegó a triplicar su valor bursátil en la década de los 90, en plena era del PC. Y tampoco se le ha debido olvidar que fue por un error de la propia IBM en 1980 -"el más famoso de la industria tecnológica", según lo definían estos días algunos expertos del sector- el que permitió a la compañía de Bill Gates convertirse en el gigante que es hoy.
En ese momento, y vigilada por las autoridades antimonopolio, IBM prefirió contratar una pequeña empresa, de nombre Microsoft, para hacer el sistema operativo que llevaría su primer PC.
Ahora, a los responsables de IBM debe darles un regusto especial haber logrado, tras más de una década y media, ser la segunda empresa tecnológica por capitalización bursátil, solo superada por Apple. Sin duda, la compañía de Sam Palmisano ha aprovechado la llamada era post-PC para tomarse la revancha.
El gigante azul, que tuvo que aguantar durante muchos años el calificativo de dinosaurio en tono peyorativo, con el que aludían a la supuesta escasa capacidad de esta compañía para adaptarse al nuevo entorno, parece que ha logrado ahora cambiar las tornas y volver a la cima. Sin duda, una buena manera de celebrar por todo lo alto su primer siglo de existencia, que cumplirá este mes de junio.
La brecha bursátil abierta pues entre Microsoft e IBM ha desaparecido. Y una de las claves está en la capacidad de esta última para reinventarse. IBM ha sabido focalizarse como pocas en el negocio del software y los servicios. Mirando sus últimas cuentas, el software ya supone un 44% de sus beneficios y será un 50% en el 2015. Y su unidad de servicios aporta también una buena parte de los ingresos (algo más del 30%).
Sin duda, IBM supo leer a principios de 2000 por dónde iban a ir los tiros en el mercado tecnológico en términos de margen de beneficio y necesidades de los clientes, y acertaron al salirse de negocios con poco margen como el hardware de consumo (vendió, por ejemplo, su unidad de PC a la china Lenovo) donde, salvo Apple, el resto libra una dura batalla con unos márgenes mínimos.
El otro acierto ha sido seguir fiel a su foco de centrarse en la empresa y no dejarse llevar por la tentación de meterse en el segmento de consumidor final, como ha hecho Cisco, una estrategia que le está pasando una elevada factura.
Y todavía hay dos claves más. La primera, la organización de I+D que tiene IBM. Han sabido seguir invirtiendo en I+D, innovando, y eso les ha mantenido a flote (de hecho es, junto con Microsoft, una de las empresas con mayor gasto en I+D; en 2010 dedicó 6.000 millones). La segunda: haber contado con el liderazgo de un consejero delegado como Palmisano que ha sabido leer las grandes tendencias y que lleva ya muchos años en la compañía, aportando estabilidad y cumpliendo su principal trabajo como máximo responsable de la compañía: crear valor para los accionistas.
A pesar de todo, la pregunta es si IBM será capaz de leer con la misma maestría cómo liderar en los 10-15 próximos años: sus apuestas son el smart planet, el cloud computing y el software para análisis de datos (esta misma semana ha anunciado que invertirá 100 millones de dólares en crear soluciones para analizar grandes cantidades de datos desestructurados). ¿Será suficiente? Se verá.
Cinco Dias
Pero, ¿por qué hablar de venganza? Porque, pese a que es cierto que esos valores fluctúan ligeramente arriba y abajo, y a favor de una u otra, según el día, e incluso la hora, seguramente a IBM no se le ha olvidado todavía que Microsoft llegó a triplicar su valor bursátil en la década de los 90, en plena era del PC. Y tampoco se le ha debido olvidar que fue por un error de la propia IBM en 1980 -"el más famoso de la industria tecnológica", según lo definían estos días algunos expertos del sector- el que permitió a la compañía de Bill Gates convertirse en el gigante que es hoy.
En ese momento, y vigilada por las autoridades antimonopolio, IBM prefirió contratar una pequeña empresa, de nombre Microsoft, para hacer el sistema operativo que llevaría su primer PC.
Ahora, a los responsables de IBM debe darles un regusto especial haber logrado, tras más de una década y media, ser la segunda empresa tecnológica por capitalización bursátil, solo superada por Apple. Sin duda, la compañía de Sam Palmisano ha aprovechado la llamada era post-PC para tomarse la revancha.
El gigante azul, que tuvo que aguantar durante muchos años el calificativo de dinosaurio en tono peyorativo, con el que aludían a la supuesta escasa capacidad de esta compañía para adaptarse al nuevo entorno, parece que ha logrado ahora cambiar las tornas y volver a la cima. Sin duda, una buena manera de celebrar por todo lo alto su primer siglo de existencia, que cumplirá este mes de junio.
La brecha bursátil abierta pues entre Microsoft e IBM ha desaparecido. Y una de las claves está en la capacidad de esta última para reinventarse. IBM ha sabido focalizarse como pocas en el negocio del software y los servicios. Mirando sus últimas cuentas, el software ya supone un 44% de sus beneficios y será un 50% en el 2015. Y su unidad de servicios aporta también una buena parte de los ingresos (algo más del 30%).
Sin duda, IBM supo leer a principios de 2000 por dónde iban a ir los tiros en el mercado tecnológico en términos de margen de beneficio y necesidades de los clientes, y acertaron al salirse de negocios con poco margen como el hardware de consumo (vendió, por ejemplo, su unidad de PC a la china Lenovo) donde, salvo Apple, el resto libra una dura batalla con unos márgenes mínimos.
El otro acierto ha sido seguir fiel a su foco de centrarse en la empresa y no dejarse llevar por la tentación de meterse en el segmento de consumidor final, como ha hecho Cisco, una estrategia que le está pasando una elevada factura.
Y todavía hay dos claves más. La primera, la organización de I+D que tiene IBM. Han sabido seguir invirtiendo en I+D, innovando, y eso les ha mantenido a flote (de hecho es, junto con Microsoft, una de las empresas con mayor gasto en I+D; en 2010 dedicó 6.000 millones). La segunda: haber contado con el liderazgo de un consejero delegado como Palmisano que ha sabido leer las grandes tendencias y que lleva ya muchos años en la compañía, aportando estabilidad y cumpliendo su principal trabajo como máximo responsable de la compañía: crear valor para los accionistas.
A pesar de todo, la pregunta es si IBM será capaz de leer con la misma maestría cómo liderar en los 10-15 próximos años: sus apuestas son el smart planet, el cloud computing y el software para análisis de datos (esta misma semana ha anunciado que invertirá 100 millones de dólares en crear soluciones para analizar grandes cantidades de datos desestructurados). ¿Será suficiente? Se verá.
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