Al tomarlo en la mano parece un móvil normal, quizá algo más pesado. En posición horizontal desliza la pantalla hacia arriba y se convierte en una consola de bolsillo. Es el móvil Xperia Play, de Sony Ericsson.
Gracias a un mecanismo de dos carriles por debajo de la pantalla aparece un panel con los controles clásicos de la PlayStation: dos crucetas en los lados que se manejan con los pulgares, justo debajo dos círculos táctiles, y dos botones bajo la pantalla para los dedos índices.
Los juegos se descargan directamente de Internet al móvil, que permite almacenar 8 gigas de contenidos. El catálogo inicial es de 50 títulos que aparecerán tanto en el Android Market como en PlayStation Suite. De momento han anunciado, entre otros, Assassin's Creed: Altair's Chronicles, Modern Combat 2: Black Pegasus y Tom Clancy's Splinter Cell: Conviction, aunque el móvil incluye Tetris, las luchas de Bruce Lee Dragon Warrior, la aventura de Crash Bandicoot, las carreras galácticas con Star Batallion, fútbol con FIFA 10 y la vida virtual de The Sims 3.
La generosa pantalla (de cuatro pulgadas), junto al procesador y potente motor gráfico proporcionan una notable experiencia de juego. El peso (175 gramos) se justifica porque lleva de todo: 3G, wifi, bluetooth, cámara de cinco megapíxeles en alta definición. El sistema operativo de Google, Android 2.2, además de mapas, gestor de correo y acceso a los mapas de la casa, hace que se pase con rapidez de una aplicación a otra. Al tener una pantalla tan amplia se teclea con facilidad e invita a navegar entre vídeos de YouTube. Aprovecha los conocimientos de Sony en el mundo del videojuego y lo mejor de los teléfonos Android, pero también cae en el fallo de su caótico catálogo de aplicaciones.
La duración de la batería depende de la adicción que genere la consola. Si se juega es difícil que supere las cuatro horas. El precio no es para jóvenes. La versión libre cuesta 649 euros, aunque lo ofrecen subvencionado y con contrato de permanencia Orange, Movistar y Vodafone, que tiene la exclusividad en color blanco durante dos semanas.
El Pais
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