En unos años, la ficha básica de los datos médicos (sexo, edad y grupo sanguíneo) podría verse ampliada con una nueva casilla: el enterotipo. Un estudio publicado hoy en Nature, en el que han participado investigadores del Institut de Recerca Valld'Hebrón (VHIR), demuestra que los seres humanos se clasifican en tres tipos según las bacterias que habitan en su sistema digestivo, el enterotipo.
Este hallazgo es resultado del proyecto multinacional MetaHIT que el año pasado consiguió identificar todos los genes más de tres millones de las bacterias del organismo, lo que se bautizó como microbioma humano. "A partir de ahí, vimos que las bacterias se asociaban de forma concreta, creando lo que definimos como constelaciones. Es decir, registramos que cuando había muchas bacterias de un tipo, disminuían las pertenecientes a otro, como si fuera un ecosistema", explica por teléfono el responsable español del proyecto, el investigador del VHIR Francisco Guarner.
Existen otras diferencias entre el estudio publicado hoy y el que la misma revista recogió en portada hace algo más de un año. En aquel, por ejemplo, sólo se había analizado a través de las heces la flora intestinal completa de 33 personas (daneses y españoles). Ahora, la muestra se ha aumentado a casi 200 y también lo han hecho las nacionalidades, que ahora incluyen a Italia, Francia, Japón, Austra-lia y Canadá. Y el patrón, la división en tres grupos, se ha mantenido aunque haya más participantes. "Al principio, pensábamos que en España sería distinto, porque hay una alimentación y un estilo de vida diferente, pero hemos visto que hay una estructura fundamental que se mantiene, aunque otras variaciones puedan depender de otros factores", apunta Guarner.
Los tres enterotipos identificados llevan el nombre de la bacteria que predomina en cada uno de ellos. El tipo uno sería Bacteroides, el tipo dos, Prevotella y el tres, Ruminococo. "Al principio nos pareció que el más abundante era el tres pero, al expandirlo, parece que es el Bacteroides", subraya Guarner.
Las aplicaciones prácticas de este hallazgo tardarán todavía en llegar "unos diez años", vaticina el experto. Por el momento, se ha intentado buscar relación entre un mayor índice de masa corporal (IMC) con un determinado enterotipo "pero no se ha encontrado". Para Guarner, vendrán más respuestas cuando se comparen personas con la misma clase de microbioma.
Hay dos áreas terapéutica donde el avance en el estudio del microbioma puede aportar importantes novedades. "Se abre una vía para un tipo de obesidad que se da sobre todo en Europa y que no consiste sólo en la acumulación de grasa, sino también en alteraciones de la regulación de insulina; es la asociada con la diabetes tipo 2", señala el médico, que añade que también podrán beneficiarse de los hallazgos los pacientes con patologías inflamatorias intestinales, como la enfermedad de Chron.
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Este hallazgo es resultado del proyecto multinacional MetaHIT que el año pasado consiguió identificar todos los genes más de tres millones de las bacterias del organismo, lo que se bautizó como microbioma humano. "A partir de ahí, vimos que las bacterias se asociaban de forma concreta, creando lo que definimos como constelaciones. Es decir, registramos que cuando había muchas bacterias de un tipo, disminuían las pertenecientes a otro, como si fuera un ecosistema", explica por teléfono el responsable español del proyecto, el investigador del VHIR Francisco Guarner.
Existen otras diferencias entre el estudio publicado hoy y el que la misma revista recogió en portada hace algo más de un año. En aquel, por ejemplo, sólo se había analizado a través de las heces la flora intestinal completa de 33 personas (daneses y españoles). Ahora, la muestra se ha aumentado a casi 200 y también lo han hecho las nacionalidades, que ahora incluyen a Italia, Francia, Japón, Austra-lia y Canadá. Y el patrón, la división en tres grupos, se ha mantenido aunque haya más participantes. "Al principio, pensábamos que en España sería distinto, porque hay una alimentación y un estilo de vida diferente, pero hemos visto que hay una estructura fundamental que se mantiene, aunque otras variaciones puedan depender de otros factores", apunta Guarner.
Aplicaciones prácticas
El científico comenta que "no se puede contestar" a la pregunta de si este patrón se repetiría en otro tipo de países no incluidos en el estudio, como los africanos. "El único factor común a las naciones participantes es que tienen unas buenas condiciones sanitarias", explica. "En otros países son peores, hay más infecciones, pero pensamos que seguramente se mantenga el patrón", añade.Los tres enterotipos identificados llevan el nombre de la bacteria que predomina en cada uno de ellos. El tipo uno sería Bacteroides, el tipo dos, Prevotella y el tres, Ruminococo. "Al principio nos pareció que el más abundante era el tres pero, al expandirlo, parece que es el Bacteroides", subraya Guarner.
Las aplicaciones prácticas de este hallazgo tardarán todavía en llegar "unos diez años", vaticina el experto. Por el momento, se ha intentado buscar relación entre un mayor índice de masa corporal (IMC) con un determinado enterotipo "pero no se ha encontrado". Para Guarner, vendrán más respuestas cuando se comparen personas con la misma clase de microbioma.
Hay dos áreas terapéutica donde el avance en el estudio del microbioma puede aportar importantes novedades. "Se abre una vía para un tipo de obesidad que se da sobre todo en Europa y que no consiste sólo en la acumulación de grasa, sino también en alteraciones de la regulación de insulina; es la asociada con la diabetes tipo 2", señala el médico, que añade que también podrán beneficiarse de los hallazgos los pacientes con patologías inflamatorias intestinales, como la enfermedad de Chron.
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